Cinco lecturas después del verano
En casa, de Marilynne Robinson
Galaxia Gutenberg, año 2012, pp. 368
«Casa. ¿Qué lugar más hermoso podría existir en la tierra? ¿Y por qué para ellos parece ser una suerte de exilio? Esto se pregunta Gloria Boughton, una profesora de 38 años, desafortunada en amor que ha tenido que volver a la vieja finca de la familia para cuidar de su anciano padre.
Siendo de ocho hermanos la única hija a no haberse casado, el trabajo de cuidadora parece estar hecho a medida para ella. Mientras tanto en Gilead, un pequeño pueblo del Iowa, pasan muchas cosas y algunos acontecimientos le dejan a Gloria totalmente de piedra; son sacudidas que moldean En casa, una novela galardonada, y que hacen de ella una historia ejemplar sobre la familia, la fe y el perdón.
Marilynne Robinson, que se cuenta entre las más destacadas y aclamadas autoras estadounidenses, no escribió Home como continuación de Gilead, sino como su libro hermano. Aun compartiendo la misma estructura, hay un cambio de perspectiva. Jack, el hijo pródigo del Reverendo Boughton, regresa inexplicablemente a su casa después de 20 años sin contactos, más distante y misterioso que nunca. Recordado en Gilead como el ratero del pueblo, constantemente borracho y metido en problemas, Jack vuelve a la familia cuyo amor, sin embargo, había permanecido firme. Mientras en Gilead esta sucesión de eventos es contada desde la perspectiva de Ames Boughton, padrino de Jack y ministro de la congregación, Home lleva al lector directamente al corazón de la familia, y narra la vuelta de Jack a través de los ojos de su hermana, Gloria. Resuelta a perdonarle cualquier antecedente y a apoyarle para hacer frente a sus dificultades, Jack y Gloria en poco tiempo acaban formando un vínculo muy fuerte. De todas formas, al mismo tiempo que se se desenreda la novela también se desvelan algunos secretos del pasado de Jack. ¿Realmente volvió en nombre de la seriedad y el arrepentimiento, o más bien tenía otros motivos en mente? ¿Si bien la vuelta de Jack tuvo que ver con el deseo de morir de su padre, será realmente la causa del fallecimiento de éste, así como parece presagiar el sentimiento de culpabilidad de Jack?
En Home Robinson escandalla las verdades universales del dolor ínsito en el amor, el poder de la clemencia y el peso de la culpa. Al leer esta galardonada novela, todo lector, en distintos grados, se descubrirá a sí mismo en casa.
Mujercitas, Louise May Alcott
Edimat, año 2007, pp. 296
Pese a las críticas que la han tachado de «anticuada» debido al retrato que hace de la feminidad y el tipo de patrones familiares más bien propios del siglo XIX, esos mismos críticos admitieron haber sido cautivados y deleitados por Mujercitas de Louisa May Alcott. Escritora estadounidense de hace casi dos siglos, nos cuenta la historia de las cuatro hermanas March –cuyas personalidades difieren tanto entre sí como los colores en un cuadro– que crecen en Orchard House con su madre durante el periodo de la Guerra Civil estadounidense.
La protagonista principal, Jo, tiene un temperamento franco y fogoso, que aborrece no poder ir con los hombres a la guerra, sin embargo, pronto aprende a usar su férvida imaginación para mantener intacta la alegría dentro de la familia asolada por la pobreza. Por otro lado están sus hermanas, la más guapa y refinada Meg, la más abnegada y altruista Beth y, finalmente, la pequeña Amy, aquella siempre honesta y correcta. Basada en la propia vida de Alcott, la novela atraviesa conflictos y aventuras de la infancia de las hermanas March –que abarcan la amistad con el joven chico europeo vecino de casa– la realización de algunos de sus sueños y la desilusión por no haberse cumplido otros.
Si algunos lectores presentes y pasados han alabado este libro por verse reflejados en algún personaje o en algunos aspectos del mundo de Alcott, otros han admitido haberse perdido en él, destacando al mismo tiempo la genialidad de la autora. «Mujercitas fue escrito por una mujer para las mujeres –como señala un escritor muy prolífico en el siglo XX cual fue G. K. Chesterton– Por ello mi primer impulso fue el desdeñarlo. No sé cómo me resistí a esa tentación y al final leí el libro y descubrí con inconmensurable asombro que era terriblemente bueno». Chesterton se sintió, así como la joven Laurie, un intruso masculino en un mundo todo declinado al femenino, a través del cual admirar todo su realismo, hasta el punto en que llegó a considerar esta novela por el mismo rasero de los trabajos que hicieron legendario el nombre de Jane Austen.
Mujercitas es un clásico porque es la historia de cualquiera, en este caso de cualquier mujer, y manifiesta todo el genio femenino, su espíritu indisoluble y tenaz. A las chicas March puede que no nos las encontremos en el campo de batalla, pero sí tienen que encarar sus propias batallas diarias que llevar a cabo, con las que lidiar, así como las tenemos todos –a veces nos salen bien, a veces mal–, pero siempre con ese deseo sincero por el bien y el crecimiento que, en el fondo, a todo lector anima.
Ciò che inferno non è , de Alessandro D’Avenia
Mondadori, año 2014, pp. 317
Dicen que de todos los remordimientos que al final de su vida uno puede tener, los más grandes suelen ser: haber vivido cara a las expectativas de los demás, haber trabajado demasiado duro a causa de la competencia, no haber transcurrido mucho tiempo con los seres más queridos, no haber tenido el valor de decir la verdad o de pronunciar frases como «te quiero», «estoy orgulloso de ti», «lo siento» y, finalmente, no haber sido más felices.
Pero cuando una vida es vivida entera y totalmente como un don, ¿queda realmente espacio para estos remordimientos?
Alessandro D’Avenia, autor del best-seller Blanca como la nieve, roja como la sangreT en su tercer libro, Ciò che inferno non è [Lo que infierno no es, N.d.T], narra la historia de Don Pino Puglisi, un sacerdote que en 1993 fue asesinado por la mafia en el barrio siciliano de Brancaccio.
Sobre él escribe el autor: «Don Pino no añora ninguna de estas cosas. Las ha tenido todas en el amor. Para él todo ya era real, era por esto que sonreía a la hora de atravesar el umbral».
El libro se plantea el reto de trasladar al lector de la idealización de una vida hecha de comodidades y apariencias a una verdadera que adquiere sentido cuando la vivimos en función de los demás; este libro es una invitación a reflexionar sobre el porqué vale la pena emprender un proyecto nuevo, aunque tan antiguo como el Evangelio: perder la propia vida para volver a encontrarla.
El dador, de Lois Lowry
Everest, año 1996, pp. 176
¿Mejor un mundo en el que todo funciona pero exento de amor, o un mundo imperfecto pero en donde haya amor?
¿Es más deseable un mundo sin dolor ni emociones, o uno en donde haya dolor pero también los sentimientos?
Estos son los interrogantes que Lois Lowry se plantea en su novela El dador, de la que el año pasado también se ha estrenado la homónima versión cinematográfica.
El mundo de Jonas, el protagonista de la historia, es un mundo totalmente eficiente en donde, sin embargo, no queda espacio para la libertad, comprensión, corrección fraternal, la compasión… para amar. El nacimiento, la muerte, la vida dentro de la sociedad son vistas desde una perspectiva “funcional” y ostentadas de forma edulcoradamente despótica.
Las familias ya no se fundamentan en el amor y la voluntad de un hombre y una mujer que invierten en un proyecto común, sino que son creadas artificialmente por personas encargadas de la creación de «unidades familiares»; los chicos ya no son responsables de sus decisiones: otros deciden sobre sus vidas, el error simplemente no es tolerado: la imperfección es castigada mediante la expulsión de la comunidad. El único criterio vigente en ese mundo tan materialista es, como se ha dicho, la funcionalidad hasta el punto de que a los ancianos, debido a su inutilidad aparente, se les «despide», es decir, se barren físicamente de aquel mundo «perfecto».
Jonas está contento con su vida, o mejor dicho, piensa estarlo hasta que, gracias a un personaje un poco raro que vive en su comunidad, descubrirá que las cosas podrían funcionar de otra forma.
Es cuando para él empieza una gran aventura: la búsqueda de la verdadera Vida.
Los recuerdos del pasado lo llevarán a descubrir una humanidad que ahora ya se halla sepultada por la fría, monótona y automática búsqueda del orden, la comodidad y el bienestar aparente…
El despertar de la señorita Prim, de Natalia Sanmartín Fenollera
Planeta, año 2013, pp. 352
Prudencia Prim es una mujer joven, independiente y llena de títulos académicos. Para ocuparse de una biblioteca llega al pueblo de San Ireneo de Artois, una aldea tranquila cuyos habitantes han declarado guerra al mundo moderno. La señorita Prim llega en respuesta al anuncio de ese trabajo requerido por un cultísimo «señor del sillón», de carácter irritante, irremediablemente anti-moderno y tradicionalista que necesita un bibliotecario para ordenar su colección de libros. El choque entre las dos personalidades opuestas, ambas muy fuertes, y el hecho de tener que llevarse con los aldeanos extravagantes acabarán poniendo en discusión muchas de las firmes convicciones de la señorita Prim y cambiarán de una vez su vida.
Escrito con inteligencia, gracia y estilo, «este libro abarca… una miríada de temas como el romance, la belleza, la literatura, el arte, la filosofía e, incluso, el feminismo» (reseña del blog Bibliophile’s Reverie). En él resuenan muchos de los clásicos de la literatura inglesa, entre los cuales, en particular, la obra maestra de Jan Austen, Orgullo y prejuicio.
El despertar de la señorita Prim, obra primera de Natalia Sanmartín Fenollera, que ya ha sido traducida a ocho idiomas y publicada en 70 países, es una bomba de relojería intelectual en forma de novela, bañada en chocolate, hojaldre y buenas maneras de antaño. Detrás de una historia de amor para nada convencional –al menos de acuerdo con los parámetros de hoy en día– se recorta una comparación entre mundos opuestos: por un lado uno totalmente hostil hacia el cristianismo y que, no obstante, desconoce por completo de qué se trata, a oscuras del sentimiento irracional que lo guía y, por el otro, un mundo guiado por la razón iluminada por la fe.