Hemos visto que, entre los artículos más leídos de 2020, está

Diez consejos para comunicar mejor dentro de la familia.

El interés mostrado hacia ese texto puede tener relación, al menos en
parte, con el período de restricciones al que estamos sometidos desde hace
casi un año:

hay menos oportunidades de socializar o viajar, menos distracciones y
entretenimiento, podemos ver poco a los amigos y, en consecuencia, el
hogar se ha convertido en

el espacio físico y humano
más habitado por todos.

Durante largos meses, los miembros de la familia nos hemos convertido en
los únicos interlocutores «físicos»: voluntariamente o no, nos hemos visto
obligados a enfrentarnos a la propia realidad familiar, y quizá

comprobamos que el clima de diálogo y comunión… puede mejorar mucho.

¿Por dónde empezar?

No pretendo ser psicóloga (no es de mi competencia) ni mucho menos la arrogante orientadora familiar.

Quisiera sólo proponer algunos puntos de reflexión, que nacen del
observatorio de Familia y Medios y de mi experiencia personal.

1.

Obligarse a una saludable desconexión de la tecnología

En este portal hemos hablado numerosas veces de los posibles efectos
negativos de la tecnología en la familia y en las relaciones con los demás.

Por ejemplo,

hemos explicado los problemas que pueden surgir en los niños porque sus
padres están demasiado absorbidos por sus

smartphones
.

Si usted ha comprobado falta de comunicación en su familia, el primer
consejo es observar y controlar el uso de las pantallas (tabletas, TV,
teléfonos móviles), para ser conscientes del tiempo dedicado al mundo
virtual (si es necesario se puede incluso cronometrar), y obligarse (porque
hará falta un esfuerzo para cambiar los hábitos) a reducir el tiempo que se
pasa «en compañía» de la tecnología.

Si queremos lograrlo, debemos tomarnos este propósito con la misma
seriedad que un régimen alimenticio cuando realmente se necesita perder
peso.

2.
Da el primer paso si quieres cambiar de rumbo

Si notamos que hay falta de diálogo, no compartimos las cosas, no hay
armonía, ganas de hablar, de bromear, de sufrir juntos, no nos resignemos a
la situación (“Ya es tarde, no puedo hacer nada al respecto»): intentemos provocar el cambio que nos gustaría. ¿Cómo
querrías que el otro (marido/esposa, hijo/hija, hermano/hermana) se
preocupara por ti? Tratemos de mirar desde la perspectiva del otro. Cuando
las cosas tienen mal cariz, quizá haga falta algún tiempo para ver mejorías
(volvamos al ejemplo del régimen alimenticio: se necesita tiempo para ver
resultados importantes y duraderos), pero no renunciemos desde el inicio.
¡Debemos intentarlo y, sobre todo, hay que perseverar!


Volviendo a la tecnología, empecemos por cambiar nosotros, y luego
tratemos de implicar a los demás, ofreciéndoles alternativas.

Mientras escribo, acabamos de concluir otro «día libre de smartphones» en
mi casa, una iniciativa ideada por mi marido, que acogí con entusiasmo, y
está dando muchos frutos en la familia (era domingo por la tarde y, con
nuestros hijos, escenificamos quince veces Caperucita Roja:
¿habría sucedido alguna vez si hubiéramos sucumbido a la tentación de
responder al aburrimiento con los smartphones?)

3.
Formar en la
amabilidad

En las relaciones personales, es muy importante el modo de hablar. A
menudo, en casa no cuidamos “las formas» en la conversación, no usamos
siempre tonos educados y amables, a veces nos tomamos demasiadas
libertades, se desliza una mala respuesta, o al menos abrupta. A largo
plazo, esto daña la relación.

Tratemos de formarnos en amabilidad, sobre todo en la familia, donde
pasamos más tiempo y donde, aunque no salga espontáneamente, estamos
llamados a dar lo mejor y no lo peor de cada uno

.

Una vez terminado este artículo, también yo tendría que imprimirlo y
colgarlo encima de la cama, en la cocina, en cada habitación, para
recordarme que mis seres queridos merecen la mejor parte de mí. ¿Y si no
puedo? ¿Si contesto mal y me pongo nerviosa? Pido perdón y empiezo de
nuevo. Lo importante es no dejar nunca de trabajar sobre uno mismo.

4.

Desempolvar o introducir un lenguaje que manifieste el cuidado

Es muy importante crear un clima de unidad,

mostrar atención y preocupación unos por otros, hacer preguntas que
revelan interés por el estado de ánimo del otro

: «¿Cómo estás? ¿Qué tal te fue hoy? ¿Qué te preocupa? ¿Hay algo en lo que
pueda ayudarte? ¿Por qué estás triste? ….»

Parecen cosas obvias, pero en el tran tran de la rutina… ¿lo hacemos?

También es importante, evitar un nivel superficial en las conversaciones. Vale la
pena no tener miedo a mostrar tu lado más profundo: quizá así, el otro haga
lo mismo.

5.
¡Crea momentos, tradiciones, hábitos propios!

Suena trivial, pero poder decir «en mi casa todos los domingos comemos
pizza» o «en mi casa todos los jueves hay noche de cine», o «en mi casa
todos los domingos se pone el mantel con flores», nos hace sentir parte de
algo sólo nuestro, «sólo de nuestra familia». Les invito a estimular la
imaginación, y encontrar lo que una y nos hace bien cuando estamos juntos.

En mi casa, por ejemplo, durante casi un año, «nos hemos tomado todas las
noches una infusión relajante, antes de acostarnos». Es un ritual, que mi
marido y yo esperamos con ansia durante el día (también significa un
momento para nosotros, cuando los niños se han ido ya a la cama). No des por supuestas las pequeñas cosas, ¡búscalas!


Crear momentos, tradiciones, que rompen la rutina y, al mismo tiempo,
enriquecen la vida.

Ayudará a recuperar la armonía cuando parezca algo desvaída.

¿Y tú? ¿Tienes algún consejo para mejorar la comunicación en la familia?

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