Carta abierta de Family Party: «¡No perdamos nuestras raíces!»
En calidad de presidente de Family Party y, tras haberme consultado con mis socios, quiero escribir esta carta abierta dirigida a todas aquellas personas que están comprometidas en el mundo de las asociaciones familiares, y también a todas aquellas que siguen creyendo que la familia formada por un hombre y una mujer es el eje y el fundamento de una sociedad sana y equilibrada.
En la coyuntura histórica en la que estamos se está discutiendo sobre el futuro de las familias en distintos ámbitos de la política y de la sociedad, por ello siento el deber de defender nuestro credo, nuestras tradiciones y valores que no pueden ser echados por la borda por la voluntad de una minoría de colectivos que, inspirándose a principios de libertinaje, deja pasar el criterio según el cual «yo soy lo que siento o decido ser».
Me refiero a la teoría del género que, mediante nuestros parlamentos, el europeo y los nacionales, está intentando desencajar siglos de historia –desde cuando existe el ser humano en la tierra– queriendo afirmar el principio de que el «género» es algo ambiguo, que depende del modo en que uno se siente uno, y que incluso puede cambiar con el tiempo. No habría “sexo” (hombre y mujer) sino género (todas las opciones posibles).
Pero me pregunto, ¿dónde están todos los estudiosos, científicos, profesores, historiadores que deberían indignarse frente a estas afirmaciones, o rebelarse contra la forma en que la política llega a decidir cambiar el curso de la Historia y de la Ciencia? No se trata de una guerra de principios ni de una guerra entre buenos y malos, sino de una toma de posición de personas que, detrás de una diversidad que nadie quiere negarles, quieren afirmar un derecho y al mismo tiempo imponérselo a la mayoría.
Después de haber hecho una pequeña encuesta entre nuestros socios, y estando nuestra asociación formada por familias, padres, madres, pero también por personas que se han separado o se han vuelto a casar, solteros, parejas sin hijos o que los han adoptado, no «confesionales» y sin ninguna subordinación vínculo religiosa, puedo asegurarles que estuvimos todos de acuerdo con la idea de que sólo existen el género masculino y femenino, sólo un tipo de familia, la que está formada por un hombre y una mujer.
Respetamos cualquier forma de pensar aunque sea distinta de la nuestra, pero no estamos dispuestos a asistir al cambio de la sociedad hacia un concepto de familia en el que no nos vemos reflejados, porque nos preocupan sus efectos en las nuevas generaciones y también en el desarrollo socio-económico del mundo entero. Algunos economistas sostienen que no puede haber desarrollo sin que se dé un equilibrio entre los distintos factores que componen nuestra economía, y una sociedad en la que no hay crecimiento demográfico está destinada a fracasar. La historia nos enseña que el crecimiento demográfico se ha dado en aquellas zonas del mundo en donde ha habido familias que engendraban hijos y los han criado de forma sana y armoniosa. Tal vez tengamos que dirigir nuestra atención sobre cómo resolver las crisis familiares; quizás la política debería preocuparse por cómo ayudar a las familias que se separan, dándoles soporte económico y psicológico, porque una pareja que se separa siempre representa un trauma para los hijos y los cónyuges mismos. Tal vez debamos reflexionar un poco más sobre el hecho de que la unión entre un hombre y una mujer que constituyen la familia es lo mejor en que podemos invertir nuestras vidas.
¿Cómo podemos cambiar las cosas? Deseo que todos ustedes reflexionen sobre estos asuntos para luego llevar sus ideas al contexto laboral, familiar y social en el que viven. Desde 2008 con Family Party intentamos hacerlo a través de momentos lúdicos, organizando fiestas, excursiones, viajes para las familias, amén de momentos dedicados a la formación con profesionales expertos en asuntos familiares, en donde cada uno puede compartir la felicidad que le deriva de su propia experiencia y atestiguar lo noble y elevada que es la elección de formar una familia.
Muy pronto se nos llamará para dar nuestro testimonio sobre lo que aquí se ha afirmado, porque estas nuevas teorías quieren entrar en nuestros hogares, escuelas, tal vez ya hayan entrado, y por tanto tenemos que estar dispuestos a defender nuestro pensamiento, a lo mejor explicándoles a nuestros hijos cómo están las cosas realmente, o deteniéndonos a hablar con otros padres. No temamos parecer poco evolucionados o conservadores, tenemos que respetar a los demás pero también hacer que ellos nos respeten, y si cada uno defenderá su postura, quizás podamos hacerles entender que estamos realmente interesados en el bien de todos.
A modo de ejemplo quisiera traerles la imagen de un árbol que está siendo desarraigado con todas sus raíces, para describir lo que está aconteciendo, y creo que es la forma mejor de expresar el peligro que estamos corriendo.
Quiero terminar con un llamado a todas las personas que comparten nuestra visión, pero también a los que tienen otras ideas: «Intentemos destacar lo que nos une más que lo que nos enemista. Intentemos proteger a nuestros hijos ofreciéndoles un mundo mejor. Renunciemos un poco a nuestro egoísmo y pensemos más en el bien común».