Nueva etapa del comité consultor de Google para el derecho al olvido, en
Roma. Lo ha seguido en exclusiva para vosotros Familyandmedia.

Madrid, Roma, París, Varsovia, Londres y Bruselas. Estas son las ciudades
del tour europeo del Comité Consultivo instituido recientemente por Google
para afrontar el delicado tema del derecho al olvido. «Estamos aquí para
escuchar», ha comenzado Eric Schmidt, presidente del Consejo de
Administración de Google y moderador de la jornada de trabajo abierta el
pasado 10 de septiembre en Roma y que Familyandmedia ha cubierto en
exclusiva para sus lectores.

Pero demos un pequeño paso hacia atrás. El pasado 13 de mayo, la Corte
Europea de Justicia, tras un recurso de un ciudadano español, estableció
que los motores de búsqueda -y por tanto en primer lugar Google, ya que en
Europa el 90% de las búsquedas en Internet pasa por aquí- son responsables
del trato de los datos personales que aparecen en la web, por tanto no son
solo «recolectores neutros».

Con esa sentencia, se abre la posibilidad de pedir la eliminación de los
resultados del motor de búsqueda de cualquier tipo de información de
crónica o de vida privada, documentada con textos o imágenes, si se
considera que aquella noticia supone un daño para la persona. Es el llamado


derecho al olvido


. Para Google & company se trata de una nueva y delicada
inconveniencia, válida -atención- solo para Europa y no para el resto del
mundo; ya que la sentencia se ha pronunciado por la Corte de Justicia de la
UE y no ha tenido, por el momento, un respaldo de otros tribunales
internacionales.

Vista la cuestión espinosa y la falta de una legislación en materia a la
que hacer referencia, Google para no tropezar en la oscuridad de la
incertidumbre, ha decidido poner en pie un Consejo Asesor, una comisión
encargada de estudiar una solución. Además del CEO de Google, Eric Schmidt,
y a su mano derecha para las cuestiones legales, David Drummond, forman
parte también muchos expertos de fama internacional, entre los cuales
recordamos, solo por dar algunos nombres, el fundador de Wikipedia Jimmy
Wales; Frank La Rue, invitado especial de las Naciones Unidas para la
tutela del derecho a la libertad de opinón y Sabine
Leutheusser-Schnarrenberger, ex ministro de justicia alemán. A estos se
añaden periodistas de fama internacional y profesores universitarios
reconocidos.

La cuestión para resolver no es sencilla y plantea toda una serie de
interrogantes: ¿Es mejor proteger el derecho a la tutela de la persona
sobre sus datos personales o el derecho a la información?, ¿la libertad
personal o la de prensa y expresión? No parece simple conciliar derechos
fundamentales del hombre aparentemente en contraste. Y, pasando después a
interrogantes más prácticos, ¿a quién le corresponde la decisión de
eliminar una posible indexación en motores de búsqueda relacionados con un
evento o una persona: al mismo motor de búsqueda, a un juez, a una
«autoridad» especial o agencia?, ¿en base a qué criterios?

El primer paso de Google, además del de instituir esta Comisión especial
para encontrar una solución definitiva en el tiempo, ha sido la de activar
un módulo on line para poder abordar la previsile petición -por
parte de los usuarios europeos- de eliminar los links de la indexación del
motor de búsqueda. Y de hecho, en las primeras semana han llegado más de
100 mil instancias de todo tipo. Y el número está destinado a crecer.
Google ha eliminado más o menos la mitad, aplicando como parámetro una
valoración genérica basada en el interés público de la noticia o de las
informaciones contenidas en el link indicado por los usuarios.

Más allá de la mesa redonda, y de todas las consideraciones particulares y
opiniones de los expertos que en ella han intervenido, conviene reconocer
que Google se ha movido deprisa y está demostrando una transparencia
comunicativa y una voluntad determinada y precisa de encontrar una
solución. Se ha puesto en discusión, no se ha cerrado en sí misma,
escondiéndose detrás de silencios fáciles bajo la premisa de tener razón o
perdiéndose en polémicas y acusaciones estériles. No ha gritado, apelando
el «derecho sagrado» de la libertad de expresión, sino que ha hecho una
serie de mesas redondas e iniciativas para el debate público para encontrar
-no solo al interno de la empresa sino también fuera- una solución que
encuentre el mayor consenso social.

En el debate en cuestión, realizado en Roma, se han visto de nuevo dos
actitudes culturales de fondo que inspiran las dos líneas de respuesta
legales, aún en trámite, a ambos lados del Atlántico: uno que garantiza más
los derechos de la persona -y es también más paternalista, el europeo- y
otro más liberal, más amigo de la liberad de expresión… y de comercio.
Hemos dado cuenta de ello en un artículo precedente en nuestro portal:


http://www.familyandmedia.eu/es/argumentos/facultades/273-esiste-una-habeas-data-un-diritto-dei-cittadini-a-controllare-i-propri-dati-che-circolano-in-rete-le-proposte-legali-europee-e-americane-attualmente-in-studio.html

Un último hecho hay que tener en cuenta para comprender el cuadro. Antes de
finales de noviembre, l’Article 29 Working Party (el organismo que
recoge los Garantes europeos) debería publicar las líneas guías que las
Autoridades nacionales serán llamadas a seguir para gestionar los recursos
sobre el derecho al olvido.

Cierto, con este «tour europeo» Google mueve ficha con inteligencia y
viendo a largo plazo. De este forma, además de encontrar una solución
compartida y de disminuir al mínimo y sin grandes esfuerzos los costes y
contrastes con la opinión pública, stakeholders, inversores, clientes,
medios de comunicación y la sociedad en general, se garantiza un escudo
formidable ante futuros ataques -por parte de los tribunales u otros
actores- comprometiendo a todos desde el principio en una subdivisión de
responsabilidad, que al mismo tiempo atenúa las culpas y hace pequeños los
deméritos de la multinacional americana. Y también es verdad que el
problema no lo podían enfrentar solos, pues sus implicaciones políticas,
culturales, sociales y éticas necesitan de un acuerdo, o por lo menos una
mediación entre todos los actores en juego. El recorrido aún es largo y
complicado, y exige el compromiso de todos para evitar que la web sea un
“Far West” digital.

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