Transformar las tareas domésticas en un juego de equipo en familia
Tener una casa ordenada y limpia es esencial para la serenidad de toda la familia, sin que esto quite tiempo o atención a los hijos. Es fundamental encontrar un equilibrio sano entre el cuidado del entorno y las relaciones familiares. Hoy te proponemos una alternativa: unir el juego y las tareas del hogar, involucrando a los niños.
Puede parecer más fácil decirlo que hacerlo. A veces es más sencillo hacer las tareas mientras los niños ven un dibujo animado. Sin embargo, aquí te ofrecemos cinco consejos para hacer que el momento de limpieza sea una experiencia parecida a un juego en equipo.
1. Asignar tareas concretas
A menudo, los niños no ayudan porque no saben lo que se espera de ellos. Si un padre dice «limpia el cuarto», el niño puede no saber qué hacer o por dónde empezar. Es mejor dar instrucciones claras: “Coloca los libros en la estantería”, “Guarda los juguetes en la cesta”, “Pasa el trapo por la mesa de noche”. Mi hija de seis años, por ejemplo, disfruta ayudándome a limpiar el baño. Su tarea principal es mover los productos y esponjas para que yo pueda limpiar. A su hermano, por otro lado, le gusta más pasar la aspiradora. Es hermoso verlos comprometidos cuando entienden lo que deben hacer.
2. Aceptar que les llevará tiempo aprender
Como con cualquier cosa, aprender a cuidar una habitación o una casa lleva tiempo, especialmente cuando son pequeños. Comienza con tareas simples y repítelas varias veces. Una vez que han aprendido algo, agrégales otra tarea, sin esperar que sean incansables. Muchos padres desisten de involucrar a sus hijos en las tareas del hogar porque sienten que pierden tiempo. Miremos desde otro ángulo: estamos haciendo algo juntos y, por lo tanto, es tiempo ganado. Aunque al principio tome más tiempo terminar, el niño aprenderá que la casa en la que vive también es su responsabilidad.
3. No hacer preferencias: somos un equipo
Es importante que todos los miembros de la familia se sientan parte de la gestión del hogar, cada uno según sus capacidades y edad. Intentemos hacer un plan familiar donde todos estén involucrados según las necesidades y habilidades de cada uno.
4. No esperar para empezar: nunca es demasiado pronto
Una escena muy graciosa quedó grabada en mi memoria. Mi hijo tenía un año y medio, acababa de aprender a caminar bien, y ya me ayudaba a vaciar la secadora. Yo sacaba la ropa y él la llevaba a su papá para que la doblara. Su hermanita, de pocos meses, dormía, y nosotros éramos una cadena de trabajo perfecta. No hace falta decir que él se divertía más que nadie. A su edad, sólo podía hacer eso, pero no dejaba de hacerlo, ¡y lo hacía bien!
5. Valorar el esfuerzo, incluso con recompensas
Cuando era niña, hacía las tareas más fácilmente si había una recompensa. Ahora hago lo mismo con mis hijos. Por ejemplo, mis hermanos y yo queríamos un trampolín para el jardín, y cada tarea doméstica que hacíamos nos permitía ahorrar para comprarlo. Un año y medio después, fue genial comprar el trampolín con la sensación de haberlo ganado. Además de recompensas materiales, es importante elogiar su trabajo, diciendo cosas como: «¡Bien hecho!» o «Gracias por ayudar a la familia». Aunque los niños no deben ser elogiados en exceso, es fundamental que vean que están haciendo el bien cuando ayudan. Un sabio dice que un elogio en el momento adecuado motiva más que mil reproches no constructivos.