Ya que el uso de Internet está al orden del día, quizá, de tanto en tanto,
es prudente hacer un “examen de conciencia” sobre cómo vivimos nuestra
«vida online».

En este artículo invitamos a reflexionar sobre cómo abordar la comunicación
en las redes sociales, intentando poner en guardia ante algunos peligros.

Una comunicación que nos condiciona menos

Una conversación online nos condiciona menos que una offline: cuando escribimos un post o un comentario en una
red social, estamos físicamente lejos de la persona a la que nos dirigimos.
Nos encontramos ante una pantalla, no ante un rostro: podemos escribir, y
dejar de hacerlo en cualquier momento si nos cansamos; podemos
desconectarnos o dejar sin terminar un post, sin que nadie venga a
buscarnos para continuar la conversación (y si alguien lo hiciera,
podríamos bloquearlo o borrarlo con un click).

¿Qué consecuencias puede tener esto en nuestro modo de comunicar, de
relacionarnos con los demás, en la manera de decir lo que pensamos?

Hay cinco peligros relacionados con la
comunicación en las redes sociales…

1. El peligro de ser irreflexivos

Con frecuencia se acusa a las redes de “ eliminar los frenos inhibidores”, de disminuir los
escrúpulos de conciencia, y de hacernos más sinceros, pero en el sentido
menos noble del término, es decir, no honestos ni francos, sino irreflexivos o indelicados. Hemos hablado de ello, a
propósito del

estudio de Suler

, un profesor de psicología de la Rider University, sobre los efectos
desinhibidores de la red.

La pantalla nos sirve de escudo, nos permite «no desprestigiarnos»: delante
de un ordenador y no ante alguien de carne y hueso, quizá no tememos la
agresividad del interlocutor, porque su reacción, aunque fuese violenta, se
quedaría como mucho en nuestro pc, no nos pondría un ojo morado.

Tomemos el caso de Facebook: cuando discutimos dentro de una página muy
visitada, en la mayoría de los casos no tenemos nada que perder (amistad, trabajo, etc.) Por
mucho que nos arriesguemos, seguimos siendo «uno de tantos», y nuestros
comentarios, especialmente si debatimos sobre temas controvertidos y de
interés general, se pierden entre cientos. Es decir, cuando tomamos parte
en una conversación, lo hacemos casi como “comparsas”.

Y si no tememos la reacción de los demás, si no advertimos consecuencias
«tangibles» del propio actuar, se corre el riesgo de reflexionar menos sobre lo que se hace, un poco como el
niño que cree que mamá no ve lo que está haciendo.

2.
El peligro de ser arrogantes

Aunque no busquemos el anonimato (firmamos con nuestro nombre), ni nos
pongamos una máscara (no decimos cosas que no pensamos), la “barrera
protectora del teclado” y la dispersión del lugar donde nos encontramos,
puede llevarnos a ser instintivamente más arrogantes en el tono, a

no cuidar demasiado las palabras, el lenguaje de la conversación

.

Si en la vida real -en una plaza o en un bar- las conversaciones entre
personas civilizadas suelen ser casi siempre moderadas, en las redes
sociales se desencadenan auténticas contiendas verbales, despotricando,
insultando, maldiciendo.

3.


El peligro de leer sólo la idea expuesta sin saber quién la apoya

En el web tendemos a faltar más al respeto, porque perdemos de vista que enfrente hay una persona, con una
biografía, cualidades y defectos, sentimientos y cicatrices del alma.
Acabamos atacando ferozmente al interlocutor -cosa que,
probablemente, no nos permitiríamos hacer cara a cara-, porque la idea que
no compartimos y quien la defiende, en la pantalla de un PC, pueden
integrarse en un todo único. En la práctica, arremetemos contra la opinión
y contra la persona como si fueran lo mismo.

4.

El peligro de olvidar las reglas de la convivencia social

Si en las conversaciones personales nos frena el pensamiento de mantener
viva una relación (y sabemos que, para hacerlo, no podemos disparar a
bocajarro contra los que tenemos cerca: lo dicen las normas básicas de la
convivencia social),

la virtualidad de la web puede llevarnos a sentirnos exentos del
cumplimiento de las normas

que solemos respetar cuando salimos con amigos, en el trabajo, con el
panadero o cuando nos encontramos con cualquiera.

En las redes sociales se producen conversaciones sin filtros, que no serían
ni siquiera imaginables si los interlocutores estuvieran sentados en una
mesa de un restaurante…

5.

El peligro de “preferir” la comunicación en la Web

Por las características de la comunicación en las redes sociales, y por los
motivos expuestos (percepción de una menor responsabilidad, pensar que las
consecuencias son menos graves, y los compromisos menores), se puede llegar
a preferirla y “anteponerla” a la comunicación cara a cara, en vivo.

En lugar de utilizar Internet como un “vehículo”, podemos acabar por verlo
como una escapatoria para no abordar personalmente a los demás.

Conocer estos peligros puede ayudar a sortearlos… a reflexionar más antes
de “disparar” nuestros comentarios.

Y ustedes, lectores: ¿qué piensan?; ¿caen en estas trampas?; ¿conocen otros
comportamientos vinculados a las redes sociales, que puedan dañar nuestras
relaciones?

Si lo desean, escríbanlo en sus comentarios.

Previous

Comunicar a través de la música con niños y jóvenes: un potencial educativo por descubrir

Next

Las 10 reglas de una madre para el uso inteligente de un smartphone

Check Also