En muchos Estados del mundo actualmente la ley permite practicar el aborto voluntario.

Una norma así es a menudo considerada como un signo de civilización y de progreso: se ve como una forma de tutela para la salud y para la libertad de las mujeres. El debate público sobre este tema, aparentemente, está estancado. Sin embargo, son numerosas las voces disonantes con esta forma de encuadrar el problema. Algunos actores del discurso público lo reavivan con frescura, derrotando los lugares comunes con datos y nuevas ideas.

En Chile, mientras se discute si se introduce o no una ley que permita el aborto, el grupo de investigación Ideapaís realiza un estudio muy detallado sobre embarazos difíciles en Chile, titulado «Embarazo vulnerable, realidad y propuestas». La particularidad del estudio es que al centro pone a la mujer: con sus problemáticas, sus sufrimientos, sus exigencias. Los investigadores siguen un método científico empírico: parten de la realidad concreta de Chile, recogen datos, los comparan con los de otros países, extraen conclusiones y presentan propuestas sobre la base de los resultados.

Los objetivos de la investigación son:

a) individuar los factores que pueden hacer un embarazo difícil;

b) recoger y ofrecer datos sobre las motivaciones que llevan a considerar el aborto como una posible solución;

c) presentar las consecuencias del aborto sobre la vida de la mujer y de la sociedad;

d) ofrecer propuestas que puedan ayudar a los legisladores a tomar las medidas más coherentes para dar apoyo efectivo a aquellas que se encuentran
con una maternidad complicada.

La tasa de mortalidad materna es paradójicamente más alta en los países donde el el aborto es legal

Si el motivo por el cual se quiere legalizar la interrupción voluntaria del embarazo es la tutela de la salud de la madre, no es necesario introducir el aborto en Chile. La legislación vigente permite ya el aborto terapéutico y, como demuestra la investigación, la tasa de mortalidad materna es paradójicamente más alta en países en los que el aborto es legal. En Chile la tasa de mortalidad materna es muy baja y la actual se debe principalmente a abortos espontáneos o a complicaciones de otro tipo durante la gestación.

Según la Organización Mundial de la Salud, la mayor parte de las muertes maternas a causa del aborto se verifican en países en vía de desarrollo, por ejemplo, en el África Subsahariana o en Asia Menor.

En lo que respecta a Chile, sólo una mujer de cada 4 millones en edad fértil muere durante el embarazo y esto no sucede a causa de complicaciones por un aborto inducido. En Chile no hay una ley que permita abortar, pero es uno de los países con la tasa de mortalidad materna más baja del mundo: es líder en América, superado sólo por Canadá, donde hay más avances en campo médico.

Mirando los datos, la disminución de la tasa de mortalidad no va a la par con la introducción de la ley del aborto: está unida al desarrollo de la sanidad y de la educación.

La educación de la afectividad: un remedio para el embarazo en edad prematura

Ciertamente hay otros factores que hacen un embarazo difícil, como la maternidad en edad prematura. Sin embargo, si el Estado quiere de verdad resolver el problema, debería mirar la realidad: la maternidad en edad prematura está estrechamente unida con una actividad precoz e irresponsable del sexo (el 50% de los adolescentes en Chile es sexualmente activo). El énfasis se debe poner en la educación de la afectividad, pensando en programas adecuados que permitan a los jóvenes comprender qué es y qué implica una vida sexual. El aborto no es, en este sentido, la solución más satisfactoria.

Las mujeres no «quieren» abortar, quieren apoyo

Según los resultados de esta investigación, la mayor parte de las mujeres que piensan en el aborto, si reciben apoyo y acompañamiento, cambian de idea y deciden no abortar.

Resulta, por ejemplo, que gracias a la fundación Chile Unido, que se ocupa de dar apoyo a mujeres que viven embarazos difíciles, el 85% de las mujeres que piensan en el aborto, deciden tener el niño. Verónica Hoffman, directora ejecutiva de la Fundación, ha afirmado al respecto: «Hemos constatado que ninguna mujer quiere abortar: el problema no es el hijo, sino las circunstancias que debe enfrentar».

Además, la investigación revela que muchas mujeres necesitan solo ser acompañadas hasta el final del embarazo, pues ya saben que existe la posibilidad de la adopción. Por tanto, sería necesario, a nivel legislativo, valorar cómo acelerar y favorecer los procesos de adopción.

Violencia sexual y aborto

El abuso sexual, dicen los investigadores del estudio que presentamos, es sin duda una plaga social y un drama para quien lo sufre: tiene graves consecuencias sobre la vida de las mujeres que resultan víctimas, sobre todo desde el punto de vista psicológico.

La investigación pone de manifiesto que en Chile el abuso es la última de las causas por las que una mujer que vive un embarazo no deseado se plantea recurrir al aborto. Esta supone el 2% de los casos, mientras que el restante 98% de las mujeres que piensan en abortar lo hacen por falta de apoyo emotivo o por desconfianza, porque reciben presiones, porque tienen problemas económicos, porque creen que un niño obstaculiza su realización personal, porque tienen miedo de los padres o de la pareja, porque temen quedarse solas.

Los datos aportados en el estudio revelan que, sobre un total de 3.134 mujeres que viven un embarazo no planificado, 486 están en riesgo elevado de aborto, 2.648 en riesgo leve. Entre los embarazos con más riesgo, en el 44% de los casos, el aborto es impuesto por uno o ambos padres. Respecto a los embarazos con menos riesgo, el 40% de las mujeres que piensan en abortar lo hacen porque no tienen apoyo psicológico.

Presentar el aborto como una solución a la violencia sexual, significa no considerar el problema en su entera complejidad, además de ocultar un mal que deja marcas más profundas y ocultas de cuanto se pueda imaginar. Para hacer frente al problema de la violencia es necesario pensar en programas de apoyo y recuperación mucho más incisivos a nivel social y dirigidos a la persona, y no una ley que permita el aborto.

Los daños del aborto sobre la salud de la madre

Un elemento muy interesante aportado por los investigadores -y quizá poco considerado en el debate público- es que abortar puede provocar serios daños a la salud física y psicológica de la mujer. Un estudio del año 2010, citado por los investigadores, llegó a la conclusión de que el aborto inducido predispone a la mujer, además de a un mayor riesgo de contraer cáncer, a un ASD (“Acute Stress Disorder”) o a un PTSD (“Post Traumatic Stress Disorder”). El 53% de las mujeres a las que le practican un aborto padecen “desorden psicológico agudo”, en el 32% de los casos por “desorden psicológico post-traumático”. Lo que prevalece en estas mujeres es: sentido de culpa, irritabilidad, vergüenza, odio por sí misma.

Aquí nos hemos limitado a ofrecer algunos elementos de reflexión. La versión integral del Informe sobre la investigación sobre la que nos hemos basado es muy precisa y exhaustiva, gracias también al uso inteligente de gráficos y tablas. Y está disponible en la página web de Ideapaís. Sin embargo, nos gustaría dejar al lector con la duda atroz que la investigación ha suscitado en nosotros: ¿realmente el aborto es el único remedio posible para hacer frente a embarazos difíciles o es más bien la única opción que nos saben ofrecer?

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