Decides tomar un descanso entre una cosa y otra y abrir Facebook o
Instagram impulsado por la curiosidad de «ver» lo que sucede en el mundo,
más allá de las cuatro paredes de tu casa o de las rutinas habituales a las
que, por lo general, estás acostumbrado. Comienzas a navegar por la página
de inicio y te das cuenta de que el 70% del tablero está atascado por tus
«amigas» que, publicando una foto de su voluminoso vientre, escriben
descripciones como «Mamá y papá te están esperando», «Ha crecido medio
quilo», «Te estoy esperando principito», etc., actualizando así a sus
seguidores sobre el continuo progreso de su gestación. Pero eso no es todo.
A medida que avanzas, te encuentras con un evento social en vivo, en el que
tu amiga, cercana al inminente nacimiento, siente la necesidad de informar
a sus «seres queridos» sobre el feliz acontecimiento.

Perplejo, desconectas y empiezas a reflexionar sobre cómo el vivir de
sensaciones y comunicarlas en la red se ha convertido, para muchas
personas, ¡en una necesidad!


¿Por qué compartimos fotos del embarazo en las redes sociales?

Hasta hace poco, el embarazo era un momento íntimo que se compartía
principalmente con la pareja, la familia y lo que realmente podríamos
llamar «nuestros seres queridos».

Hoy, sin embargo, la mayor parte del tiempo, sentimos la necesidad de
compartir este importante momento con todo el mundo. La pregunta que surge
espontáneamente es: ¿por qué? ¿Cuáles son las razones que empujan a una
futura madre o padre a publicar la imagen de la ecografía de su hijo?

Una posible razón podría ser la emulación, es decir, el deseo de imitar a
otros. «Vi a mi amiga publicando la foto de su vientre y recibió mucha
atención, ¿por qué no puedo hacerlo yo también? La ecografía de mi hija es
más bonita que la tuya», «los famosos y los influencer lo hacen,
¿qué daño hace si publico la foto de mi bebé recién nacido?” No pretendo
dar lecciones de psicología a nadie, sólo preguntarme qué hace que el
contexto social actual proponga y muestra como acontecimiento inofensivo
algo sobre lo que, en realidad, deberíamos hacernos algunas preguntas antes
de postar: ¿Somos conscientes que tenemos el deber de proteger a nuestros
hijos de situaciones peligrosas, que podrían dañar su imagen, así como su
estado físico o psicológico actual o futuro?

Antes de publicar una foto, pensemos

Antes de publicar la foto del feto o del recién nacido, pensemos por
ejemplo con cuáles «amigos» compartiremos nuestra foto. ¿Son amigos de
verdad en los que confiamos o también lo compartiríamos con conocidos o con
personas que hemos conocido por pura casualidad en nuestras vidas y de las
que, en la práctica, no sabemos nada? ¿No queremos quitar el filtro
«público» en esa red social? ¿A cuántas potenciales personas les daremos la
posibilidad de ver y, por lo tanto, el poder de descargar, editar y guardar
imágenes en su disco duro? Recordemos que hoy en día el mundo social no
sólo está poblado por cuentas que utilizan plataformas online de forma
ética y moral, sino también por perfiles creados por personas con una
naturaleza y un propósito concreto, consciente o inconscientemente
negativo, como por ejemplo la pedofilia, la pornografía infantil, las
identidades falsas, etc…

Cada uno de nosotros, cuando valora, juzga y decide convertirnos en padre,
se toma su tiempo para tomar conciencia de la responsabilidad que implica
dar a luz y criar a un hijo. Es la misma responsabilidad parental a la que
se refiere la ley a la hora de hablar del matrimonio y de los derechos y
deberes de padres e hijos y que incluye la obligación de los padres «de
mantener, instruir, educar y asistir moralmente a sus hijos, respetando sus
capacidades, inclinaciones naturales y aspiraciones» y la obligación de
emprender cualquier acción en defensa de sus intereses. Hasta la fecha,
existen numerosas intervenciones legislativas europeas y nacionales
centradas en el derecho «digital» del niño no nacido, para regular este
tipo de fenómenos que pueden afectar a la intimidad de la familia.

Entonces, ¿qué sería correcto y adecuado compartir en nuestras redes
sociales? Primera respuesta: ¡Cualquier imagen que no dé poder a otros para
invadir nuestra privacidad! ¿Un ejemplo? Fotos sobre vientres en
crecimiento o de personas felices durante las compras frenéticas en busca
de pañales con descuento.

Redescubramos la emoción de la intimidad del embarazo

El mundo de los medios sociales es un escaparate donde lo importante es
aparecer, no ser; así que tengamos cuidado: ¿Le gustaría ver a su hijo
expuesto en un escaparate? ¿Estamos seguros de que nuestra actitud no
oculta alguna falta de atención hacia nosotros mismos o simplemente miedo
y/o inseguridad? ¿Nos gustaría que un día nuestro hijo, al ver nuestro
perfil, nos criticase por publicar una foto vergonzosa de él sin su
consentimiento?

Cerremos, por tanto, nuestro smartphone y dediquemos nuestro tiempo real a
vivir esas emociones y disfrutar de esos momentos importantes con aquellas
personas que realmente se lo merecen, siempre teniendo en cuenta que,
aunque concebidos por nosotros, ¡los niños, después de todo, no son nuestra
propiedad!

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