LA VIDA DESPUÉS DEL PARTO
En el año 2012 circuló por Facebook una carta de autor aparentemente desconocido que hace referencia a un diálogo, ciertamente fantasioso pero contundente, entre dos bebés que están a punto de nacer. Haciendo una simple investigación, parece ser que el autor es el escritor francés Jaques Salomé (Toulouse, 1935) y la carta es un extracto de un texto de su autoría. Dejando para otro momento la exploración del texto original, aquí presento mi versión ampliada y complementada, haciendo alusión a diversos elementos un tanto olvidados en torno al nacimiento de toda vida humana.
En el vientre de una mujer embarazada, un par de bebés dialogaban sobre un tema de gran calado:
“¿Tú crees en la vida después del parto?” –preguntó uno.
“¡Creo que sí! –contestó el otro– Pienso que ese día será el comienzo de una nueva etapa para nosotros. Seremos más libres y más plenos. Para eso llegamos aquí: prepararnos para ese gran momento”.
“¿En verdad crees eso? Pero, no tenemos evidencia alguna de esa vida.Incluso todo lo que tenemos aquí no apunta hacia una “vida mejor”.
“Yo tampoco estoy seguro, pero algo me dice que habrá más luz y más espacio. Podremos movernos con mayor facilidad e incluso desarrollaremos nuestras extremidades y sentidos. Sospecho incluso que podremos hacer esto mismo que estamos haciendo con los demás: dialogar”.
“Qué cosas tan raras dices”. No concibo un mundo en el que utilicemos nuestras extremidades para desplazarnos. No sé a qué te refieres con eso de desarrollar nuestros “sentidos”. ¿Dialogar? En fin. Por ahora, lo que te puedo decir es que la vida después del parto no es viable porque implicaría desconectarnos del cordón umbilical, y esto implica la muerte.
“A mí también me aterra pensar que nos desconectaríamos del cordón umbilical. Pero hay momentos que, cuando estamos en silencio, escucho un cierto “palpitar”, una pulsación que se acelera repentinamente que me hace
sentir especial. También escucho “voces” que parecen dirigirse a nosotros. ¿No serán estos fenómenos un claro indicio de que hay “alguien” afuera que nos está esperando?
“¿Piensas que “alguien” nos espera después del parto? Ahora sí me estás preocupando. Que escuches voces o que sientas palpitares que te hagan sentir especial es cosa tuya. Lo que sí es verdad es que hemos crecido mucho últimamente y ya no hay espacio suficiente para que vivamos los dos en este lugar tan limitado y oscuro. Para mí, es mejor que llegue el día del parto y dar fin a esta inexplicable y ridícula existencia”.
“Escucharte hablar así me entristece, pero entiendo tu postura. Hay días que dan ganas de simplemente dejarse llevar y no darle más vueltas al asunto. Sin embargo, algo me dice que ese “alguien” que nos espera es muy especial. De hecho, sospecho que no será un “alguien” sino unos “alguienes”: veremos a mamá y a papá y ellos nos cuidarán”.
“¿Mamá y papá? ¿Tú crees en ese disparate? ¿En unos progenitores que nos engendrarán y educarán para siempre? ¿No te suena un tanto esclavizante?
Ahora sólo falta que me digas que también tendremos hermanos, primos, tíos, en incluso abuelos. Créeme, todo lo que me cuentas son puros mitos, ilusiones, añoranzas de una existencia irreal que nos quitan identidad.
Recuerda, somos seres individuales, libres y autosuficientes. La vida, irremediablemente, se acaba después del parto y no hay nada que lo impida”.
“¿Te parece muy extraño o esclavizante hablar de mamá o papá? ¿De hermanos, primos y abuelos? ¿Pero qué no te das cuenta que mamá y papá están en todos lados? Siento que actualmente vivimos en mamá, y fue papá quien nos dejó aquí encargados por un tiempo de preparación para la vida que nos espera.
Lo mismo les pasó a ellos en su momento, y también a nuestros hermanos y primos”.
“Respeto tus ideas. Sin embargo, te comparto lo siguiente: ninguno de nosotros ha visto a mamá y a papá, hermanos, primos, etc. Por lo tanto, es lógico pensar que no existen y la evidencia lo corrobora. A final, el día del parto está cerca y ya nada importará, pues todo se perderá en la nada”.
“Puede que tengas razón, pero yo también te comparto lo siguiente: creo que el cordón umbilical está conectado a mamá y cuando ella come, nosotros nos alimentamos. Hay días que, cuando estamos en silencio, escucho a mamá y a papá hablar de nosotros, de lo mucho que nos quieren y de cuanto desean tenernos en sus brazos. Sospecho que están esperando con ansias el día del parto, que será cuando por fin los conoceremos. Puede que esté equivocado, pero yo ya quiero nacer y conocerlos”.