Pactos digitales: cuando la educación se comparte entre familias
“He tenido que ceder, porque todos sus compañeros ya lo tenían”. Muchas veces los padres justifican así sus decisiones acerca de la educación digital de los hijos.
Esto mismo vale para el móvil, los videojuegos, la tableta, la televisión, la entrada en las redes sociales etcétera. ¿Existe una alternativa posible al simple adecuarse de forma acrítica y uniforme a las decisiones educativas de los demás? ¿Hay alguna forma de ‘resistirse’ a las presiones de los hijos, allí donde se piensa que no haya llegado todavía el momento para que estos hagan una determinada experiencia?
Pactos digitales: ¿qué son?
En Italia existe la página www.pattidigitali.it, que propone a las familias de establecer un pacto – dentro de una clase, de un grupo parroquial, de un club deportivo u otros contextos similares – para comprometerse a seguir un recorrido compartido en muchas decisiones importantes ligadas a la relación de los niños o preadolescentes y la tecnología.
La presencia cada vez más masiva de las tecnologías digitales pone una serie de interrogantes no siempre fáciles de resolver, y por ello la colaboración se hace cada vez más necesaria.
La iniciativa ha sido promovida por la Universidad Bicocca, con las asociaciones Aiart Milano, MEC y Sloworking y ofrece una ayuda concreta a los padres en cuestiones de educación digital. Lo que alienta a los promotores es la constatación de que el reto digital sólo puede afrontarse juntos, según un modelo de educación comunitaria.
¿Qué se establece en un pacto digital?
La profesora Stefania Garassini, docente de Edición Multimedia, Content Management y Periodismo Digital en la Universidad Católica de Milán, explica cómo funciona un pacto digital.
Esbozando los tres puntos principales de este ‘contrato’, el primero se refiere a la edad de introducción de los distintos dispositivos (con la propuesta de esperar hasta el principio de la secundaria para dar un smartphone personal), el segundo se centra en el compromiso de padres e hijos de seguir cursos de formación sobre el uso de las tecnologías, con encuentros de profundización e intercambios de experiencias, destinados sobre todo a fomentar un uso compartido y creativo de las tecnologías en familia. El tercer punto trata el aspecto de las normas: se pide a los grupos que deseen firmar un pacto que mantengan los smartphones transparentes para los padres hasta los 14 años, que se establezcan lugares y horarios de uso (categóricamente prohibidos en la mesa o en la cama) y que se respeten siempre las restricciones de edad para aplicaciones, videojuegos y redes sociales.
Dispositivos digitales y creatividad
Un aspecto muy importante, continua la Profesora Garassini, autora, entre otros, de Clico y educo. Padres e hijos en la era de las redes scoiales (“Clicco quindi educo. Genitori e figli nell’era dei social network”) es acostumbrar a los niños a ver estos instrumentos como un medio para expresar su propia creatividad y no sólo para recibir pasivamente contenidos realizados por otros. Se puede empezar con actividades muy sencillas, como poner en orden las fotos de las vacaciones o hacer un video juntos sobre un tema que sea interesante para los jóvenes. El objetivo es ayudarles a utilizar los instrumentos de forma activa, encendiendo la fantasía, en vez de consumir pasivamente los contenidos producidos por otros. La creatividad, además, es necesaria también para firmar un pacto digital: debe ser conforme a las necesidades de cada grupo. Se pueden añadir otros objetivos, además de los ya establecidos, ligados a cada contexto específico.
Para que sirvan como ejemplo, en la web se puede ver el elenco de los pactos ya firmados (en Milán ya funcionan en dos colegios, mientras que en el municipio de Vimercate y escuelas y realidades territoriales de Friuli-Venecia-Giulia han promovido iniciativas parecidas) y toda la información necesaria para firmar un pacto digital.
¿En qué países existen los pactos digitales?
La iniciativa más parecida a la realizada por la red de ‘Pactos digitales’ es Waituntileighth («espera hasta el octavo grado’ que en el sistema escolar en los EEUU correspondería a la edad comprendida entre 12 y 13 años) que propone un pacto firmado entre padres para comprometerse a esperar antes de dar un smartphone a sus propios hijos. En la web http://www.waituntil8th.org ofrecen también recursos útiles para los padres, como un elenco de alternativas posibles al smartphone en la edad de transición entre la primaria y la secundaria. En los Estados Unidos son muchas las iniciativas de los padres que proponen vías de información y acción para un mejor uso de la tecnología dentro de la familia. Una de las realidades más interesantes es FOSI (Family Online Safety Institute), comprometido desde 2007 en acciones de concienciación hacia los legisladores e información y ayuda a los padres en la educación mediática.
Son pequeños pasos, pero estamos a lo mejor sólo al principio. Si queremos convivir con la tecnología durante mucho tiempo, cada vez será más necesario “domesticarla”.