“Los jóvenes de hoy no tienen ideales: no creen en nada. Carecen de la fuerza, el entusiasmo, las ganas de cambiar el mundo”. Escucho a menudo esta queja.

No sé si también entre mis lectores hay quien piensa lo mismo. Si es así, intentaré que cambien de idea. Es verdad que muchos chicos están desanimados y no consiguen luchar, o se dejan anestesiar por diversiones frívolas y propuestas vacías.

Sin embargo, hay jóvenes que aman, luchan y esperan. Tengo el honor de conocer a algunos. Es más, tengo el honor de conocer jóvenes que, unidos, defienden gratis aquello en lo que creen. Me refiero a Universitarios pro vida, un grupo de estudiantes que, cada uno según sus posibilidades, promueve el respeto por la vida desde el seno materno.

Family and Media ha pedido a este grupo que explique qué hacen. Clara, la presidente, y Fabio, un colaborador, responden:

“Universitarios pro vida”, un nombre, una misión. ¿Quiénes sois y de qué os ocupáis?

Nos definimos como un grupo de amigos que comparte el mismo ideal: defender la vida desde su concepción hasta la muerte natural. Pensamos que, en la universidad, es necesario difundir la cultura de la vida y favorecer la información sobre este tema. De acuerdo con las posibilidades de cada uno, escribimos artículos para defender la vida desde todos los puntos de vista: científico, filosófico, jurídico… Organizamos cursos de formación con expertos, promovemos actos e iniciativas culturales, como conciertos y congresos. Damos hojas informativas a los estudiantes, y les mostramos las características de un feto de 12 semanas. Estamos trabajando en la elaboración de folletos detallados sobre aborto y eutanasia, y queremos trabajar en los consejos de facultad para que las estudiantes embarazadas tengan más ayudas, para que la maternidad esté protegida también en el ámbito universitario.

¿Cuándo y por qué nace vuestro movimiento?

Universitarios pro vida nació espontáneamente hace tres años. “Después de haber participado en la marcha pro vida en Roma – dice Clara, la fundadora del movimiento- me sorprendió el número de asociaciones presentes. Sin embargo no había ningún grupo de estudiantes pro-life. Así surgió la idea de Universitarios pro vida, el primer grupo de jóvenes que difunde la cultura de la vida en los lugares de estudio y formación: escuelas y universidades. La primera iniciativa consistió en una “panfletada” en la Facultad de
Derecho de la III Universidad de Roma. Todavía recuerdo aquel día: un amigo iba a ayudarme, pero no pudo venir a causa de un imprevisto de última hora. De todos modos, decidí empezar yo sola, aunque obviamente tenía dificultades. Al cabo de diez minutos se me acercó una amiga que no veía desde hacía mucho tiempo, y comenzó a ayudarme. Luego llamó a otras amigas suyas. En pocos minutos éramos unas cuantas. Lo vi como una señal: lo importante es empezar, luego el resto vendrá solo. Hoy, el movimiento está en muchas otras ciudades italianas”.

¿Sobre qué bases éticas se basa vuestro mensaje?

Como asociación somos aconfesionales: la cuestión de la “vida” no afecta sólo a la fe, sino también al sentido común y a la razón de todo ser humano. Creemos que existe una ley natural inscrita en el corazón del hombre: “No matarás al inocente”. Y pensamos que el derecho a la vida se puede justificar racionalmente, sin necesidad de la religión.

En nuestro grupo hay agnósticos o ateos, y no es algo excepcional: hace algún tiempo recogimos en nuestra web un artículo en el que una abogada americana, atea y pro-life, Kelsey Hazzard, explicaba sus razones en favor de la vida.

Para la propia formación usamos como libro base uno de Mario Palmaro (docente y bioético, fallecido hace algunos años), Aborto&194, fenomenología de una ley injusta, (Editor: SugarCo, 2008), que es muy claro y eficaz en la exposición. Muchas veces oímos a personas de la órbita pro-life la frase: “personalmente, estoy contra el aborto, pero soy favorable a la ley 194, que ha legalizado el aborto en Italia”. Pero si uno está en contra el aborto, no se puede estar a favor de una ley que lo permite. En este libro se explica muy bien este asunto.

Publicáis también una página Facebook, con frases concisas, claras e incisivas…

Para nuestra página de Facebook elegimos citas de personajes célebres, “memes” o fotos, porque son muy directas y hacen reflexionar a las personas sin el esfuerzo de leer textos, que, por su naturaleza, son más exigentes. Vivimos en un tiempo en el que es crucial elaborar buenas síntesis de los contenidos, para que el mensaje llegue al mayor número posible de personas. En nuestra página web, en cambio, incluimos también artículos sobre hechos de actualidad (nacional e internacional) o de opinión sobre diferentes temas.

Quizá algunos os consideren “extremistas”, porque abortar es visto cada vez más como un derecho…

Sí, nos consideran extremistas, porque ponemos en entredicho la validez de ese supuesto derecho. A nuestro entender, antes de hablar de “derecho a decidir” en materia de aborto, es preciso preguntarse dónde nace este derecho. Invitamos a todos a hacerse una pregunta: ¿Qué naturaleza tiene lo que está en el seno materno después de la concepción?

Porque si el concebido es solo un objeto, cualquiera puede ejercitar los poderes que corresponden al propietario. Pero si es – como, de hecho, es- un ser humano vivo, con su individualidad, su DNA, completamente distinto y separado del organismo materno que lo cobija, entonces goza de un derecho inalienable a la vida, que sobrepasa con creces un eventual “derecho a decidir”
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Recientemente, en Family and Media hemos publicado un artículo sobre las dificultades en términos de libertad de expresión que encuentran quienes defienden la vida desde su concepción.
¿Habéis tenido problemas de censura?

Es lamentable, pero sabemos bien de qué se trata. Hemos tenido problemas con algunos “tolerantes”, “pacíficos” y, sobre todo, “democráticos” grupos feministas, que combaten contra los pro-life. No han faltadograves insultos, amenazas de muerte, y bromas macabras (de muy mal gusto), sobre todo en las redes sociales. No damos ejemplos de estos ataques sólo por respeto hacia los lectores. La apoteosis de esta violencia se manifestó, el 9 de octubre pasado en el departamento de Filosofía y Letras de la Universidad La Sapienza de Roma, donde fuimos agredidas por grupos extremistas, que hicieron pedazos nuestras hojas informativas y echaron a perder los alimentos que habíamos llevado para compartirlos con los estudiantes de esa facultad (sobre este incidente informaron periódicos nacionales como Futuro o Il Giornale). Hace unos días, esos mismos grupos se manifestaron contra la violencia a las mujeres. Era poco después de haber atacado a unas jóvenes que tenían ideas diferentes de las suyas. En resumen, “eres libre de pensar como quieras, siempre que pienses como yo”.

¿Qué dirías a quien quiera unirse a vosotros?

En primer lugar, le daría las gracias, porque encontrar jóvenes dispuestos a luchar por estos ideales no es fácil. Luego les explicaría la famosa frase de Martin Luther King:

“Nuestras vidas empiezan a terminarse el día en que nos callemos ante las cosas importantes”.

Y le invitaría a no desanimarse, aunque todo parezca ir en contra: si la verdad está de su parte, aunque sólo sea apoyada por un pequeño grupo de personas, con el tiempo triunfará.

Un mensaje que quieres lanzar a quien nos lea…

Os pedimos, sobre todo a vosotros, jóvenes: no os dejéis anestesiar por esta cultura de muerte, disfrazada de presunta compasión y libertad; aunque sea dominante, es inhumana, deshumanizante e injusta. Tened el valor de ir contracorriente, de pensar con vuestra cabeza. Encontrad dentro de vosotros las ganas de vivir y esa vibración que os puede hacer excelentes y eficaces combatientes en una sociedad que lo necesita tanto. Sed voz de los sin voz, y defended lo bueno y bello que hay en el mundo, sin caer en compromisos que únicamente os harán daño. Para aquellos que ya luchan por la vida: No cejéis. No estáis solos. La causa por la que peleáis es nobilísima y debemos estar orgullosos. Dondequiera que estéis, uníos a nosotros, porque juntos seremos más fuertes, y podremos llegar al corazón de muchas personas, a pesar de que, a veces, el bien parezca sepultado y adormecido bajo una densa capa de ideología, de comodidad o de indiferencia.

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