El paradigma “no differences”

La expresión no differences ha sido empleada en los últimos 20 años en una amplia variedad de estudios académicos en las ciencias sociales para indicar que los niños de las parejas del mismo sexo no muestran notables desventajas cuando se le compara con niños provenientes de otras formas de familia.

Sin embargo, han ido apareciendo evidencias empíricas que muestran la inconsistencia de ese paradigma. Los niños que se crían en un ambiente no heterosexual pueden tener más problemas, como los tienen quienes se forman en una núcleo “single”, es decir donde falta una pareja. Se apunta también a las carencias en cuanto al rigor de la mayoría de investigaciones “igualitaristas” existentes sobre el tema y sus sesgos. Así lo recoge la colección de investigaciones recopiladas en No Differences? How Children in Same-Sex Households Fare (Witherspoon Institute 2014), en la que se llega a la conclusión de que la mayoría de los estudios son deficientes, no concluyentes o realizados en pequeña escala. Esas carencias metodológicas, apresuradamente perdonadas por una comunidad académica demasiado preocupada por estar de moda, crea problemas pues ignora y oscurece la realidad.

¿Son distintos los resultados en los hijos criados en hogares formados por uniones del mismo sexo?

Loren Marks (Universidad del Estado de Luisiana) sostiene que la falta de fiabilidad de los estudios reside, en parte, en que la mayoría están basados en muestras pequeñas y de conveniencia. A pesar de ello, dice, este tipo de resultados han sido empleados por asociaciones como la Asociación Americana de Psicología (APA) para validar aspiraciones más ideológicas que científicas.

Mark Regnerus (sociólogo de la Universidad de Texas) también presenta una nueva y extensa evidencia científica que sugiere que existen diferencias en los resultados entre los niños criados en los distintos tipos de hogares. En el proyecto New Family Structures Study (NFSS), del que Regnerus fue investigador principal, se entrevistó a una muestra elegida al azar de gran tamaño (2.988) de adultos jóvenes americanos (18-39 años) provenientes de distintos modelos familiares. Los resultados obtenidos prueban la tesis de la existencia de numerosas y consistentes diferencias y concuerda con la idea de que los niños obtienen mejores resultados en distintas áreas cuando están criados en hogares formados por uniones estables heterosexuales. Concluye, además, con un recordatorio de los costes sociales de la ruptura familiar.

Una mirada sobre los resultados educativos

Las investigaciones de Allen, Pakaluk y Price se centran en los progresos escolares y en la idea de que una crianza afectiva juega un importante papel en el rendimiento escolar. Los niños criados en ambiente “homo” son menos propensos a hacer un progreso normal en la escuela en comparación con las familias heterosexuales casadas. No sólo, sino que también hay variaciones estadísticamente significativas en los resultados del niño entre las familias formadas por uniones de mismo sexo en función de si están formadas por dos hombres o por dos mujeres.

Allen, en un artículo dedicado a la escuela secundaria, afirma que los estudios están politizados y se basa en el Censo de Canadá de 2006 para tener una muestra aleatoria y amplia de casi dos millones de niños (17-22 años) a partir de seis diferentes tipos de familias. Midiendo con dos índices la realización del niño, la asistencia a la escuela y las posibilidades de graduación, encontró que aunque las parejas de personas del mismo sexo son propensos a enviar a sus hijos a la escuela secundaria como los padres de sexos opuestos, sus hijos tienen una probabilidad significativamente más baja de graduarse.

Validez de las investigaciones

Los autores coinciden en plantear la necesidad de hacer frente a las carencias metodológicas de la mayoría de los estudios existentes sobre el tema, basados casi todos ellos en pequeñas muestras no representativas, no probabilísticas y de conveniencia en las que sólo se reúnen los datos de las personas que se ofrecen voluntariamente a participar en los estudios. Esta información puede introducir sesgos y se precisa por tanto el uso de diseños metodológicos más rigurosos y pruebas estadísticas de más calidad ya que las existentes son inadecuadas para dibujar conclusiones generales sobre la población de padres del mismo sexo en general.

Frente a esos errores, ellos emplean grandes conjuntos de datos nacionales elegidos al azar, que aportan validez y exactitud a sus investigaciones. Mención especial merece la NFSS, cuyo equipo de diseño de la encuesta fue multidisciplinar en diversas áreas de investigación y el proceso de recolección de datos fue adecuado y representativo.

En consecuencia, estos estudios evidencian que es necesario que la comunidad académica estudie las consecuencias verdaderas que conlleva la convivencia de los niños en hogares formados por personas del mismo sexo, frente a las voces que se empeñan en decir lo contrario basándose en muestras de conveniencia y ausencia de datos relevantes. Esto puede plantearse como un interesante reto y abre nuevas vías de investigación en el interesante campo de la organización social y sociología de la familia.

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