No hay duda de que en los últimos veinte años se está registrando en Italia un fuerte aumento de la exposición mediática de la delincuencia de los adolescentes. A esto han contribuido también algunos episodios de crónica, inquietantes por decir poco, que han tenido mucho espacio en los medios.

Pero la pregunta que hay que hacerse antes es si existe una brecha entre los hechos y su dimensión real (o consistencia).

Con el fin de dar una respuesta científicamente fundada, es necesario indagar en los hechos de delincuencia juvenil, comparando los datos italianos con el contexto europeo.

Hemos de verificar, en particular, dos aspectos: 1) si la delincuencia de los menores en Italia presenta características cualitativas o cuantitativas alarmantes respecto a los otros países europeos; 2) si la representación mediática de la delincuencia de los menores resulta correcta o, sin embargo, ampliada.

El malestar del bienestar

Conviene precisar, para comenzar, que la tendencia dominante es la de presentar el concepto de delincuencia juvenil como aquellas conductas de jóvenes que manifiestan cualquier forma de malestar, aun cuando éstas no constituyan delitos. Bajo el perfil cualitativo, los datos que surgen del análisis documentan una novedad importante: junto a la marginalidad social, que se arraiga en las condiciones desventajadas, resulta en creciente aumento la marginalidad afectivo-relacional, que se concentra entre los núcleos familiares de clase media/alta. Según el Departamento para la Justicia Juvenil en Italia, esta disfuncionalidad se llama el “malestar del bienestar”. Permanece también la delincuencia de los jóvenes “desfavorecidos”, que residen en las periferias urbanas o en las zonas-gueto de la ciudades. Está además la situación de los llamados “menores de mafia”, del todo silenciada o ignorada, que afecta a chavales no imputables (por debajo de los 14 años) utilizados como “mano de obra” de las organizaciones criminales.


Los países del centro y norte de Europa tienen la peor situación

Hay que destacar que en Italia no se ha registrado un aumento de la criminalidad juvenil, lo que se ve tanto por los datos del ISTAT como por los informes de los Procuradores Generales. Italia, de hecho, por tasa de criminalidad juvenil se coloca en el penúltimo lugar entre los países europeos. Realmente sería útil que el análisis comparativo de la criminalidad juvenil en Europa fuera sistemática y constantemente actualizado, pero la comparación no es fácil debido a las notables diferencias entre las fuentes de información nacionales. Lo que es evidente, sin embargo, es que la alarma en materia de delincuencia juvenil es mayor en las naciones del centro y norte de Europa (Alemania, Francia e Inglaterra, por este orden), mientras que Italia ocupa los últimos lugares en esta vergonzosa clasificación.


Bullying y cyberbullying en el espacio europeo

En lo que se refiere a las situaciones de bullying y cyberbullying en Italia, el fenómeno está creciendo: según los datos del Telefono Azzurro en el último bienio se ha doblado el porcentaje de la incidencia de esos fenómenos respecto al total de las llamadas. Según la investigación “Observatorio adolescentes” presentado por el Telefono Azzurro y DoxaKids en el mes de noviembre de 2014, realizada a partir de una muestra de más de 1.500 estudiantes de escuelas italianas entre 11 y 19 años, el 35% de los chavales admite haber asistido o haber sido víctimas de episodios de acoso escolar.

Otras investigaciones señalan que, entre las prácticas del cyberbullying más difundidas, destacan los mensajes violentos o vulgares, la denigración, el robo de la identidad, la exclusión de la víctima de un grupo online de amigos. Pero, ¿qué sucede si trasladamos el foco al contexto europeo? Los resultados se muestran, una vez más, sorprendentes. Según el informe del OCSE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), de hecho, en Italia se registran los números más bajos de episodios de bullying entre los chavales. Apenas el 5% de los adolescentes italianos denuncia haber sido víctima de este tipo de abusos. Con mejores datos está solamente Suecia, donde el porcentaje baja al 4%. Al lado opuesto de la clasificación donde se registran las cifras más preocupantes en tema de violencia entre menores entre los 11 y los 15 años está Austria. Más en general, la media entre los países europeos y del norte de América es de 11% (AA.VV., Skills for Social Progress. The Power of Social and Emotional Skills, Organization for Economic Cooperation and Development, 2015).



La delincuencia juvenil está “hinchada” en los medios. ¿Con qué efectos?

Tras la discusión de los aspectos cuantitativos y calificativos de la delincuencia juvenil italiana, nos toca ahora la discusión sobre la exactitud o no de la representación mediática de los adolescentes delincuentes.

Hace más de treinta años, G. De Leo y M.P. Cuomo, al investigar la relación entre delincuencia y medios de comunicación en Italia, señalaron cinco estereotipos de delincuencia juvenil en los medios de comunicación. Essuficiente pasar las páginas de casi todos los periódicos italianos para confirmar el hecho de que, actualmente, poco o nada ha cambiado. De hecho, a pesar de la evolución de las formas de delincuencia, la exposición mediática de los adolescentes que viven una situación de malestar sigue plagado de mecanismos estereotipados que alteran sensiblemente el dato real, ampliándolo desmesuradamente. La información mediática se ocupa de patologías de la edad evolutiva solo en presencia de la emergencia de turno, sucumbiendo al inevitable peso emotivo de los crímenes. Se multiplican así, las investigaciones periodísticas que señalan las emergencia de fenómenos nuevos y en aparente expansión que ven como protagonistas jóvenes adolescentes: las acciones delictivas de las baby-gang, las violaciones en grupo, las investigaciones sobre las prostitutas menores, las negocios de las baby cubiste, el lanzamiento de piedras desde pasos a nivel, la violencia en los estadios, los actos de vandalismo, los episodios infinitos de bullying y cyberbulling.

Este es brevemente el cuadro que caracteriza las páginas de los periódicos y las noticias de los telediarios. El boom mediático nos arrastra incluso hasta hablar de una especie de delincuencia juvenil “precoz” . Los remedios propuestos hacen palanca, casi siempre, en la ilusión represiva y en reforzar la respuesta punitiva del Estado, desatendiendo cualquier intervención orientada en cambio a eliminar las causas que desencadenan la agresividad de los jóvenes.

Si, como hemos visto, el dato real es que la criminalidad juvenil y las prácticas de bullying no alcanzan en Italia un umbral alto de alarma social, si se compara con lo que sucede en otros países europeos, no hace falta decir que la lupa mediática ha magnificado considerablemente el tamaño del problema. Hablar de amplificación mediática, a propósito de la delincuencia juvenil italiana, no es exagerado, más aún cuando llueve sobre mojado, dada la tendencia endémica del sistema de comunicación a enfatizar la gravedad de los problemas.

La imagen social de una adolescencia criminal, transmitida por los medios de comunicación, resulta por tanto artificial. ¿Cuáles son las consecuencias de tal anomalía?

No cabe duda de que la alteración de la percepción del problema operada por los medios de comunicación tiene efectos altamente perjudiciales, y no sólo en relación con la probable emulación de fenómenos por parte de los propios jóvenes, cuya personalidad está cambiando, sino también porque influye en las políticas penales de menores, que necesitan herramientas sociales preventivas y sanciones extrapenales más que el pánico moral y el alarmismo emotivo generado por los medios de comunicación.


(*) Luca Muglia es abogado, experto en materia penal de menores.
Ex Presidente de la Unione Nazionale Camere Minorili

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