¿Adiós Facebook?
¿Por qué Facebook ha comprado Whatsapp? El ‘golpe’ de 19.000 millones de dólares, que tuvo lugar en febrero, ha transformado el mercado de las redes sociales digitales. Para esos pocos que no lo supieran, Whatsapp es una aplicación que se descarga en los smartphones para intercambiar mensajes escritos y vocales entre personas o por grupos, y enviarse adjuntos fotos, vídeos, etc.: la evolución más eficaz -y además gratuita- de los mensajes de texto.
Pero, quizá, Whatsapp es también una evolución de Facebook. Aunque las dos empresas hayan afirmado que cada una irá adelante independientemente, con la propia marca y los propios ambientes y medios de comunicación, hay quien ve la adquisición de Whatsapp como el reconocimiento, oportuno, de una evolución que dentro de poco cambiará muchas cosas. Hay quien empieza a susurrarlo: Facebook es demasiado “viejo”. Los más jóvenes lo descartan por aplicaciones más inmediatas de mensajería (como precisamente el Whatsapp). Entonces, es mejor prevenir cuando todavía se está en la cresta de la ola, comprando al competidor potencialmente más peligroso.
El razonamiento tiene sentido. Las impresiones y las voces del pueblo (preguntad a los chavales si no piensan así) se ven confirmadas por algunas investigaciones y los datos que se derivan de ellas. Facebook ha alcanzado el vértice de la popularidad y de uso en el 2012, llegando a 1000 millones de usuarios. Un crecimiento vertiginoso, casi epidémico, para la red social que el 4 de febrero de este año ha cumplido diez años de vida. Pero, al igual que una epidemia extendida, podría disminuir y desaparecer en poco tiempo. Según un estudio de la Universidad de Princeton, publicado en The Guardian coincidiendo con el décimo aniversario de Facebook, las redes sociales digitales podrían incluso desaparecer antes de 2017, perdiendo el 80% de sus seguidores. Es una posibilidad, no una certeza: los investigadores lo han puesto de relieve, por una parte, constatando que el número de búsquedas en Google sobre Facebook se ha reducido desde 2012 hasta ahora, y por otra parte – de manera brillante, pero, por supuesto, de forma cuestionable – aplicando a la web los algoritmos con los que se mide la evolución de las epidemias clínicas. A lo que sigue esta predicción sorprendente.
Quizá no será así, pero en fin de cuentas es verdad que, creciendo en popularidad, Facebook ha perdido fuerza de cohesión. Las críticas dirigidas al uso del término “amigos” para designar contactos dentro de la red social ahora aparecen más bien fundamentadas, porque con el crecer de los números – no sé a vosotros pero a mí me llegan aún infinitas peticiones de “amistad”,y muchas de desconocidos – se termina por poner en común hechos e ideas que interesan cada vez menos a los otros. Y a menudo se afirma, de hecho solidario, la compulsión de expresar algo que se anida en cada persona, pero en realidad a los otros no les importa nada. Sí, cierto, abundan los “me gusta”, pero también es este caso no hay duda de que se trata de palmaditas en la espalda –a las personas- y no de consentimiento e intercambio de contenidos. De hecho, los círculos quedan casi siempre limitados a una pequeña número de amigos y seres queridos.
No quiero decir que todo esto sea inútil, y de hecho no creo que Facebook se extinga. Al contrario, el negocio Whatsapp es el signo de una evoluciónde modos mejores y más eficaces para recabar el consentimiento : intercambiarse mensajes es sin duda útil, en definitiva, mucho más útil cuánto más inmediato y fácil de hacer. Facebook ya es hoy testigo del propio cambio: si las búsquedas en Google sobre él están en caída, es también porque cada vez más personas abandonan el uso del pc y se pasan al tablet y smartphone: terminales que requieren modelos de uso más veloces.
Personalmente, siempre he pensado que una gran parte de los posts que hay en Facebook son basura inútil. Pero también es verdad que otros son interesantes: una confirmación del hecho que, como siempre, en la vida y en la sociedad, algunas buenas ideas conviven con muchas banalidades. Es natural.
En esencia, no hay duda que la sociedad del siglo XXI quiere y querrá comunicar cada vez más y siempre mejor. Así como no hay duda de que las tecnologías cambian rápidamente, a servicio de quienes las usamos e inventamos. Si Facebook se durmiera en los laureles, se quedaría atrás. Diría que lo ha entendido antes que todos nosotros.
Nota: El artículo proviene de la revista Fogli, donde ha sido publicado en su número del pasado mes de mayo