Especialmente para los apasionados del cine de animación es imposible a estas alturas no haber oído hablar – al menos una vez en la vida- de los Estudios Ghibli. No solo porque es el estudio de animación japonés más famoso y aclamado del mundo, sino porque gracias a su fundación en 1985,

Hayao Miyazaki finalmente pudo dar vida a sus proyectos, y crear obras maestras universalmente calificadas de únicas e inimitables.

¿Quién es Hayao Miyazaki?

Nació el 5 de enero de 1941 en Bunkyō (Tokio). Aunque estudió Ciencias Políticas y Economía, Hayao retomó su pasión adolescente por el “anime” (dibujos animados) y el manga (cómic), y entró a formar parte como diseñador de la Toei Animation Company.

Sus primeros éxitos fueron algunos episodios de la serie de tv «Lupin III», en concreto «Lupin III – El castillo de Cagliostro», y «El olfato de Sherlock Holmes»-, aunque la primera obra escrita e ilustrada por Hayao es de 1982, cuando publica Nausicaä del Valle del Viento en la revista Animage. Dos años después, dirige una película de animación basada en esa obra. El éxito conseguido le anima a fundar su propio estudio junto con Isao Takahata, los Estudios Ghibli.

Su trabajo ha obtenido los premios más importantes de las Academias cinematográficas: dos Óscar (a la mejor película de animación en 2003 por El viaje de Chihiro, y al conjunto de su trayectoria en 2014); un Oso de Oro de Berlín también por El viaje de Chihiro (2002) y un León de Oro de Venecia a la trayectoria (2005).

Las creaciones de Miyazaki y de su estudio, que han logrado el consenso unánime tanto de la crítica como del público, han dejado una huella en el mundo de la animación cinematográfica capaz de cambiar la consideración y los prejuicios que aún minaban el universo del “anime”, permitiéndole ir más allá de los límites del Sol Naciente.

La sensibilidad y delicadeza, la belleza y las sugestivas atmósferas con las que es capaz de contar historias sorprendentemente reales y siempre actuales, consiguen involucrar no solo a un público muy joven, sino atraer y conquistar a todos, al margen de la edad. Las películas de Miyazaki interesan a cualquiera.

Lo que más distingue a este autor es la capacidad de contar historias auténticas a través de lo fantástico, y lo verdadero parece fantástico, pero no ficticio.

Haz el propio himno de tus batallas

Las creaciones de Miyazaki recuerdan un mundo onírico: los sueños y fantasías de la infancia cobran vida entre colores al pastel, imágenes alegóricas y contextos a veces surrealistas. La magia en estos escenarios no reside tanto en poderes mágicos, que son representados con mucha habilidad, ni en personajes que recuerdan la forma más clásica del cine fantasy, sino más bien en lo que no se ve y en lo que no se dice: consigue que sus obras y los mundos en que se mueven sean originales y únicas.

Es muy complejo describir con palabras la intensidad de cada relato. Son auténticos poemas visuales y musicales, con los que el autor expresa sus ideas, sus sentimientos, sus experiencias vitales directas.

Cada historia es muy distinta de las anteriores, y el tema que les da color es tangible, pero no predominante, con el fin de lograr una narración coherente e inmersiva

Para Miyazaki, el tema del vuelo es casi una obsesión: una pasión heredada genéticamente de su padre Katsuji, ingeniero copropietario de una fábrica que producía piezas de aviones, y que siempre tuvo una fuerte influencia en Hayao desde niño. Para él, como también cuenta en varias entrevistas, volar es una especie de liberación de la gravedad. En sus obras es un concepto muy recurrente y liberador para cada uno de sus protagonistas.

Como ya se comentó, representa sueños y deseos con poética naturalidad, pero la sensibilidad de Miyazaki emerge y lo eleva a la categoría de maestro y referencia primaria en el cine de autor contemporáneo cuando expone la cruel realidad.

No existe el bien absoluto, como no hay un mal absoluto en sus obras: cada personaje tiene una profundidad y una amplitud de facetas que definirlos con los términos tradicionales de buenos o malos sería reductivo y poco realista.

Los protagonistas de las películas de Miyazaki son siempre muy jóvenes, y siguen un camino de crecimiento y madurez que, a menudo, se realiza a través de experiencias con un fuerte impacto emocional y que marcan sus vidas. En Mi vecino Totoro, los dos pequeños protagonistas se trasladarán con su padre a un pueblecito rural, pudiendo así visitar con más frecuencia a su madre, hospitalizada a causa de una grave enfermedad.
Lo mismo sucede en Se alza el viento, donde el tema del dolor y la pérdida es central en la película ghibliana.

Ambas obras son referencias explícitas a episodios que marcaron la infancia del mismo autor: su madre, Dola, sufría de tuberculosis.

La búsqueda constante de una musa

En el mundo, la importancia de la inspiración es frecuente y, sin embargo, poco reconocida, o al menos incomprendida. Hay quienes consideran que «tener inspiración» es una especie de emulación, más que un homenaje, y de este modo terminan por menospreciar la obra en sí.

En cambio, en el arte, es fundamental entender el camino del artista, para notar y comprender el cambio y la maduración que le lleva a convertirse en verdaderamente tal y con su propio estilo, único y definido. Miyazaki no se limitó repetir. Reconoce que ha robado algo a cada uno de los autores que ha estudiado, reelaborando después el material para hacerlo completamente suyo y único.

Hay compatriotas suyos que atrajeron el interés de Hayao, como el director Akira Kurosawa, pero también muchos autores occidentales, como el escritor e ilustrador francés Jean Giraud, la escritora Ursula Kroeber Le Guin, y las obras de Roald Dahl sobre pilotos y aviones.

A pesar de que Miyazaki ha superado el umbral de los ochenta años, y de haber anunciado varios años antes su intención de retirarse de la escena para dar entrada a su hijo Gorō, legándole todo su patrimonio cultural y artístico, Hayao Miyazaki, simplemente, no puede mantenerse alejado de su trabajo por mucho tiempo.

¿Cómo vives? es el último proyecto anunciado por los Estudios Ghibli, y según uno de los miembros del estudio de producción japonés, Miyazaki podría estar a punto de terminarlo.

«Lo que Miyazaki plantea es algo más que una reproducción de la realidad.
¡Es la realización de una imagen que va más allá de la realidad!», afirma Toshiyuki Inoue, veterano animador de los Estudios Ghibli.

Es la realidad de la vida: el tiempo pasa para todos, envejecemos y corremos el riesgo de quedarnos atrás. Pero Miyazaki nos ha acostumbrado a su capacidad no solo de mantenerse al día con los tiempos, sino incluso de anticiparlos.

A sus ideas y a su talento debemos obras maestras, eternas, magníficas.

A su moral debemos mensajes de esperanza y preciosas enseñanzas de vida.


A su historia debemos el porvenir de la animación cinematográfica.

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