Gabriele Kuby,

Die globale sexuelle Revolution. Zerstörung der Freiheit im Namen der
Freiheit,

con presentación de Robert Spaemann, Fe-medienverlag, Kißlegg 2010, pp.
453.

La autora del libro, la socióloga y publicista alemana Gabriele Kuby, es
una de las pocas voces que con autoridad reconocida se elevan para criticar
el relativismo occidental actual.

A ella se debe, por ejemplo, que el ministro federal de la familia Ursula
von der Leyen se haya visto obligada a quitar de la circulación el libro de
educación sexual, ‘Cuerpo, amor, el juego del doctor’, en el que
entre otras aberraciones se invita a los padres a jugar sexualmente con sus
hijos.

El ensayo del que me ocupo hace referencia a algunos temas de dos de sus
obras precedentes: Revolución Gender (2006) y


Nacionalización de la educación. El camino para convertirse en
hombres nuevos


(2007). Ahora su denuncia adquiere un dimensión universal. De aquí el
título del libro La revolución sexual global; una
revolución que, como indica el subtítulo ( Destrucción de la libertad en nombre de la libertad), pretende
cambiar radicalmente las personas y la sociedad aprovechando una voluntad
de poder que se inspira claramente enNietzsche. A partir de esta clave
interpretativa, Kuby logra contar la historia, los métodos y las
consecuencias de una potentísima agenda global que busca modificar las
constituciones de los países, las instituciones educativas y las costumbres
de los ciudadanos con un solo fin: la construcción de una sociedad global
en la que las personas sean pocas y completamente manipulables.

A alguno le podría venir a la mente: «Es otro libro sobre los complots».
Basta sin embargo mirar a la cantidad de documentos analizados, a los
hechos y a las estadísticas recogidas, para entender que nos encontramos
frente a un libro riguroso y objetivo.

No obstante la cantidad de documentación, la lectura del libro, lejos de
ser aburrida está llena de suspense y de revelaciones sorprendentes, página
tras página. El lector es informado de los antecedentes, de cuáles son los
medios de comunicación y la red de organizaciones gubernamentales
implicadas en la misma práctica de esta agenda global. Al mismo tiempo, se
ofrecen las categorías antropológicas y sociológicas necesarias para que
los lectores puedan realizar las valoraciones pertinentes con las que poder
tomar las decisiones.

En la primera parte del libro (capítulos 1-4), la autora presenta
brevemente el marco histórico de la actual revolución sexual. Después de
haber señalado la revolución francesa como el origen histórico de la lucha
para alcanzar la igualdad, indica el movimiento feminista del 68 como etapa
previa a la ideología de género, según la cual, la humanidad no está hecha
de hombres y mujeres, sino de una masa uniforme de iguales que tiene el
derecho de construir su propia identidad sexual. El hilo conductor que une
el 68 y la ideología de género, según la autora, es el maltusianismo, es
decir, el intento de disminuir la población mundial, sobre todo los pobres
de Occidente y de los países en vías de desarrollo. Desde este punto de
vista, son muy interesantes los retratos intelectuales de algunas figuras
como, Margret Sanger, Alexandra Kollonti, Wilhelm Reich, Eddie Bernays,
Simone de Beauvoir, John Money, Judith Butler, etc. El impulso global de la
revolución sexual no procede solo de las ideas, sino sobre todo de las
conferencias organizadas por las Naciones Unidas (Pekín, El Cairo, etc.)
con las que se ha intentado destruir los derechos humanos, la sexualidad,
la familia. De allí han surgido algunos slogans que han dado la vuelta la
mundo, como el aborto es un derecho de la mujer, o el «género» no se impone sino que se elige. No obstante los siglos
transcurridos, los métodos de la revolución sexual global son los mismos de
la vieja revolución francesa: el terror. Hoy, sin embargo, la guillotina no
corta las cabezas de los opositores, sino «sólo» el puesto de trabajo, la
carrera académica o política.

En la segunda parte (capítulos 5-10), Kuby continúa su análisis de los
organismos y de los documentos con los que se trata de introducir la
ideología de género. Entre estos últimos concede particular valor a los 29
principios de Yakarta, que fueron formulados en 2007 por un grupo de
«famosos expertos», sin autorización ni legitimación, en un encuentro
privado que tuvo lugar en la capital indonesia. En marzo del mismo año,
estos principios fueron presentados a la opinión pública en la sede de las
Naciones Unidas en Ginebra. La Unión Europea los acogió enseguida y comenzó
a imponerlos a instituciones, hospitales, tribunales… y también en
guarderías y escuelas. Porque, como explica la autora en otro capítulo,
para destruir el fundamento de la familia se debe socavar la unión
heterosexual, algo no muy fácil entre adultos que son heterosexuales en su
gran mayoría. Sin embargo, los niños y los adolescentes pueden ser formados
fácilmente, sobre todo si quien ocupa el ministerio de las políticas
familiares comparte esta ideología. Como documenta Kuby, cada vez más a
menudo en las escuelas y jardines de infancia los niños son sexualizados
con juegos, cuentos y representaciones teatrales. De esta forma se les roba
la inocencia típica de la infancia. Se presenta a los niños una especie de
práctica sexual desviada como elección equivalente, animándoles a
experimentarla. Con ello su personalidad puede sufrir cambios
irreversibles. Además, las instancias estatales crean estructuras para
minar el derecho y la autoridad de los padres, a través de la educación
sexual generalizada y obligatoria, a partir de la escuela primara. En la
implementación de la ideología de género juega también un rol decisivo la
violencia lingüística y la pornografía, definida por la autora como la nueva plaga global. Mediante la creación de neologismos como
«gender», la sustitución de palabras como progenitor A (padre) y progenitor
(B) y el ataque al lenguaje, no solo se corrompen las palabras, sino que se
da origen a «nuevas realidades», ya que – como han pensado siempre los
ideólogos de todas las épocas – «no es la verdad que nos hace libres, sino
la libertad que hace la verdad».

En la última parte del libro (capítulo 11-15), Kuby analiza las armas que
el nuevo totalitarismo usa para combatir a los rebeldes: la intolerancia y
la discriminación. De esta forma la autora subraya la paradoja, ya
mencionada en el subtítulo, de buscar quitar la libertad en el nombre de la
libertad. Frente a esta dictadura relativista que instrumentaliza la
sexualidad para imponer una nueva concepción de la persona, la autora
aconseja formar la propia conciencia enraizándola en la verdad. Como
antídoto a las derivaciones de la ideología de género, ella propone no
educar en la sexualidad, sino en el amor.

Como escribe Spaemann en la introducción, se debe dar las gracias a la
autora por el valor de ir contracorriente, ofreciéndonos un ensayo que
ilumina lo que se esconde bajo los cambios lingüísticos, los modos
pedagógicos y académicos que a simple vista parecerían solo una extrañeza,
cuando en realidad son instrumentos de una voluntad de potencia
comprometida en la construcción de una nueva humanidad. Por ello creo que
este libro merecería ser traducido en las principales lenguas. Con este
fin, me permito hacer dos sugerencias a la autora. En primer lugar, revisar
los capítulos de la última parte para darle más unidad, quitando
repeticiones; en segundo lugar, distinguir al menos dos tipos de feminismo:
por un lado, el que ha luchado y continúa haciéndolo por el reconocimiento
de los derechos políticos y sociales de las mujeres, es decir por la
igualdad de la mujer como persona; y, por otro, el radical, que imita una
sexualidad masculina degenerada, por la cual el sexo se reduce al uso de la
genitalidad sin responsabilidad. De esta forma aparecerá con más claridad
lo que constituye el genio femenino, la donación, cuya reivindicación,
lejos de ser un obstáculo al amor, es la premisa.

(*) Antonio Malo es catedrático de Antropología de la Universidad
Pontificia de la Santa Cruz (Roma)

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