Si estás buscando películas para reflexionar o plantear debates sobre temas
relacionados con el comienzo de la vida, las siguientes son probablemente
para ti…y todas pueden ser vistas por un público de más de 14 años.


Unplanned (de Chuck Konzelman y Cary Solomon, 2019)

Durante ocho años, Abby fue directora de una clínica abortista de Estados
Unidos perteneciente a Planned Parenthood, una institución
“sanitaria” estadounidense creada para promover “la planificación familiar
y la protección de la mujer”, que, financiada por el gobierno, se convirtió
con el tiempo en un negocio de abortos, y en los últimos años se ha visto
envuelta en escándalos de venta de tejidos embrionarios de fetos abortados.

Excelente en su trabajo, la mujer tuvo varios premios, entre otros el de
«empleada del año».


Convencida de “hacer el bien de las mujeres”, acallaba los escrúpulos
de su conciencia, que la perturbaban a menudo.

Sus certezas sobre el propósito humanitario de la asociación a la
que pertenecía se hundieron el día en que

su jefa, Cheryl, presentó al resto del equipo el nuevo «objetivo
corporativo»: duplicar el número de abortos

.

Abby, que creía formar parte de esa «máquina de la muerte» (como la
definirá más adelante) para proteger la salud de las mujeres (fomentando la
educación sexual y no la interrupción voluntaria del embarazo), descubrió
que, en realidad, detrás del aborto había un auténtico negocio. «Están los
que venden coches, y los que venden abortos -dirá Cheryl, molesta por las
preguntas punzantes de Abby: con el aborto te pago las vacaciones».

Un día, Abby

asiste materialmente en el aborto de un feto de 13 semanas, falta la
enfermera de guardia: lo que vio llevará a Abby a rechazar, de una vez
por todas, ese mundo.


Dejará su trabajo sin previo aviso, afrontará demandas en los
tribunales, será insultada y odiada por sus colegas, pero en su corazón
encontrará una paz que nunca tuvo antes… y podrá también perdonarse a
sí misma por haber abortado en el pasado.

La película, que no acierta a representar la complejidad de la realidad,
como lo hace, en cambio, el libro del que he hablado (ya editado en
castellano); sin embargo, puede fomentar el debate y la reflexión.

En buenas manos (Jeanne Herry, 2018)

Una estudiante lleva a término un embarazo no deseado (resultado de una
relación ocasional) y decide dar a su hijo en adopción. Ante la pregunta de
la asistente social que le dice: «¿Qué quieres para tu hijo?», ella
responde:

«Quiero que sea feliz, que lo confíe a los que lo amarán, que lo
entregue a quienes no hayan podido tener hijos»

.

Un mensaje de una chica de tan solo 21 años, decidida a «continuar su vida
sin ese niño», rehabilita a fondo la posibilidad de la adopción en un mundo
que muchas veces pone obstáculos a esta opción y favorece, en cambio, el
aborto.

Es interesante la frase de otra asistente social a una pareja a la que se
deniega la adopción:

«Mi trabajo no es encontrar un hijo para padres que sufren, sino
encontrar los mejores padres posibles para niños con dificultades»

. La respuesta indica que el niño no es un derecho, sino un ser humano
precioso que debe salvaguardarse.

Sin embargo, deja perplejo

el final de la película, que parece promover más la adopción
monoparental que la adopción en sí misma.

Todas las parejas candidatas son, de hecho, inadecuadas: solo una mujer
divorciada se hará cargo del niño.

La idea de que es importante que un niño crezca con ambas figuras
parentales no se deduce en ningún caso de la narración de la película.
Quizás esta omisión refleja el sentimiento de nuestra sociedad, donde el
individuo cuenta cada vez más, y no la pareja, que es vista como
intrínsecamente precaria y sujeta a rupturas fáciles.

Por un lado

la película es interesante, porque resalta la posibilidad real y
concreta de no rechazar una vida que no se puede asumir

(

explica las exigencias jurídicas, y muestra que existe una garantía de
anonimato de la mujer);

por otra parte, el relato lleva inexorablemente a aceptar como inevitable
la crisis que atraviesa la institución familiar… Es emblemática la última
escena, en la que madre e hijo se desnudan juntos y se acuestan en una cama
de matrimonio: parece que, para una «madre soltera», el amor hacia un hijo
puede -tranquilamente y sin consecuencias- sustituir el amor por un
hombre…


October Baby (por Jon y Andrew Erwin, 2011)

Es una película muy sensible, basada (en parte) en una historia real, sobre
el aborto. Trata de una niña, Hannah, que sobrevive a un aborto (porque los
médicos se equivocan durante la operación) y es dada en adopción. A los 16
años, la chica descubre la verdad, encuentra a su madre biológica, pero
ella la aleja. En ese momento tiene un buen trabajo y una familia: no
quiere ser «perturbada por su pasado».

Solo tras varias vicisitudes, ante el perdón de su hija, la mujer hará
las paces con su historia.

October Baby
expone sin retórica los

sentimientos de culpa y vergüenza que una persona que ha abortado puede
tener, incluso pasado mucho tiempo.

Por otro lado, presenta la

sensación de abandono con la que ha de lidiar una chica al descubrir
que está «en el mundo por error»

.

Pero se trata de una historia de reconciliación, no de condena. Hannah
comprende que el perdón es la única manera de superar su profundo
resentimiento y consternación.

La grandeza de la película radica en presentar los hechos con respeto, en
su verdad y dramatismo, sin juzgar a las personas.

Llama la atención especialmente una entrevista a la actriz que interpreta a
la madre biológica: «Me pidieron que interpretara este papel sin que nadie
supiera mi pasado, ya que lo había ocultado a todos, incluso a mí misma:
había practicado un aborto; interpretar este papel, en esta película, me
llevó a reconciliarme conmigo, a pedir perdón a Dios por algo que había
aparcado, pero que todavía me dolía por dentro. Y finalmente sentí el
perdón, encontré la paz».

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