En nuestro portal hemos hablado a menudo de los efectos nocivos de la pornografía. También hemos hablado del peligro de la pornografía infantil y de la posibilidad -no tan remota- de que las fotos de nuestros hijos colgadas en las redes sociales sean utilizadas y difundidas en círculos poco limpios. Ahora queremos abordar otro problema: la exposición de los niños a contenidos sexualmente explícitos, a los que pueden acceder en YouTube, en la televisión y a través de los chats de Internet.

¿Qué peligro corren nuestros hijos al encontrarse con imágenes pornográficas que no son capaces de procesar? ¿Es un problema real y potencialmente cercano a nosotros? No hace mucho, una mujer me contó un problema que surgió en la clase de su hija.

Un niño (estamos hablando de 10 – 11 años) empezó a utilizar contenidos pornográficos en su teléfono móvil y comenzó a comportarse de forma inapropiada con sus compañeras. Se dirigía a ellas con expresiones vulgares, las invitaba a ir al baño con él, de hecho las acosaba, incluso físicamente. La situación se hizo tan insostenible que se discutió en los consejos de clase. De hecho, las chicas estaban alteradas, asustadas; sus compañeros se dejaron arrastrar. Y lo que más sorprendió a la mujer que me lo contaba fue que el niño en cuestión «venía de una buena familia», no tenía ninguna situación parental aparentemente problemática y los «padres no eran ignorantes», es más, era hijo de una respetada profesora de liceo. Otro padre, cuya hija tiene 12 años, me contó que surgió una discusión entre los padres de esa clase porque en el chat privado del grupo de compañeros, los niños eran supuestamente abordados por pedófilos al abrir un enlace.

Los padres de los niños se enzarzaron en una espiral de acusaciones mutuas buscando al «culpable». Y estos son sólo ejemplos concretos, muy cercanos a mí (están en un radio de 2-10 km de donde vivo) y que he escuchado con mis propios oídos. Lo cierto es que en una época hipertecnológica como la nuestra, aumenta exponencialmente el riesgo de que los niños reciban estímulos no adecuados para su edad o caigan ingenuamente en las trampas. Y, al vivir en una sociedad hipersexualizada, es mucho más probable que empiecen a investigar sobre estos temas porque están intrigados. Un estudio de búsqueda en la red que investiga el comportamiento de niños y jóvenes en Internet revela que «sexo» y «porno» están entre las palabras más buscadas por niños y adolescentes.

La empresa de seguridad informática Symantec -analizando 3,5 millones de búsquedas a través de su servicio de seguridad familiar OnlineFamily.Norton, que vigila el uso que hacen los niños y adolescentes de Internet- identificó las 100 búsquedas más frecuentes entre febrero y julio.

En el top 10, las palabras «sexo» y «porno» aparecen en cuarto y octavo lugar.

¿Qué nos dice esto? Hace dos años fui a un centro que trata varios tipos de adicción para entrevistar a dos terapeutas sobre el trastorno específico de la adicción al sexo. Uno de los temas fue la hipersexualización de la sociedad y la falta de implicación de los padres en el proceso de descubrimiento del cuerpo en los niños.

Uno de los médicos me dijo concretamente: «Los niños tienen preguntas y es normal. Quieren descubrir su cuerpo, su afectividad. El problema no son las preguntas, ni el hecho de que busquen respuestas. El problema es dónde van a buscarlos. Hay de todo en la red, y ciertamente muchos contenidos no son una respuesta adecuada a sus «cómos» y «porqués»: sólo provocan una sobreexcitación que no pueden manejar. Sin embargo, ¿por qué acuden a la web para buscar estas cosas? Porque en casa falta un diálogo tranquilo, relajado y abierto sobre estos temas. El sexo suele considerarse un tabú, los padres se avergüenzan, por lo que el joven no siente que pueda hablar de ello con sus padres y va a buscar respuestas en la web o con sus compañeros”.

En definitiva, Internet nos está sustituyendo como adultos de referencia y esto ocurre muy a menudo, aunque apenas seamos conscientes de ello (una encuesta revela que el 95% de los padres no tiene ni idea de que su hijo está utilizando contenidos sexualmente explícitos de alguna manera). Más adelante intentaremos ofrecer consejos prácticos para evitar que nuestros hijos acaben en lugares virtuales que no son apropiados para su edad y nivel de desarrollo. Por el momento, nos limitaremos a reflexionar con usted sobre esto: es importante responsabilizarse del crecimiento emocional de nuestros hijos. Si los dejamos a merced de ellos mismos, no los estamos dejando libres, en realidad somos culpables de dejar un vacío.

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