El VII Congreso Mundial de las Familias ( www.worldcongress.org) se
celebró del 15 al 18 de mayo en la ciudad de Sydney, Australia. Más de 100
congresistas de muy diversas disciplinas y credos se dieron cita para
discutir la necesidad actual de articular una economía estableque sirva y
promueva como modelo cultural la felicidad de la familia.

El WCF (World Congress of Families) es una organización
internacional que se dedica desde hace varios años a defender la imagen de
la familia natural frente al desprecio constante e incluso hostilidad
abierta que recibe de ciertas entidades gubernamentales y de conocidos
movimientos culturales inspirados en la ideología de género que que quieren
cambiar la agenda pública sobre la familia. Desde 1997, esta iniciativa se
ha reunido en siete ciudades distintas, comenzando en Praga (1997), Ginebra
(1999), Ciudad de México (2004), Varsovia (2007), Ámsterdam (2009), Madrid
(2012) y ahora Sydney (2013).

El Dr. Allan Carlson, afamado pensador y activista norteamericano, fue
quien se dio a la ardua tarea de desarrollar y promover personalmente esta
iniciativa, eminentemente internacional y multicultural, tomando como base
e inspiración el artículo 16c de la Declaración Universial de los Derechos
Humanos:

La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene
derecho a la protección de la sociedad y del Estado.

En esta ocasión, el WCF tomó como sede el “Australian Technology
Park”, magna nave industrial ubicada Redfern, a unos 15 minutos del Sydney
Opera House, icono y símbolo de la ciudad y de su éxito. Como es costumbre,
el Congreso fue iniciado con la intervención del Dr. Carlson, quien expuso
los lineamientos generales del evento, así como los agradecimientos
correspondientes a los participantes y a su comité organizador. Su ponencia
se puede resumir en las siguientes tres ideas: más hogar, más vida
familiar, más economía. “El mundo actual –comentó Carlson– necesita con
urgencia más hombres y mujeres que sepan construir hogar
(home builders & home makers).

Los participantes, académicos, activistas y pensadores sociales de todo el
mundo, asistieron a Sydney con el fin de discutir a grandes rasgos la
necesidad actual de re-vincular el proyecto económico mundial con las
exigencias de las familias actuales. El origen de las tradiciones
religiosas, profesiones y sociales de los congresistas era muy variado,
aunque no por ello menos cordial y ameno: desde pastores luteranos,
patriarcas ortodoxos, sacerdotes católicos, judíos, musulmanes, algunos
miembros de la prensa, fundadores de movimientos sociales y profesores
universitarios.

El primer día del Congreso quedó marcado por las sabias palabras de mi
maestro y amigo Peter Elliott, Obispo Auxiliar de la ciudad de Melbourne y
director del John Paul II Institute for Marriage and Family
(Australia), quien resaltó la importancia de defender la institución
matrimonial frente a la sutil confrontación de un mundo cada vez más
secularizado y distanciado de las tradiciones cristianas. Se puede afirmar
que esta idea marcó la principal directriz del todo el congreso.

Posteriormente, el Dr. Bradford Wilcox, Director del National Marriage Project de la Universidad de Virginia, explicó
con estadísticas duras la importancia de la presencia del padre de familia
en la crianza saludable de un hogar con hijos, así como las consecuencias
previsibles ante la posibilidad de su abandono. Más adelante, el Dr.
Patrick Fagan, conocido médico y pensador social irlandés, explicó las
consecuencias demográficas de un mundo que ha dejado de lado el deseo de perpetuar su propia existencia. La fórmula mágica que el Dr. Fagan
expuso para dar sustento a esta idea es la siguiente:

de la irracional separación entre la religión y el matrimonio y la
familia deviene el “invierno demográfico”… el cual está apunto de
acabar con algunas de las naciones más antiguas e importantes de Europa
y del Mundo.

La conclusión del Congreso quedó reflejada en la formulación de la Declaración Oficial del VII WCF-Sydney, que recoge las ideas
centrales del evento a modo de propuesta social y política. En ella se
afirma contundentemente la necesidad emergente de una economía productiva
que sea sostenida por familias sólidas. Esto queda avalado por
investigaciones científicas en las que se muestra de modo fehaciente las
ventajas que tienen los niños que nacen en hogares estables en términos de
salud, educación y formación humana. Son ellos quienes se han de convertir
con el tiempo en adultos y ciudadanos protagonistas del desarrollo –no solo
económico– de todo país y nación.

Sin embargo, para lograr que nuestro sistema económico actual favorezca y
satisfaga las necesidades reales de hogares familiares con hijos, el WCF de Sydney ha recordado a la humanidad, entre otras cosas, que:
1) el sistema económico debe servir a la familia, y no la familia a la
economía o al Estado; 2) queuna economía doméstica debe poner en su centro
la vida del hogar como un auténtico artificio de salud social; 3) que las
empresas y los gobiernos deben considerar y respetar en sus sistema de
tabulación de pagos y sus políticas laborales las necesidades de la familia
natural; 4) que el GDP (PIB) se debe redefinir para incluir el valor
económico del trabajo no-remunerado realizado en el hogar (y en la
comunidad) por las familias; 5) que se ha de estudiar el concepto del Family Wage (Salario Familiar) en con vistas a redefinir el actual
sistema de tabulación de salarios e impuestos de tal modo que se pueda, en
la práctica, favorecer la familia natural.


El Dr. Rafael Hurtado Domínguez es docente en el Departamento de
Humanidades de la Universidad Panamericana-Guadalajara (México)

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