Con ocasión de la fiesta de la mujer, que se celebra en todo el mundo el 8 de marzo, queremos hablar de una grave falta de respeto que, a menudo, se comete con las mujeres: proponer una feminidad deformada, vaciada de fecundidad (entendida en un sentido más amplio que la mera connotación biológica) y de su ternura. ¿Un ejemplo? La “mujer objeto” de la publicidad…

La mujer como objeto de placer en la publicidad

Es cierto que no faltan spots en los que aparecen mujeres llenas de energía que se gastan en su familia, los hijos, la casa, el trabajo, sus aficiones, pero siempre acecha el peligro de presentar una “mujer objeto”, mostrada en función del placer del hombre, y usada (en el sentido más mezquino del término) como reclamo sexual para vender unos productos.

Muchos publicitarios evitan la imagen de la mujer madre, para mostrar una mujer “libre”, sin sujeciones, “hedonista”, sin compromisos ni sueños: una mujer cerrada a la vida – cerrada a los demás, no sólo a un potencial niño-, que, mientras se engaña creyendo encontrarse más plenamente a sí misma, termina por convertirse en víctima de las lógicas del consumo.

¿De verdad queremos que las mujeres sean representadas así?

Da pena que, el 8 de marzo, grupos de feministas apasionadas, se alineen con esta visión mucho más de lo que creen, gritando que con su cuerpo – percibido exactamente como un objeto, no como parte de la persona, entendida como resultado de la unión de mente-cuerpo-alma – “pueden hacer lo que quieran”, incluso “malvenderlo”.

El 8 de marzo, una oportunidad para reflexionar sobre el significado profundo de la feminidadCada año, el día de la mujer trae consigo iniciativas, celebraciones y eslóganes a menudo cargados de reivindicaciones.

Se organizan conciertos y veladas, se llenan los establecimientos públicos. Los floristas y las pastelerías trabajan casi tanto como el día de Navidad.

En la base de este movimiento debería estar el objetivo de recordar y promover la dignidad de una criatura especial-pisoteada demasiadas veces, a lo largo de los siglos y en diferentes civilizaciones – para promover un mayor reconocimiento de sus cualidades y de sus derechos.

¿Es esto lo que ocurre de hecho?

El peligro de instrumentalizar y promover “falsos derechos”

Rendir honor a la mujer implica favorecer una mirada de contemplación de la belleza de la feminidad.

Lamentablemente, no siempre es así: sucede – y no pocas veces- que la mujer se convierte en una marca para vender, y los “derechos” proclamados a su favor suyo se acercan más a meras ideologías que a un verdadero bien. ¿Ejemplos? El “derecho” a vivir la sexualidad con “libertad” absoluta, sin tener en cuenta su capacidad generativa; o el derecho a consumir, igual que los hombres, contenidos pornográfico.

Quizá seamos anticuadas, pero afirmamos que el primer derecho de toda mujer es a ser amada: de forma total, sin mentiras y sin términos medios.

No competir con el hombre: las mujeres deben ser apreciadas por su especificidad

Además, la mujer no es competidora del hombre, no debe “superarlo”; al contrario, debe poder seguir siendo ella misma, gozando de idéntico respeto.

En lugar de “olvidarse” de que puede engendrar la vida, tiene más bien el derecho de ser valorada y admirada por el milagro que puede realizar.

Esto no significa que una mujer deba necesariamente traer hijos al mundo “físicamente” para ser considerada plenamente mujer. Son muchos, innumerables, los modos en los que una mujer puede ser fecunda y donar la vida. Pensemos en la capacidad, tan femenina, de “traer al mundo a alguien” gracias a su modo de cuidar, consolar, compartir, con una atención vinculada más a su ser que al número de sus hijos.

Un desafío para los medios de comunicación: hacer redescubrir la feminidad

Da mucha pena ver que, en muchos contextos, especialmente en los medios -en nombre de una emancipación que reniega de la feminidad en vez de exaltarla-, la mujer se ve privada de su innata maternidad, como si amputarla fuera índice de progreso.

Por tanto, este año, con ocasión del 8 de marzo, lanzamos un reto a los publicitarios: recuperar el significado auténtico de la feminidad. Podéis representar una “mujer-madre”, quizá sin un hijo en sus brazos, y sin que esté necesariamente en una casa ordenada y limpia.

¿Cómo? Dejamos a vuestra creatividad la tarea de imaginarlo…

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