Adopciones gay: Realidad versus ideología
No cabe la menor duda de que hombres y mujeres que viven relaciones con personas del mismo sexo pueden sentir el deseo de tener hijos. El sufrimiento de quienes se encuentran en una situación parecida y tienen que renunciar al «sueño» de ser padres merece ser escuchado y comprendido.
Sin embargo, sus deseos no pueden ser el único parámetro para decidir si es justo o no conceder la guarda y la custodia de un niño a una pareja de mujeres u hombres. Lo que está en juego no es sólo la felicidad de dos adultos, sino también los derechos de los menores que merecen una atención particular sobre todo porque no pueden decidir por ellos mismos.
El 26 de enero el Senado italiano ha empezado la discusión sobre las uniones civiles a partir del texto del decreto ley “Cirinnà” ( N. del T.: así llamado por el nombre del diputado del partido firmante de la propuesta, del PD) . El debate en la opinión pública sobre las « adopciones gay» está ya al rojo vivo.
Nos preguntamos: ¿Los derechos de los niños serán el eje del debate parlamentario? ¿Se atenderá a disciplinas como la antropología, la psiquiatría, la psicología y la sociología antes de tomar decisiones al respecto? ¿O, por el contrario, los diputados se dejarán «amedrentar» por las presiones mediáticas? ¿Se plantearán si paternidad y maternidad existen como modos específicos y complementarios de ser padres, y si el niño necesita de ambas figuras para crecer bien?
Debería ser evidente que la cuestión hay que afrontarla y analizarla bajo todos los aspectos, pero existe el riesgo de dejarse llevar por las emociones.
Vivimos en una época que idolatra la ciencia, y a pesar de ello es increíble cómo ésta puede ser arrinconada en nombre de otra «divinidad»: la libertad. De acuerdo con una concepción típicamente moderna, de hecho, es «justo» todo lo que quiere la libertad individual y todo lo que dentro de sí el sujeto considera bueno. No obstante, deberíamos asumir que una ley no sólo concierne con el ámbito privado, personal y, por tanto, no puede ser un asunto privado: en efecto, su validez no queda extendida sólo para los que sienten o piensan de una forma determinada, sino para toda la sociedad, sin excepción.
Las dudas de la ciencia y la opinión de los hijos
Cuando aparece una noticia sobre dos homosexuales que han adoptado un niño a menudo el hecho se presenta como una conquista, una señal de civilización, un gesto de abertura. Sin embargo, detrás de una opinión publicada que parece compacta y a favor, permanecen las dudas de los psiquiatras, psicoanalistas, psicólogos y pediatras que sostienen lo mismo, al igual que mucha gente común: un niño necesita una madre y padre. A este propósito, es útil leer un artículo publicado en Documentazione.info « Adozioni a coppie gay: tutti i ragionevoli dubbi della scienza (Adopciones de parejas gay: todas las dudas razonables de la ciencia» , en donde se presentan datos e investigaciones sobre el tema).
Sobre este asunto hace un tiempo publicamos en nuestro portal una carta-testimonio de una persona que había vivido con padres del mismo sexo. Anteriormente publicamos también la reseña de un libro de Dawn Stefanowicz, Fuera de la oscuridad. Mi vida con un padre gay. Se trata de un relato cargado de sufrimiento que habla de un proceso largo y turbulento de sanación interior –humana, psíquica y espiritual–, seguidamente a los traumas ocasionados por experiencias desreguladas, chantajes afectivos y sentimientos contrastantes. A la autora le hicieron falta años de maduración –y el amor de su cónyuge actual y sus tres hijos– para comprender, absorber y perdonar el mal sufrido, y para salvar el bien que sus padres le donaron. Como se desprende del libro, los vínculos fundantes, si bien heridos, no se deshacen. Sin duda, en ninguna familia esos lazos fundamentales están garantizados a priori, pero ¿de verdad queremos engañarnos y sacrificar el bien de los niños en el altar de una idea ciega? La ideología no tiene en cuenta la realidad; en cambio, la verdad y la misericordia se miden en función de lo concreto, sin autoengaños individuales o colectivos. Esta ley, la ley Cirinnà, no es buena y, si se aprueba, hará mucho daño.
Para formarse una opinión al respecto, es preciso escuchar a los que están implicados de forma directa: quienes realmente han tenido a dos mamás o dos papás, y no solamente en un panfleto publicitario, ideológico o dentro de una película.