El Jubileo de la Misericordia, con el que el Papa Francisco quiso llamar la atención sobre el amor sin límites de Dios y su perdón gratuito, fue recibido con entusiasmo y gratitud por muchos fieles: aproximadamente 20 millones de peregrinos acudieron a Roma con ocasión del Año santo, y resulta imposible saber cuántos participaron con fe en este acontecimiento extraordinario en distintos lugares de la Tierra, ya que en todas las diócesis del mundo se abrieron las Puertas Santas.

La apertura del Jubileo

La apertura de la primera Puerta Santa tuvo lugar el 28 de noviembre de 2015 en la catedral de Bangui, capital de la República Centroafricana, país marcado por sufrimientos, pobreza e injusticias, vinculados también a choques entre religiones: allí el Papa anticipó el inicio del Jubileo de la Misericordia, inaugurado oficialmente en Roma el 8 de diciembre.

Por inusitada que pueda parecer esta elección -por primera vez en la historia un jubileo no se abrió en Roma-, está perfectamente en línea con el estilo y la sensibilidad del Papa, especialmente atento, desde el inicio de su pontificado, hacia los pobres, los marginados y todos los que sufren por las guerras.

Se trató, pues, de un gesto simbólico. “En esta tierra sufriente también están todos los países del mundo –afirmó el Papa-. Lanzo un llamamiento a todos los que empuñan injustamente las armas de este mundo: Depongan estos instrumentos de muerte; ármense más bien con la justicia, el amor y la misericordia, garantías de auténtica paz.”


El Jubileo de la Misericordia: un signo para el mundo, no sólo para la Iglesia

Con esta decisión el Papa ha conseguido incluir en el debate público social la cuestión de la misericordia, de la acogida y del perdón. Los medios de comunicación de todo el mundo – y no sólo los católicos-, han concedido especial atención a la iniciativa del Pontífice. Baste pensar que la apertura de la Puerta Santa delJubileo de la Misericordia fue transmitida en directo en mundovisión con tecnología UltraHD, y que la cobertura mediática obtenida por el año Santo ha sido sin precedentes.

El Prefecto de la Secretaría de la Comunicación y director del CTV, Mons. Dario Viganò, explicaba en una entrevista que el Papa “es comunicador por naturaleza […] La fuerza no está tanto en la tecnología, sino en un hombre que proclama un anuncio, un anuncio que tiene el peso de la verdad de su historia”.

El Jubileo no ha dejado indiferentes ni siquiera a muchos de quienes lo han contado desde fuera.

Interesante, por ejemplo, el hecho de que uno de los principales periódicos estadounidenses y de alcance internacional como el The New York Times ha publicado artículos de opinión sobre el significado del Año jubilar, donde se explica, entre otras cosas, que el Papa no quiere que se considere “la misericordia desde una perspectiva intelectual”, sino que “nos llama a vivir la misericordia desde un punto de vista profundamente personal, que cambie la esencia más profunda de aquello que somos.”

Noticias relativas al Jubileo sobre temas que normalmente provocan encendidas polémicas entre católicos y no católicos, han sido transmitidas con sobriedad y respeto, incluso por periódicos que tienen posiciones contrarias a las de la Iglesia.

Por ejemplo, el periódico laicista El País, conocido por considerar el aborto un derecho inalienable de las mujeres (léase Diez razones para no cambiar la ley del aborto. El Gobierno no puede legislar para agradar a su electorado más conservador ), habla de la decisión del Papa de extender a todos los sacerdotes la posibilidad de absolver a quienes hayan cometido o procurado un aborto, sin polemizar o reafirmar la legitimidad del aborto; al contrario, se remite por completo a las palabras del Papa, para quien el aborto sigue siendo “un pecado grave”, y se menciona la experiencia del Pontífice con mujeres que llevan en el corazón “un gran sufrimiento debido a esa decisión” (véase el artículo El Papa extiende la autorización del perdón a las mujeres que hayan abortado).

El Jubileo, además, en muchos casos no ha sido explicado como un asunto curioso ni tampoco como un tema que atañe exclusivamente a una parte de la población, es decir los católicos. A veces, por el contrario, la prensa ha difundido el mismo mensaje que el Papa quería transmitir. En este sentido, piénsese por ejemplo que una semana antes del cierre del Jubileo (ocurrido el 20 de noviembre de 2016), en un artículo en La Repubblica, aparecían ya en el titular las palabras textuales del Papa: “Nunca acostumbrarse a quien descarta las personas”. Son solo algunos ejemplos que revelan cómo valores tipo la capacidad de inclinarse sobre los más débiles, de perdonar y de acoger, y el cuidado de no juzgar a los demás, fueron presentados y, en algunos casos, también estimulados por la prensa laicista.

Misericordia y la familia

El año pasado fue dedicado de modo especial a la familia: la crisis a la que se enfrenta la institución familiar en todo el mundo estuvo en el centro de los temas abordados por la Iglesia, y no es casualidad que el especial interés pastoral demostrado por el Pontífice hacia la familia haya coincidido temporalmente con el año jubilar.

El Papa cree que la familia es el primer lugar en el que hay que experimentar el amor misericordioso. Esto aparece claramente en el documento Amoris Laetitia, publicado en abril de 2016, y escrito por Francisco como conclusión del Sínodo dedicado a la familia. En este documento el Pontífice profundiza en la vocación de los esposos, llamados a realizar un amor que contemple la superación del propio interés egoísta para dejar lugar a la cercanía, la paciencia y la comprensión. El tema de la misericordia -capacidad de abajarse sobre las debilidades ajenas- y del perdón ocupan un lugar central en el documento.

Especial atención han recibido las familias heridas: ellas, ha afirmado el Papa en varias ocasiones, deben ser miradas con misericordia por las comunidades eclesiales. En efecto, si las familias están llamadas a convertirse en lugares de misericordia y ser espejo del amor de Dios sobre la tierra, también es cierto que son instituciones humanas y son frágiles. El Pontífice invitó a los pastores y a las comunidades eclesiales a tener una mirada amorosa y  mostrarles el amor de un Dios que cura. “Nadie – subraya el Pontífice en su Amoris Laetitia – debe sentirse excluido del amor del Padre”. “Se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de una misericordia inmerecida, incondicional y gratuita”.

La síntesis del Papa: la Lettera Apostolica “Misericordia et misera”

Al final del Jubileo, el Papa escribió una Carta Apostólica, Misericordia et misera, en la cual reafirmó y sintetizó algunos contenidos ya manifestados durante el Año Santo. Entre los puntos tocados por el Papa están: la gratuidad de la misericordia divina, a la que los hombres no deben poner límites, y el valor propedéutico de la ley. Para el Papa, que recalca el estilo de Jesús presentado en los Evangelios, es la ley la que debe ser para el hombre, y no el hombre esclavo de la ley. Cuando Jesús se hace cercano a la adúltera, en efecto, dice Francisco, “no se encuentran el pecado y el juicio en abstracto, sino una pecadora y el Salvador”.

En este documento el Pontífice invita a todos los sacerdotes a acoger y acompañar a los fieles que sufren dificultades y les autoriza a absolver el pecado de aborto, precisamente para hacer más accesible la misericordia de Dios.

Por último, en ese documento el Papa instituye la Jornada Mundial de los Pobres, que se celebrará el domingo XXXIII del tiempo ordinario. Aquí podemos ver una vez más la atención de Francisco hacia los pobres. “Mientras Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa (cf. Lc 16,19-21) -dice el Pontífice- no podrá haber justicia ni paz social.”

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