Who do we trust? La confianza lo es todo… incluso ante una crisis global
Desde hace 20 años, Edelman Trust realiza una encuesta
mundial sobre la confianza que la sociedad deposita en cuatro macroáreas:
Gobierno, empresas, medios de comunicación y organizaciones no
gubernamentales (ONG)
. La encuesta parte del presupuesto que la confianza es de gran importancia
para el orden social.
A partir de una muestra de 36.000 personas de 28 países, la
encuesta de este año
ha sacado a la luz datos muy relevantes que hablan de la
profunda incapacidad de las sociedades para hacer frente a los retos de
esta época
.
¿Sociedad global en crisis? Estas son las principales razones
Hay cuatro factores que Edelman señala como explicativas de esta situación
de crisis
1) la creciente desconfianza en el gobierno y los medios de comunicación
2) la excesiva dependencia del mundo empresarial
3) la creciente brecha entre ricos y pobres
4) el fracaso del liderazgo
Lo que más preocupa a los ciudadanos son las perspectivas económicas a
corto plazo: en Italia, sólo el 27% cree en una mejora de las condiciones
de vida -de las suyas y de las de su familia-, una cifra en línea con las
principales democracias desarrolladas, como Alemania (22%) y Francia (18%),
pero también con Japón (15%). Sin embargo, China, Colombia y Kenia tienen
más confianza.
También disminuye la fiabilidad de los medios de comunicación tradicionales
y sociales, que sólo se preocupan por ganar likes y audiencia. Una cuestión
de importancia fundamental es la calidad de la información.
Un 76% de los encuestados dice temer la difusión de noticias falsas y
su instrumentalización
. A nivel global,
sólo el 26% de las personas consideran fiables las noticias que reciben
. Los italianos se encuentran entre los más atentos a este aspecto:
alrededor del 35% afirma adquirir las noticias con regularidad y comprobar
su fiabilidad antes de compartirlas.
Los repetidos fracasos de los gobiernos a la hora de abordar los problemas
sociales y climáticos también han provocado
un aumento de la confianza de los ciudadanos en otros actores sociales,
las empresas y las ONG
, que, sin embargo, no están dotadas de las herramientas necesarias para
poder afrontar por sí solas los retos actuales. El sector empresarial es
considerado más competente que el gobierno. En este ámbito, se concede especial importancia a los CEO: el 60% de los
encuestados espera que su CEO informe y alimente el debate público sobre
cuestiones sociales y temas más relacionados con los derechos, como la
igualdad salarial, la discriminación o la inmigración.
También contribuye a la situación de crisis el aumento de las diferencias
entre ricos y pobres: la brecha sigue creciendo sin control, ampliando la
brecha que ya estaba presente en años anteriores. Mientras que las personas
con ingresos altos siguen confiando en las instituciones, las personas con
ingresos bajos son cada vez más desconfiadas, lo que deja espacio para las
teorías conspirativas, el populismo y la difusión de noticias falsas.
Por último, el fracaso del liderazgo ha generado desconfianza en los
líderes tradicionales de la sociedad y ha reforzado el papel de las
empresas y las ONG, consideradas como motores competentes y eficaces del
cambio positivo. Entre los encuestados, sólo el 42% confía en su presidente
de gobierno, por debajo de los periodistas (46%) y los CEO (49%). Este
mecanismo da lugar a una confianza local y dispersa en lugar de jerárquica.
El 77% de los encuestados afirma que confía especialmente en su empleador,
seguido de las empresas, con un 61%, las ONG, con un 59%, el gobierno (52%)
y, por último, los medios de comunicación (50%).
La confianza en los empresarios es especialmente alta en Italia, donde se
mantiene estable en el 76%, pero también en India (90%), México (85%) y
Arabia Saudí (82%), mientras que es menor en países europeos como España
(72%), Alemania (71%) y Francia (67%). Entre los líderes, en cambio,
mientras que la credibilidad de los científicos (75%) sube fisiológicamente
5 puntos, la de sus colegas de trabajo (74%), la de las autoridades
sanitarias nacionales (sube 10 puntos hasta el 63%) y la de su CEO (66%) se
mantiene muy alta.
¿Cómo debemos proceder?
Ante estos hechos, una pregunta surge de forma natural: ¿cómo podemos hacer
frente a la crisis actual si no confiamos en quienes se supone que van a
resolver esta crisis? Las referencias de antaño han perdido su autoridad.
Otros han tomado el relevo, pero debido a su función no pueden responder y
prever toda una serie de problemas actuales.
Sin duda, es necesario establecer un nuevo equilibrio en el que cada figura
implicada desempeñe su papel y todos trabajen juntos por el bien de la
sociedad. Sin embargo, para que esto suceda, el enfoque debe cambiar del
interés propio al bien común.
Ahí está el problema, el virus que asola nuestras sociedades hoy en día:
nos centramos sólo en nuestro propio interés, olvidando que el buen
funcionamiento de una sociedad no puede dejar a nadie atrás. Nuestra mirada
es como un cono del que vemos la punta en lugar de la base.
No se trata de descuidar el oikos, la esfera privada, sino de
considerarlo dentro de la polis. Esto es necesario si se
quieren evitar los desequilibrios y las lagunas
.
El mecanismo está dañado en la base, o más bien en el vértice. La
revolución debe empezar desde arriba. Hay que restablecer los valores y
pasar a la acción concreta. Las palabras vacías no sirven. Sólo con esta
inversión ética, en las acciones, será posible actuar contra las tendencias
negativas en las que nos encontramos hoy.