Educar a los niños en la no violencia: siete consejos prácticos para comunicar paz
Basta ver el telediario o leer las portadas de los periódicos para darse cuenta de que la violencia, incluso en sociedades que solemos llamar «avanzadas», tiene todavía demasiado espacio, en todos los grupos de edad y en todos los estratos sociales.
Pero ¿cómo podemos frenar el fenómeno de la violencia? Habría mucho que hacer y a muchos niveles… Family&media quisiera centrarse en lo que pueden hacer los padres, cuando los niños son todavía muy pequeños, para enseñarles la paz, la reconciliación, el respeto por los demás.
1. Ver, para intervenir: reconocer el abuso como una tendencia en la naturaleza humana
El abuso, la tentación de ser prepotente, tiene relación con la naturaleza humana.
El niño tiende «naturalmente» (es decir, incluso sin haber tenido «un mal ejemplo»), a robar los juguetes de otros niños, a pegar si se produce un conflicto, a presionar para lograr algo.
El primer paso en el laborioso trabajo de los educadores es ser conscientes de que, en los niños, no sólo hay una inclinación al bien, sino también al mal.
Nuestro primer consejo es observar a los hijos, ver qué tendencias negativas hay en su forma de actuar… ¿Cuándo y cómo «usan la violencia»?
2. Insistir, sin cansarse, en corregir todos los actos violentos
Cada vez que el niño hace un gesto que supone un abuso contra alguien, es importante hacerle ver el dolor que causa en el otro. No para que se sienta un «fracasado» («has actuado mal”, en vez de “eres malo”: este es el mensaje), sino para que aprenda que sus acciones tienen consecuencias.
El niño debe ser reprendido, con dulzura y firmeza al mismo tiempo, cada vez que realiza un acto de violencia física o verbal, porque, como dicen, Repetita juvant. «Eso no es bueno», “así haces llorar a tu hermana”.
Puede parecer que el pequeño no capta el mensaje, porque lo vuelve a hacer, pero las correcciones serán como el agua que, con el tiempo, horada la roca.
3. Educar la mirada, despertar comprensión y empatía
La mirada del hombre debe ser educada, desde los primeros años de vida, para ver en uno mismo y en los demás un valor, alguien a quien respetar, y no «algo para usar o pasar por encima» según los propios gustos.
Si el niño comete un error con alguien, puede ser útil ayudarle a ponerse en el lugar de la persona a la que maltrató: «¿Te gustaría que alguien te hiciera esto?»
4. Enseñar a estimar a otros
Los padres tienen la tarea de mostrar al niño que es valioso, algo precioso, pero como él, también lo son los demás.
Valorarlo y valorar a otros en su presencia es una buena manera de darse cuenta de que cada persona es especial: «Has sido muy simpático, cuando cantabas esa canción…», «¿Viste lo buena que es tu hermana dibujando?»
Hablar bien, para enseñar a hablar bien; educar en la mutua estima.
5. Presentarse como mediadores en el proceso de negociación y reconciliación
«Son niños, que lo resuelvan entre ellos». Desde que soy madre de dos hijos casi gemelos, me he dado cuenta de que esto no funciona.
Si se deja que los niños hagan lo que quieran, ganará el más abusón, el que sabe cómo, usando más fuerza, arrancar el juguete de las manos del otro; el más pillo, el que es capaz de pegar más fuerte. No podemos ser espectadores de lo que normalmente sucede en la selva. Podemos, , debemos convertirnos en mediadores en los conflictos que se generan entre los hijos. «Ahora estaba jugando ella, luego te tocará a tí». «Puedes quedarte con este animal de peluche, mientras ella se quede con este, más tarde los intercambiáis», «Si no somos capaces de jugar juntos, lo dejamos».
El proceso de «descentralización» debe iniciarse desde la infancia, y el adulto tiene que enseñar al niño que no sólo existen sus necesidades y deseos, sino también los de los demás, y hay que llegar a un acuerdo.
Descubrirás que, al mediar, ocurrirá un milagro: tus hijos empezarán a hacerlo ellos solos…
6. Explicar, no sólo «imponer»
Es bueno no limitarse a imponer las cosas, sino explicarlas.
Tratar al niño como alguien que «puede entender», y no exclusivamente como alguien «que tiene que obedecer». «Si haces esto, ¡tu hermana estará contenta!», «Si pides perdón, entonces estás mejor.» Sólo de este modo ayudaremos a la voluntad del niño a formarse, le enseñaremos a “escoger” más y más el bien en lugar de solamente «ejecutarlo».
7. Luchar contra la violencia en nosotros para educar a la no violencia
El último y más importante consejo: dar buen ejemplo.
Seamos los primeros en la familia en encontrar formas alternativas a la violencia, para que los niños nos imiten, no sólo nos escuchen…
No hay mejor manera de comunicar la paz que trabajando por la paz en primera persona.
Evitar la violencia hacia los niños, evitar la denigración y la humillación: «No sabes hacer nada», «No es posible que todavía no te des cuenta», «Eres un caso perdido». Un niño constantemente menospreciado, es probable que acabará menospreciando a los demás.
Evitar ejercer la fuerza física todo lo posible: intentar continuamente abrir un diálogo, y hacerse entender hablando y mirando a los ojos, preferiblemente desde la misma altura.
San Juan Bosco, conocido como uno de los mayores educadores de la historia, dijo que es más importante ser amado y convertirse en guías creíbles, que ser «temido».