Discapacidad y confinamiento: cómo no dejar a nadie fuera
El 31 de diciembre de 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó de la presencia de un brote de lo que, inicialmente, parecía una «simple» gripe. Después se transformó en una «neumonía de causa desconocida», descubierta en el epicentro de Wuhan, en la provincia de Hubei, China. En realidad -como todos sabemos a estas alturas- era la pandemia de Covid.
En un clima de incertidumbre generalizada, hemos cambiado hábitos y estilos de vida «por el bien de todos». Y si padecen temor, miedo, dificultades, personas autosuficientes, ¿cómo habrán vivido este periodo las personas con discapacidad?
Confinamiento y discapacidad
Las actuales herramientas a nuestra disposición permiten conectarnos a amigos, parientes, colegas, incluso a distancia de cientos o miles de kilómetros. También existen métodos efectivos incluso para los más afectados por las restricciones de la pandemia, por su condición de aislamiento “obligatorio”: los discapacitados.
Es fundamental dar apoyo constante a las personas con discapacidad, proporcionándoles asistencia social y rehabilitación sanitaria, que garantice la posible adquisición de competencias para poder vivir de modo independiente determinadas acciones diarias, o para recuperar temporalmente capacidades o habilidades perdidas, y por tanto centrar la rehabilitación en su «mantenimiento».
Incluso hoy, el concepto de «discapacidad» se entiende erróneamente por muchos como un mero sinónimo de «invalidez», física o mental, bien por nacimiento o derivada de un accidente. Desde 2001, la OMS (Organización
Mundial de la Salud) publica la IFC (International Classification of Fuctioning, Disability and Health), una herramienta de clasificación que describe cómo la discapacidad es una consecuencia de una relación compleja entre la condición física, los factores ambientales y la salud, que por tanto puede dar lugar a una incapacidad para integrarse plenamente y participar plenamente en la vida social.
La tecnología ayuda a la discapacidad de muchas maneras. Equipos de expertos trabajan dentro de grandes empresas sobre la accesibilidad de los productos (tecnológicos o no) para obtener un avance innovador que puedan utilizar todos.
De una población mundial de 7.800 millones de personas, más de 1.000 millones tienen alguna discapacidad. Esto significa que el 13% de las personas del planeta sufren una discapacidad. En otras palabras, las personas que necesitan productos y servicios más accesibles son un porcentaje alto de la población mundial.
El término «accesibilidad» se refiere al diseño de productos, dispositivos, servicios o entornos para personas con discapacidad, ya sea permanente, temporal o situacional.
En el diseño de estos servicios se evalúa una multitud de factores según una lógica integral e inclusiva: si un producto o servicio es fácil de usar para una persona con discapacidad, mejorará también la práctica de los demás.
¿Cómo no dejar a nadie fuera?
Estamos demasiado acostumbrados a leer noticias sensacionalistas con un impacto negativo. Sobre todo en el último año, habremos leído artículos periodísticos con cierta indignación porque las instituciones no han sido capaces de ayudar a la población en muchos aspectos, olvidando muy a menudo a quienes tienen mayores dificultades. Pero existen ejemplos de positividad, bien concretos, que deberían replicarse a gran escala.
Esto no significa ignorar los problemas que experimentan las personas con discapacidad, pero tal vez estos últimos puedan entenderse mejor en forma de pequeñas píldoras divertidas, «supositorios» como los de Carmelo.
Carmelo Comisi es el Presidente de la ONG Disability Pride, que durante el confinamiento dio el pistoletazo de salida a una mini serie web «Los supositorios de Carmelo», que cuenta los problemas de las personas con discapacidad en su rutina diaria. Una nueva forma de satirizar lo que él llama una Sit down Comedy.
No son solo vídeos divertidos. Disability Pride nació en Italia en 2015 a partir de una idea de Carmelo Comisi, con la contribución voluntaria de «muchos amigos», con el objetivo de reclamar la inclusión efectiva de las personas con discapacidad. A lo largo de los años se ha convertido en una red (Disability Pride Network), una red nacional e internacional abierta y en constante expansión, formada por personas con discapacidad, sus amigos, y todos los «aliados» sin discapacidad, que comparten los mismos valores y objetivos, y promueven una nueva forma de vivir, pensar y valorar a las personas con discapacidad.
Volvamos a la pregunta inicial. Para no dejar a nadie fuera, debemos partir de lo inherente al ser humano y que, si se aplica eficazmente, aporta muchos beneficios: la información, la cooperación -y por qué no- la sonrisa.