Del 3 al 5 de diciembre la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma) reunió a unos sesenta profesionales de la ficción audiovisual (de una docena de países de Europa y Latinoamérica) para discutir sobre el tema de la representación del mal en las ficciones.El marco era el Seminario Internacional “Rethinking Fiction in Film & TV” y el tema venía concretamente enunciado como “El mal moral en las pantallas: necesidades dramáticas y patologías industriales”. Entre los participantes había muchos del ámbito académico, pero también de la crítica y de la industria, como guionistas y productores. El hecho de que se partiese de una común visión cristiana de la vida facilitó que se llegase rápido al meollo de las cuestiones problemáticas que se pretendía debatir. De hecho, el Seminario estaba muy orientado al diálogo, con intervenciones breves y amplio tiempo para la discusión.

En la primera relación, Jaime Nubiola (Universidad de Navarra) habló sobre “La imaginación herida” y dio diez claves para potenciar la creatividad en nuestro tiempo, apuntando muchas de las ideas que serían retomadas en las sucesivas sesiones. Entre otras cosas, destacó la necesidad de mostrar el contraste entre el atractivo del mal imaginario y la realidad terrible e inhumana del mal real, y animó a buscar nuevas maneras, divertidas y cautivadoras, de presentar el bien.

Eduardo Terrasa (Universidad de Navarra) habló de “El sentido de la culpa en el cine actual: pecado y redención”, centrando su discurso en el recorrido fílmico del director Clint Eastwood, y en concreto en cuatro de sus películas: Sin perdón, Mystic River, Million Dollar Baby y Gran Torino. Según Terrasa, en todas estas películas Eastwood plantea con eficacia y sinceridad el “problema” del mal, pero sólo en la última se acierta a dar una solución.

Dos de las mesas redondas estuvieron dedicadas a la enseñanza del guión, con la participación de representantes del máster en guión de la Universidad de los Andes, de la Católica de Milán y de la Universidad de Navarra, que iniciará su andadura el próximo año académico. Todos coincidían en que el mal, obviamente, hay que contarlo, porque sin mal no hay conflicto y sin conflicto no hay historia. Se trataba de dialogar sobre cómo enseñar a contarlo, y sobre las dificultades con que se encuentran los profesores en este tipo de enseñanza tan relacionada con la creatividad y tan influyente, teniendo en cuenta que sus alumnos serán el día de mañana guionistas de la pequeña y grande pantalla, y sus historias serán seguidas en ocasiones por una audiencia de millones de espectadores.

Otras dos sesiones se centraron en las experiencias en el campo de la producción. Luca Manzi y Jordi Gasull, narraron su experiencia como guionistas y productores que intentan trabajar con mentalidad cristiana en un mundo alejado con frecuencia de sus convicciones.

Aunque sobre todo se habló de cine, no faltó una sesión enteramente dedicada a la televisión: “Los mundos posibles de la serialidad televisiva”. En esta, la productora Sara Melodía mostró algunas imágenes de la miniserie producida por la Lux Vide sobre Pio XII, todavía no estrenada.

La dignidad de la representación fue el tema abordado por Juan José García-Noblejas (Universidad de la Santa Cruz), en una ponencia titulada “Que Medea mate a sus hijos, pero no en escena”, en la que comparaba dos adaptaciones cinematográficas de la tragedia de Eurípides, llevadas a cabo respectivamente por Pier Paolo Pasolini y Lars Von Trier. Noblejas se remontó al sentido originario del concepto “obsceno” (tal como era utilizado en el teatro clásico griego) e hizo hincapié en que, en la representación artística, hay cosas que se pueden o deben mostrar en público y otras que deben quedar privadas de espectáculo.

El espectador fue el protagonista del último día del Seminario. Una mesa redonda dedicada a “El papel del espectador” (que no debe ser meramente pasivo) tuvo su continuación en otra sobre “El cine divulgado”, centrada en las experiencias de websites, revistas, libros y programas de radio y televisión dedicados a aconsejar al espectador y hacerle de guía ante la ingente producción audiovisual, ofreciendo criterios para aprender a apreciar el buen cine e indicando aquello que positivamente vale la pena ver.

Las sesiones de la última jornada se cerraron con la visita del Gran Canciller de la Universidad, Mons. Javier Echevarría, quien quiso saludar a cada uno personalmente y se entretuvo media hora con todos, respondiendo a las preguntas de los participantes y les animó a seguir trabajando en este campo sin temor, con audacia, coherencia y gran optimismo.

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