El coronavirus y los abuelos
Nadie habría querido encontrarse en medio de una pandemia de este género, pero estamos hasta el cuello, y más vale sacar el mejor partido de la situación, también desde la perspectiva de un abuelo o una abuela.
Los abuelos suelen estar solos en casa, lejos de hijos y nietos. Tienen que resignarse: los nietos, sobre todo si son pequeños, no piensan en ellos, porque están felices al tener a papa y a mamá en casa con ellos todo el día. Ya no los sueltan, a primera hora de la mañana y medio dormidos, en un aula de educación infantil o en una clase de primaria hasta que el abuelo les vaya recoger.
El perro se convierte en un amigo apreciadísimo, un salvoconducto vivo para dar unos paseíllos a lo largo del día, aunque estos simpáticos compañeros de soledad no entienden muy bien por qué tienen que ir tantas veces al parque, cuando sus necesidades ya han sido satisfechas.
Pero a los abuelos les esperan agradables sorpresas: los hijos les llaman mucho más a menudo, cada día, y puedo dar testimonio de que, gracias a las técnicas modernas, los abuelos podemos sintonizarnos en videoconferencia con nuestros cuatro hijos y ocho nietos. Se trata de magníficos eventos colectivos que, antes de que la pandemia nos obligara a aguzar el ingenio, sólo tenían lugar en Navidad. A propósito de la Navidad, en estos días se hacen y se reciben simpáticas llamadas no sólo con los amigos y parientes más cercanos; además se aprovecha la ocasión para charlar, sin prisas, con quienes hacía tiempo que no nos veíamos. También los buenos ratos con sus nietos pueden recuperarse con las video llamadas: cada día, a las 10 de la mañana, nosotros, abuelos tenemos una cita con ellos, para contarles la historia de Roma Antigua por capítulos (por supuesto, no sólo con palabras, sino con imágenes y vídeos).
También estar dos personas solas en casa puede ser una oportunidad para recordar hermosos momentos vividos juntos, y tener muchas más delicadezas hacia el otro, ahora que no sufrimos el ansia de mirar continuamente el reloj para no llegar tarde a recoger a los nietos.
Nos da un poco de pudor decirlo, pero cuando se asiste a la misa del Papa transmitida desde Santa Marta, encerrados en nuestra habitación, estamos más atentos y concentrados que cuando vamos a la iglesia, quizá sentados en un banco lejos del altar. También se debe a las homilías, esenciales pero hermosísimas, del Santo Padre. Y es precisamente el Papa Francisco quien nos está guiando en estos días, casi como párroco de todos los italianos.
Además de las misas diarias, ha sido fantástico participar en el rezo del rosario el 19 de marzo, el rezo en común del Padrenuestro el 25 de marzo y en el Via Crucis.
También hay tiempo para leer libros más profundos de los que leemos habitualmente: tenemos tiempo para reflexionar. Quién está más acostumbrado a hacer que a pensar, es muy probable que se acuerde de alguna cosa pendiente de arreglo en la casa, que hace tiempo espera que le dediquemos unos minutos.
En cuanto al ocio, hay una amplia gama de posibilidades para ver películas y series de televisión en streaming, en el ordenador o el móvil.
Hay plataformas de pago como Netflix, PrimeVideo, TimVision, Disney+, Sky Go; también RaiPlay nos ofrece grandes oportunidades gratis.
Aconsejamos La concesión del teléfono, basada en la novela de Andrea Camilleri transmitida recientemente y disponible ahora en RaiPlay: una realización de gran calidad, aunque no apta para los pequeños.
Si queremos ideas y consejos, hay sitios especializados en la familia, como www.familycinematv, https://familyandmedia.eu/es/, o www.sentieridelcinema.it , que sugieren películas y series de televisión localizables en Internet o en Homevideo.
Para los cinéfilos, existe también una oportunidad magnífica: el archivo de películas por país que gira en un file en Internet con los link a You Tube.