5 consejos para superar la «envidia digital”
Las redes sociales además de ser mercados virtuales que conectan a personas que se encuentran distantes, son utilizadas a menudo por los usuarios como «escaparate». Estas herramientas no siempre aumentan la difusión y los vínculos. Más bien, a veces fomentan un sentimiento desagradable: la envidia.
Por eso hoy queremos hablarles de este fenómeno: la envidia digital. Es un neologismo, por supuesto: lo utilizamos para dejar claro de qué estamos hablando.
Se refiere al sentimiento que surge en nuestro interior cuando pensamos que los demás tienen menos problemas, menos preocupaciones o disgustos porque sólo vemos los fantásticos paisajes que fotografían y sus poses sonrientes…
¿Cómo combatir esta sensación molesta? Estos son algunos consejos sencillos.
1) Recuerda: nadie es inmune al sufrimiento
El periodista italiano Enzo Biagi, tras entrevistar a todos los grandes de su tiempo, incluidos los ricos, los guapos, los famosos y los poderosos, llegó a la conclusión de que no hay nadie, pero realmente nadie, que merezca ser envidiado. Nadie es inmune al sufrimiento. El primer consejo para combatir la envidia (digital o no) es recordar que todos los hombres están en el mismo barco: todos tenemos que aceptar nuestra condición de criaturas frágiles.
No perdamos el tiempo enumerando todas las razones por las que la otra persona es más afortunada o mejor que nosotros: en lugar de ello, esforcémonos por alcanzar los objetivos que pueden aportarnos alegría y satisfacción.
2) «Cada uno de nosotros libra una batalla que los demás desconocen»
No te dejes engañar por las apariencias. Nadie está siempre bien, ni siquiera aquellos que sólo muestran sus mejores momentos en las redes sociales.
¿Quién no tiene dificultades, decepciones, inconvenientes que afrontar?
La cuestión es que casi nunca hacemos alarde de nuestras dificultades. Es más fácil mostrar un selfie en compañía que decir lo solos que nos sentimos. Los que lo hacen, de hecho, son considerados unos marginados. Las redes sociales no parecen dejar lugar a la debilidad. Corremos el peligro de vivirlos como una competición para ver quién tiene la vida más espléndida. Nadie es tan feliz como te quiere hacer creer.
3) Aunque seas menos feliz que otra persona, la envidia no es una solución
Si, por alguna razón, tus amigos o conocidos están realmente en mejor posición que tú, debes saber que la envidia no da ningún fruto. No mejora tu condición, sino que la empeora.
Si ves a alguien que ha conseguido sus objetivos, en lugar de envidiarlo por ello, intenta comprender cuáles son sus recursos. Supera tu orgullo y déjate ayudar. Hay personas que tienen, de hecho, una vida bien asentada y brillante. Hay personas que viven los retos y el sufrimiento con valentía.
No pienses: «Ojalá estuviera tan triste y abatido como yo». Pregúntate: «¿Hay algo que él/ella haya entendido de la vida que a mí se me haya escapado? Colaborar y compartir es mucho más fructífero que el difícil camino que nos supone la envidia. Especialmente si te encuentras en una situación difícil.
4) Aprende a ser agradecido
La envidia puede convertirse en un mal hábito cuando te acostumbras a quejarte de lo que te falta en lugar de agradecer lo que tienes. Puede que un día llegues a considerarte la persona más desgraciada del universo, aunque te sobren motivos para ser feliz. Todos vemos a personas que están llenas de problemas pero que aprecian las cosas buenas de la vida, mientras que hay quienes abren la boca sólo para contar al mundo entero la mala suerte que tienen. Si queremos sentirnos mejor, tenemos que entrenarnos para decir «gracias» cada día por algo. Cambiaremos nuestra perspectiva y seremos mucho más felices.
5) Esfuérzate en apreciar a los demás
Hay un pasaje de la carta de San Pablo que siempre me ha llamado la atención: «Ámense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos». Aprende a ver y reconocer lo bueno de los demás.
Esfuérzate en elogiar cuando reconozcas un talento, un logro, algo bello y bueno en la persona que tienes al lado.
Descubrirás que, al hacerlo, no sólo no perderás nada, sino que ganarás. La humildad y la estima hacen que las relaciones sean más maduras, profundas, sólidas y hermosas, es decir aquellas relaciones que, si te pasas el día envidiando y cotilleando, probablemente añores. Lo que hace que seas tan infeliz que envidies constantemente a los demás.