Leo ha fundado un grupo de amigos, formado por chicos ingresados ​​en el hospital, que se apoyan entre sí, afrontando unidos su dolor. Esta es la historia propuesta en Braccialetti Rossi ( Pulseras rojas), serie dramática con muchos seguidores, transmitida por Rai 1 desde el 26 de enero de 2014.

En la tercera temporada, concluida recientemente después de haber acompañado a los fans durante ocho semanas, Leo, enfermo desde hace años, está al borde de la muerte: padece un tumor agresivo, del que –según las estadísticas- sólo se cura un paciente de cada diez … no parece que vaya a estar entre los afortunados, porque los tratamientos no están dando resultados positivos.

Junto al drama de Leo, el de sus amigos: Bobo, con una grave malformación cardíaca, Nina con cáncer de mama, Flam, con problemas de visión. Al lado de estos chicos, médicos atentos, apasionados, sensibles, dotados de profunda humanidad, nuevos compañeros de viaje y viejas “pulseras”, curados y, sin embargo, profundamente unidos a aquellos que todavía están luchando.

De dónde nace la historia

Braccialetti Rossi es la versión italiana de Polseres vermelles, la serie catalana. Las vicisitudes contadas se han tomado de una historia real, relatada en el libro autobiográfico del escritor español Albert Espinosa, curado después de haber estado enfermo de cáncer durante diez años.

El valor de la vida, siempre

Leo sabe que puede enfrentarse a la muerte, pero acepta su vida tal y como es. En una especie de sueño, se le ofrece la oportunidad de “cambiarla”, de tener una vida “normal”, en la que la enfermedad no se hubiera dado. Para esto, tendría que renunciar a sus amigos y a su novia, conocidos “gracias” al cáncer.

Si al principio la propuesta le entusiasma, en poco tiempo se da cuenta de que no quiere cambiar nada de lo que ha pasado, y decide aceptar su historia, porque ve que en los años transcurridos en el hospital ha estrechado vínculos sinceros, únicos, que lo han enriquecido y cambiado.

Leo revela así un aspecto antropológico esencial, que nuestra sociedad olvida con mucha frecuencia, pues se piensa que el bienestar es lo primero. Pero el hombre necesita amor, relaciones auténticas, incluso más que el pan y la salud.

En la ficción, además, aunque hay pocas menciones a Dios o a la esfera religiosa, hay varias referencias al más allá y a la posibilidad de una vida después de la muerte: los autores parecen decirnos que nuestra existencia no está destinada a agotarse “aquí”, porque es parte de un proyecto más amplio. “Te amaré dondequiera que estés”, dice Leo a su novia antes de enfrentarse a una operación delicada, de la que puede no despertarse.

Ser luz para los demás

Leo, agotado por la enfermedad, se preocupa más de sus amigos que de sí mismo, y decide crear una radio para infundir valor a los que se encuentran en su misma situación. A través de las ondas explicará su propia experiencia y la de otras “pulseras”. Quiere dar testimonio de que “la oscuridad es distinta del vacío”, como dice una de las canciones de la banda sonora de la ficción: es preferible el dolor, vivido al lado de quienes nos aman, al vacío del egoísmo, la indiferencia y la soledad, quizá en condiciones de bienestar físico y material.

La dignidad propia de cada ser humano

La ficción tiene el mérito de defender la dignidad de la vida en cualquier modo que se presente -aunque sea de breve duración o contaminada por la enfermedad-, y en todos sus estadios.

Cris, novia de Leo, descubre que espera un niño: es muy joven y sabe que hay muchas posibilidades de tener que criar ella sola a este hijo. La familia quiere obligarla a abortar, pero ella defiende “su pequeño”: es una criatura microscópica, sólo tiene tres semanas, pero ese niño “tiene derecho a nacer como todos los demás”. Dice que ya lo ama muchísimo y que lo traerá al mundo a cualquier precio.

Por esta decisión, Cris es expulsada de su casa, pero recibirá el apoyo de sus amigos. También Leo reacciona positivamente a la noticia: es feliz porque va a ser padre, y ve en el niño un estímulo más para sanar. “Es sólo un garbancito – dice, señalando el pequeño punto que apareció en la pantalla durante la ecografía – pero ya lo quiero con todo mi corazón”.

No hay ninguna distinción, por lo tanto: La vida es vida, y merece respeto y amor siempre…

Algunos “defectos” de la serie

La especta cularización -y tal vez un excesivo dramatismo- del dolor y de la muerte llevan a veces a la ficción a caer en el sentimentalismo. También algunos pasajes de la historia son irreales, y muy previsibles ciertos golpes de efecto.

Además, junto a bellísimos valores, hay otros negativos: por ejemplo, la sexualidad se vive de una manera poco responsable, en tiempos no maduros.

Por último hay que señalar que se da más importancia a la amistad que a la familia, que queda relegada a “esfera relacional de segunda división”.

Una de las series más popular entre los jóvenes

El balance sigue siendo positivo: “Pulseras rojas” es una de las pocas series capaces de pregonar de modo muy convincente que la vida puede ser muy hermosa, en cualquier contexto… Y la determinación, el coraje, la tenacidad, la ternura, la unión entre los protagonistas puede ayudar a aquellos que se encuentran en circunstancias similares.

Por este motivo, la serie es muy popular, especialmente entre los jóvenes: aquí, en Family and Media, hemos podido comprobarlo por medio de una encuesta realizada el verano pasado con adolescentes. Partiendo de esta serie nacieron debates muy interesantes, y muchos jóvenes encuestados dijeron que la ficción consigue mostrar claramente la importancia de la amistad, de la solidaridad, el apoyo en el sufrimiento, aspectos que, según ellos, consiguen que la calidad de la vida sea muy superior.

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