En YouTube, trap es una de las palabras más buscadas por los jóvenes. Cada día recibe millones de visitas en Spotify. Según la clasificación internacional de la plataforma de streaming musical más célebre, las canciones trap figuran entre las más escuchados en 2018, y la tendencia es que seguirán creciendo sin parar.

Una mezcla de música y palabras acompaña gran parte de la jornada de chicos y chicas, a menudo muy jóvenes, adolescentes, y también pre-adolescentes quienes, que con su smartphone siempre conectado y los cascos puestos, consumen horas y horas de reproducciones de pasajes trap.

Qué es la música trap

La trap nació en el sur de los Estados Unidos al principio de la década de los noventa y es, en esencia, un subgénero del rap, o mejor del hip hop. En aquellos años la palabra trap comienza a difundirse en el slang juvenil, se utiliza con mucha frecuencia en las letras de algunos raperos como Cool Breeze, Dungeon Family, Ghetto Mafia y los Outkast. Se emplea para indicar las trap house, las viejas casas abandonadas en los guetos de Atlanta, en las que el tráfico de drogas y el consumo de sustancias estupefacientes son habituales, y donde muchos de los que entraban terminaban atrapados en ese “estilo de vida”. El significado de la palabra inglesa trap es precisamente ‘trampa’.
Así, los relatos sobre lo que pasa en esos pisos comenzaron a definir las características de un nuevo modelo musical, cuyos temas principales son las drogas, el narcotráfico y el dinero; a nivel sonoro, el ‘clásico’ rap, en el trap, cambia con la aportación de sintetizadores y baterías electrónicas. El sound se convierte en un producto de síntesis, casi enteramente realizado con un ordenador, y tampoco se necesitan grandes virtuosismos para convertirse en un cantante trap. También la voz se corrige mediante la utilización de AutoTune, un software que sirve para crear efectos vocales, y se utiliza para cubrir posibles errores de tono y ocultar los defectos de la voz.

Trap manía: no solo música, también vídeos

Con el tiempo la música trap se aleja progresivamente de los guetos, y cada vez es más conocida. Esto, gracias a la creciente popularidad de raperos como T.I., Young Jeezy, Gucci Mane, Young Thug, Migos, y también porque cantantes famosos han empezado a interpretar canciones trap. Hoy en día, la trap music, a nivel mundial, puede ser considerada un verdadero fenómeno cultural, que ha alcanzado increíbles niveles de audiencia y ha conquistado los primeros puestos en las listas de éxitos internacionales. De paso ha perdido la connotación de música underground y en las letras se ha diluido el mensaje sobre el deseo de redención. Queda como típico del género, en casi todos los cantantes más famosos, la referencia al medio ambiente originario, la pandilla, la atmósfera de la trap house como lugar símbolo de un estilo de vida hecho de drogas, sexo, dinero fácil, mujeres objeto, trajes de marca, ‘desmadre-diversión’ como conjunción indisoluble. Son todos elementos característicos de una narración que es la “banda sonora” de la vida de muchos jóvenes. Esta música no solo se escucha, sino que se ve también muchísimo.

La construcción de la imagen del trapper, que garantiza ganancias y éxito, siguiendo las nuevas reglas del mercado musical, pasa inevitablemente a través de los vídeos de las canciones. Los videos representan las letras, las describen con más o menos detalle. Se exhiben casas y coches de lujo, joyas, relojes caros, trajes de marca; se consume droga, se “usan” las mujeres. A menudo hacen de telón de fondo los barrios de origen del trapper; el mensaje es que también desde allí (a menudo se trata de barrios periféricos) se puede tener éxito en la vida por medio de la música. Con la música puedes hacer dinero y comprar ropas de las marcas más caras, llevar cadenas de oro al cuello, desmadrarse rodeado de una nube de humo. Las drogas son las protagonistas de los vídeos y los relatos de los trapper. Las más presentes son la marihuana y la purple drank, que se obtiene mezclando jarabe a base de codeína y refrescos con gas. Un cóctel de efectos sedantes y psicoactivos bastante fácil de realizar, también porque en muchos países no es necesaria receta médica para comprar el medicamento. El uso de estas sustancias aparece en casi todos los videos de los cantantes trap, caracteriza muchas de las letras, y los artistas lo admiten sin pudor alguno en entrevistas periodísticas y en relatos de Instagram. La relación entre las drogas y la nueva música no es una novedad. Podríamos decir que ha existido siempre: basta pensar en el vínculo entre drogas y parte del rock en los años setenta y algunas piezas de la disco music de los años ochenta, por citar algunos ejemplos. Nada nuevo, pues, como no es nuevo el deseo de redención que la música ha tratado de interpretar siempre, junto a la transgresión y rebelión juvenil, en busca de la afirmación de la autonomía y la liberación de la cultura dominante. La novedad, en este caso, está quizás en los números y en la difusión.

Los videos de los trapper están en Youtube y tienen millones de visitas, así como en Instagram. Este tipo de música tiene un enorme éxito en Internet, a través de todo tipo de redes sociales. Para contar las reproducciones en las plataformas musicales hacen falta cifras de seis números.

Trap: ¿moda pasajera o nuevo fenómeno cultural?

La trap music, nacida para dar voz a un malestar social, incluso como contracultura, ¿se está convirtiendo en un fenómeno cultural? Si le damos un sentido antropológico, como hecho vinculado al modo de ser y caracterizar a un grupo, en un determinado contexto histórico, entonces sí, la trap music y todo lo que representa se está convirtiendo en un fenómeno cultural. Y asumir esto como punto de partida para ulteriores reflexiones puede servir para captar sus verdaderas dimensiones, no sólo en lo cuantitativo, sino también en lo cualitativo. Esta fue la perspectiva de investigaciones y estudios realizados desde los comienzos del año dos mil, que han tenido en cuenta, por ejemplo, como la música rap ha pasado de condenar el uso de drogas a exaltarlo, y avalorar la relación entre este tipo de actitud musical y el incremento real de consumo de estupefacientes en la franja juvenil interesada en escuchar la música rap.

En 2008, investigadores de la Universidad de Berkeley de California publicaron un estudio que puso de relieve como el número de referencias a la droga en la música rap creció progresivamente desde que este género revolucionó la música pop.
En las canciones más recientes, las referencias a las drogas tienen tres veces más de probabilidades de estar relacionadas con el glamour y la riqueza que en títulos anteriores, y siete veces más probabilidades de insistir en el consumo de droga como diversión o como acompañamiento al sexo.

Los trapper son modelos para los jóvenes fans que los siguen. Escuchar, a veces sólo oír, sin prestar apenas atención al significado de las palabras, tararear letras, que se repiten de modo obsesivo en la cabeza, seguramente influye en el modo de hablar, pues el lenguaje cotidiano queda monopolizado por el slang. Expresiones que antes podían ser consideradas vulgares pasan a ser adecuadas y están en boca de todos, o casi, y no impresionan ya a nadie. Y al mismo tiempo uno se acostumbra a pensar que los hechos corresponden a las letras, que la vida es puro desmadre. Y esto, porque la palabra es performativa, más aún a causa de la fuerza comunicativa de quien la utiliza. El cantante de éxito se convierte en modelo de referencia, en ídolo para los que “reciben” el mensaje y que, tarareando una y otra vez, acaban por imitar los gestos, el lenguaje, la forma de presentarse.

La música trap no gusta sólo a los jóvenes, desgraciadamente también a los jovencísimos, para quienes parece tener un atractivo particular. Sobre todo, los más pequeños resultan capturados por este tipo de propuesta musical, porque ofrece un modelo que sirve para hacerse notar, para construirse una identidad específica, en una fase evolutiva caracterizada precisamente por el proceso de autoconstrucción. El trapper resulta un modelo de exhibicionismo con el que se identifican los más jóvenes, buscando aprobación, persiguiendo el mayor número de likes posibles. A menudo, con la complicidad de las redes sociales, este tipo de música se escucha de modo superficial. Pero esto no debería quitar importancia al problema que supone la repetición de un lenguaje y unos conceptos determinados, sobre todo teniendo en cuenta que nuestra percepción del mundo y de las relaciones humanas pasa  inevitablemente a través de las palabras. La expresividad característica de la música trap representa un instrumento privilegiado de observación de la realidad, que transmite a menudo una imagen donde predomina el éxito de las apariencias, donde el logo se convierte en fetiche y viene esgrimido para afirmar una identidad, que se está aún buscando con desesperación.

El papel de los adultos

El riesgo que muchos adultos sienten es “perderse” entre música y palabras. Pero atrincherarse detrás de una barrera y considerar la percepción del peligro como una especie de escudo, detrás del cual colocarse en actidud de defensa, no hace más que aumentar las distancias y subrayar esa diferencia que, en algún modo, cierta música pretende interpretar. Considerar la dimensión real del fenómeno puede contribuir, en cambio, a incrementar la conciencia de que un “acompañamiento” en la descodificación de los mensajes puede contribuir a ponderar su alcance real. Es necesario que los adultos, junto a los más jóvenes, comiencen a descodificar los “input” visuales y textuales de esta música, en las familias y en las escuelas, sin demonizarla, pero interpretándola para hacer evidente la peligrosidad de ciertos mensajes.

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