Medios de comunicación violentos y Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH): el rol de los genes
Las diferencias en el consumo de programas de televisión y videojuegos violentos entre niños podría estar influenciado también por el ADN.
Lo sugiere una investigación publicada hace unos meses en el “Journal of Communication”, con el título Media Violence and Children’s ADHD-Related Behaviors: A Genetic Susceptibility Perspective, sobre la base de la asociación entre una variante genética implicada en la regulación de la serotonina y el excesivo uso de medios violentos.
Conducida por Sanne Nikkelen, Patti Valkenburg y Helen Vossen, investigadores de la Amsterdam School of Communication Research (ASCoR), en colaboración con la Erasmus University Medical Center de Rotterdam, el análisis sigue la estela de las investigaciones sobre la relación medios-TDAH examinando atentamente el papel de la susceptibilidad genética en este ámbito.
El estudio – Han participado en el estudio 1.612 niños holandeses entre los 5 y los 9 años de la muestra del «Generation R Study», estudio de cohorte prospectivo promovido por el Erasmus MC con el fin de individuar precozmente los factores genéticos y ambientales en grado de influenciar desarrollo y salud de niños y adolescentes. Examinando los datos del ADN, tomado del cordón umbilical, y las informaciones sobre costumbres y comportamiento proporcionadas por los padres y cuidadores, los investigadores holandeses han sometido a verificación la hipótesis de que los factores genéticos juegan un papel en la elección de contenidos mediales violentos entre los niños y en la reacción de éstos a esos contenidos, proponiéndose como una posible causa de las diferencias individuales registradas. El estudio tenía como fondo de contraste otro realizado por el mismo Instituto ASCoR, The differential susceptibility to media effects model, según el cual los niños usuarios de televisión y videojuegos tienden a situarse en sintonía con sus respectivos predisposiciones emocionales, cognitivas, de comportamiento y de actitud, por lo que son más susceptibles de influencia por parte de los medios de comunicación.
El TDAH – TDAH es el acrónimo internacional de Attention Deficit and Hyperactivity Disorder, síndrome de comportamiento que se manifiesta muy tempranamente y cuyo diagnóstico es ahora uno de los temas más debatidos en la neuropsiquiatría debido a las dudas sobre su consistencia nosográfica. Sobre la etiopatogenia no se tienen evidencias definitivas y las hipótesis más recientes aún optan por una interpretación multifactorial del fenómeno.
Se piensa en una mezcla de factores neurobiológicos y psicosociales, con especial énfasis en la huella genética de la que brota la susceptibilidad individual. En base a las indicaciones del manual diagnóstico DSM -la clasificación de los trastornos mentales más conocida a nivel mundial- y de las evidencias clínicas, el trastorno se caracteriza por niveles de falta de atención, hiperactividad e impulsividad constantes y persistentes, y afecta a la esfera del autocontrol y a la capacidad de planificación. Estos síntomas se presentan en proporciones variables y pueden alterar el desarrollo integral de las personas por su incidencia en la vida cotidiana de las personas afectas de este síndrome.
Varios estudios han asociado el TDAH también a aspectos del entretenimiento mediático, bajo la hipótesis que la marcada fruición de los contenidos violentos puede afectar negativamente a la condición mental de los más jóvenes, favoreciendo la aparición de rasgos patológicos. Pero ¿por qué algunos muestran más que otros una propensión hacia la televisión y los videojuegos que transmiten la agresividad, la arrogancia, la brutalidad? ¿Sobre qué base es posible predecir propensión de los niños a la violencia en los medios y un diferente impacto de comportamiento?
Los genes – Los investigadores han afrontado la cuestión a partir de las adquisiciones científicas más recientes en temas de herencia que sostienen la hipótesis una implicación de factores controlables genéticamente en el consumo de los medios de comunicación, así como en las dinámicas evolutivas del TDAH. Los factores genéticos implicados en los comportamientos asociados se cree que sean múltiples y que tengan que ver sobre todo con polimorfismos, mutaciones de un gen que aparece con frecuencia variable en la población, con influencia en los mecanismos de transcripción y traducción y/o alteraciones en la función de la proteína codificada, tales como para incidir en la expresividad genética. Las científicas holandeses han focalizado la atención sobre variantes particulares, con el objetivo de individuar correlaciones con el ambiente.
5-HTTLPR – Bajo la lente de las estudiosas ha terminado en particular una variante del 5-HTT, el gen que codifica para transportar la serotonina, neurotransmisor que desarrolla un rol relevante en la regulación de las emociones y de los impulsos. La región puesta bajo observación es conocida como 5-HTTLPR, región examinada por diversos estudios de TDAH. Si bien su función no está todavía del todo clara, se cree que en su forma larga (alelo L) contribuya a moderar los efectos del estrés psicosocial, a partir de la acción negativa del ambiente doméstico sobre los niños. Se han concentrado después, también en una variante del DRD4, receptor regulador de la transmisión de la dopamina – neurotransmisor, junto a la noradrenalina y serotonina- usado particularmente en los estudios de TDAH y definida 7-Repeat, configuración alélica relacionada en la literatura científica con un rasgo de comportamiento conocido como “búsqueda de novedad” (novelty seeking).
¿ADN clave de la diversidad? – A diferencia de la variante genética DRD4-R7 – para la cual no se han encontrado correlaciones significativas – los test efectuados han mostrado una asociación entre la versión larga del genotipo 5-HTTLPR y la mayor exposición a los contenidos mediáticos violentos. Esto sugiere que, al menos en parte, el uso de estos medios entre los más jóvenes puede estar condicionado por el ADN y que por tanto la variedad inter-individual pueda ser atribuida verosímilmente también a la influencia de factores genéticos. Se trata, como advierten los mismos estudiosos, de vínculos modestos que dejan abierta la puerta a interpretaciones más o menos complejas sobre la base de la acción de otros factores. Comenzando por la influencia del contexto que nos plasma a todos en los primeros años de vida, heredado por nuestros padres junto a sus genes con todos los posibles y articulados reflejos activos y pasivos que eso implica en términos de condicionamiento genético.
Medios y TDAH – La investigación, sorprendentemente, no ha confirmado los resultados de estudios precedentes sobre la asociación directa entre alelo L del polimorfismo 5-HTTLPR y conductas relacionadas con el TDAH. Un resultado sobre el que podrían incidir los métodos de muestreo utilizados, como reconocen las tres investigadoras holandesas. Confirmada, en cambio, la correlación entre uso de los medios violentos y comportamientos asociados al TDAH: los niños más expuestos a contenidos violentos han mostrado también más síntomas de la patología. La limitada potencia de análisis del estudio no ha permitido hacer ninguna inferencia en la dirección de esta relación, cuya intensidad no varía entre los niños en función de la presencia del genotipo 5- HTTLPR. ¿Pero cómo interpretar el dato globalmente? De acuerdo a lo observado en la muestra, la influencia de la variación genética en los comportamientos asociados al trastorno por déficit de atención / hiperactividad se ha realizado sólo de forma indirecta, a través de la exposición a los medios violentos. Lo que sugiere que el consumo de estos contenidos pueda hacer de línea de uniónentre susceptibilidad genética TDAH, facilitando la superación de los rasgos relacionados con el trastorno. Se trata -como advierten en conclusión los mismos investigadores holandeses- de conjeturas iniciales, a validar a través de ulteriores análisis capaces de favorecer una comprensión más clara del fenómeno.
Naturaleza vs. cultura – Entre los pliegues de la investigación emerge en toda su complejidad la eterna diatriba Naturaleza vs. Cultura, cuestión que a lo largo de la historia ha apasionado disciplinas muy distintas, hasta el punto de asumir frecuentemente tonos acalorados y posiciones extremas. ¿Cuenta más lo que está escrito en nuestros genes o lo que aprendemos durante nuestras experiencias de vida? ¿Cuánto de nuestros comportamiento es consecuencia del ADN y cuánto del ambiente? Poniendo juntos las piezas del puzzle, Sanne Nikkelen y los colegas han ofrecido nuevos argumentos a quienes imaginan una media effects research abierta a la contribución de disciplinas en extraordinario crecimiento como Genética y Neurociencia. Lejos de tentaciones deterministas de tipo biológico, los resultados descritos por las científicas holandeses instan, a la luz de la adquirida complejidad del comportamiento humano, a prestar mayor atención a los factores de susceptibilidad individual, bien conscientes, sin embargo, de que cualquier base genética implica una norma de reacción, una gama de posibles desarrollos fenotípicos sobre la base de la interacción con el ambiente. Reconduciendo todo esto a nuestro objeto de análisis, realmente se corre el riesgo de salirse del camino y pensar que la invasión de viejas y nuevas tecnologías mediáticas – epifenónemos particularmente significativos de la actual organización sociocultural – son responsables en todo de la explosión del TDAH entre los niños. Sin embargo -excesiva medicación a parte- la complejidad de la patología exige también una profundizada valoración del impacto de medios como hoy tan presentes en la cotidianeidad de los jóvenes y capaces, por tanto, de incidir profundamente también en su desarrollo armónico.
Admitido que el contenido virulento de televisión y videojuegos, a la luz de los estudios realizados, parecen ser capaces de exacerbar los rasgos de comportamiento individuales, habrá que ver qué tipo de asociación concreta se observa entre los medios violentos y el TDAH: ¿es la exposición excesiva a esta forma de entretenimiento que favorece la aparición de los síntomas o, más bien, es la susceptibilidad genética al trastorno que hace en mayor medida propensos a la utilización de estos medios? Gracias también a la contribución de estudios seminales, como el aquí descrito, las respuestas llegarán muy probablemente en el futuro de análisis de declarada vocación multidisciplinar.