¿De verdad es oro todo lo que Google nos regala?
¿Quién de nosotros puede prescindir de Google? Se trata del motor de búsqueda más utilizado del mundo, cuyo dominio fue registrado el 15 de septiembre de 1997. Es un servicio que se encarga de indexar y catalogar todos los elementos presentes en Internet, como fotos, vídeos, documentos, correos, noticias, mapas, traducciones…
Cada vez que utilizamos Google, entregamos una cantidad ingente de información a los servidores de la gran compañía californiana; ésta la utiliza para estudiar nuestras costumbres y, según dice, para prestarnos un servicio mejor. Se trata del concepto de la llamada “elaboración de perfiles”, abordado en el artículo: Cómo nos espían en Internet: Cinco consejos para proteger nuestros datos en la web.
¿Qué datos recoge Google?
Cuando Google nos pide datos, solemos compartirlos sin hacernos demasiadas preguntas. En la sección política de privacidad de Google, figura la tipología de datos recogidos, divididos por categorías:
● “Contenidos creados por ti o que tú nos proporcionas”: son datos que se dan, generalmente, para la creación de una cuenta: por ejemplo, el nombre de usuario, la contraseña, el número de teléfono y -si se quiere compartir- un modo de pago. Cuando usamos sus servicios, Google toma los contenidos que generamos, cargamos o recibimos de otros. ¿Un ejemplo? Los “emails” que escribimos y recibimos, las fotos y los vídeos que salvamos o compartimos, los textos y documentos de trabajo que realizamos o los comentarios que dejamos sobre los vídeos de YouTube, etc.;
● “Datos que tomamos cuando usas nuestros servicios”: por ejemplo, el tipo de navegador que estás utilizando, información sobre tu dispositivo (si es Android o Apple, tus settings, cuál es tu operador, etc.), tu dirección IP, es decir tu Protocolo de red en el que se basa el funcionamiento de Internet, qué aplicaciones del Play Store descargas e instalas;
● “Tus actividades”: por ejemplo, los términos que buscamos, los videos que vemos, los anuncios que clicamos, las informaciones transferidas por medio de las funcionalidades de audio y voz de nuestro dispositivo, las compras, la información sobre los contactos con los que comunicamos o compartimos contenidos, las actividades de la jornada, los sitios que visualizamos y, probablemente, las informaciones presentes en los archivos de log (un registro en el interior de nuestro dispositivo que contiene dentro información);
● “Información sobre tu posición”: las informaciones que compartimos utilizando el GPS, la dirección IP y los sensores (dispositivos que interactúan en directo con el sistema utilizado).
Lo enumerado es sólo una parte de lo que diariamente transferimos a los archivos electrónicos de datos de Google, cuyos servicios tienen también la finalidad de indexar información sobre nosotros que no deriva directamente de nuestra actividad. Todo lo que otros escriben sobre nosotros es registrado en la gigantesca memoria del coloso de la web.
Hay que añadir que Google -como otros colosos de la web- trabaja en colaboración con sus clientes, socios y anunciantes para, según sus propias palabras, “ofrecer servicios de búsqueda y publicidad para su interés”.
Nada es gratuito, todo tiene un precio
Google ofrece numerosos servicios útiles, pero ¡todo tiene un precio! ¿Qué les mueve a ser tan generosos? ¿Cuántas veces habéis proporcionado vuestros datos personales inscribiéndoos en algún servicio o descargando una aplicación, pensando: “Total, es gratis”? El verdadero modelo de negocio de Google somos nosotros, nuestros datos, las huellas que dejamos cuando navegamos, consumimos, visualizamos o clicamos una publicidad. Sin esta información, el sistema económico
de Google se hundiría. Pero la cuestión no es esta. Yo puedo elegir conscientemente entregar mis datos a alguien, como hago con mis ahorros y objetos de valor. Yo elijo si prefiero tener el dinero guardado debajo del colchón de mi casa o si lo deposito en un banco. La cuestión es otra: somos ignorantes, porque no hemos comprendido aún el valor real que tienen esos datos.
Y por tanto, quizás al final, nos merecemos el mail que es spam, las llamadas continuas de los call center o la pérdida de nuestra identidad. Porque, si no sabemos el valor de nuestros datos, nunca los protegeremos.
Gestión de la privacidad
¿Es posible decidir qué información ceder o no a Google? Dentro de las opciones de Google hay lo que yo llamaría una consola, un equipo que permite controlar, corregir y gobernar algo llamado Control privacy, que permite examinar y modificar importantes planteamientos sobre privacidad.
Se subdivide en:
● Gestión de actividades: podemos gestionar las informaciones de las actividades en la web y las app, la cronología de las posiciones, la información de nuestro dispositivo, la actividad vocal y audio, la cronología de las búsquedas en YouTube y la de las visualizaciones en YouTube;
● Gestión de los anuncios: gestión de las preferencias sobre los anuncios -a los que ya nos hemos referido- que nos proponen.
● Informaciones personales: podemos decidir cuáles queremos que sean más o menos visibles y, por tanto, públicas, o no.
● Consejos compartidos: en esta sección se puede decidir que el nombre se vea o no junto a las
actividades.
La gran defensa es el equilibrio y el sentido común
Seamos sinceros: los servicios de Google son necesarios, para muchas cosas de la vida personal o profesional. Pero quizá el precio comienza a ser alto. No podemos malvender a Google nuestra vida personal a cambio de algunos servicios, hasta el punto de hacernos sentir como los protagonistas de un Gran Hermano o de un Truman Show.
¿Qué hacer? No se puede eliminar la tecnología de nuestra vida. Pero podemos decidir con parsimonia qué datos personales proporcionamos o no, dando valor a cuanto se refiere a la vida privada, desde el número de móvil a la dirección de casa o las fotos de las vacaciones. Quizás a Google le duela, pero nuestra vida quedará más en nuestras propias manos.