La clave está precisamente ahí: no se trata de teorías. Paul, Rilene, Dan y Rubén, son cuatro personajes de carne y hueso que se atreven a compartir ante la cámara una experiencia muy similar.

Cuatro hombres y una mujer que se sienten atraídos hacia personas del mismo sexo y que deciden renunciar a dar sentido a aquella atracción, dejándose arrastrar por el ambiente hacia un estilo de vida inmoral, desordenado. Una existencia vista desde fuera como plena, fácil y sin barreras, con relativo éxito. Al mismo tiempo, una existencia vivida desde dentro con gran sufrimiento hasta que encuentran una clave de comprensión y cambian sus vidas.

Siguen teniendo las mismas tendencias, pero ahora han encontrado el verdadero sentido de su existencia. Son los protagonistas de dos documentales que se han realizado recientemente en inglés y en castellano, “The desire of everlasting hills” y “Te puede pasar a ti” (Capítulo 2).

En el primero Paul, Rilene y Dan, ayudados por un interlocutor del que sólo escuchamos sus preguntas, cuentan su experiencia de un modo sereno, ofreciéndonos una mirada de afecto también hacia aquellas personas que encontraron en sus caminos: de todos aprendieron. Los relatos se ofrecen en paralelo y repasan lo que han sido sus vidas, ofreciéndonos una visión profunda de sus deseos más íntimos, de sus preocupaciones, de lo que sintieron en cada momento, de sus logros y sus fracasos hasta que encontraron a Dios.

En la primera parte del segundo documental, el director Juan Manuel Cotelo cuenta la historia de Rubén, ilustrando con actores algunas fases de su vida y partiendo de la base de que a veces algunos cristianos no han sabido acompañar existencialmente a las personas homosexuales. En la segunda parte propone esa historia a diversas personas que han vivido una experiencia parecida o una parte de ella (un chico gay que no tiene ningún interés por convertirse o cambiar un determinado estilo de vida) y comenta sus impresiones.

Ambos documentales ofrecen una experiencia cercana, sin pretensiones moralizantes. “The desire of everlasting hills” propone las historias en una clave más lineal desde el punto de vista de la narración, de un modo atractivo y sencillo, dejando a los personajes hablar, contar lo que sintieron entonces y lo que experimentan ahora, sin entrar en excesivos detalles, presentando la historia de sus vidas. Ayuda a entrar en la piel de los personajes, a entender tantas cosas…

Te puede pasar a ti: Rubén

“Te puede pasar a ti” sigue un esquema narrativo distinto porque parte de la historia de Rubén para generar el diálogo con otros personajes: nos ofrece la interacción entre Rubén (a través de su historia) y personas con atracción hacia la gente del mismo sexo. Este segundo documental es algo más “combativo”, por así decir, más orientado hacia personas que no comparten determinadas visiones sobre el modo de enfocar la homosexualidad. Por ello, algunas escenas podrían parecer algo crudas, por estar realizadas en función de determinados públicos, y quizá parecerían más aptas para un ambiente hostil, pero son igualmente eficaces.

Rubén nos cuenta su tensa relación con el que descubre ser su padre adoptivo y con los compañeros de su curso en el colegio. Pasa un tiempo y decide volver as su ciudad de origen, con su madre soltera. Allí empieza a dedicarse a la prostitución. Pasa largos años de vida desenfrenada hasta que decide hacer un pacto con Dios para que le consiga trabajo. Dios hace algo más: le cambia progresivamente a pesar de que esa búsqueda se haga más difícil cuando descubre que tiene SIDA.

A la búsqueda del amor (The desire of everlasting hills)

Paul reconoce haber tenido millares de compañeros durante una vida desenfrenada y promiscua come modelo a pesar de haber encontrado un teórico compañero con el que convivió varios años. Una noche, viendo la televisión, llama a su compañero Jeff para que se ría con él de una monja que parece un pirata porque lleva un parche en el ojo. No sabe que se llama Madre Angélica y que ha tenido un derrame cerebral. Se mofan de ella pero se le graba en el corazón una frase que pronuncia esa monja pintoresca sobre el amor de Dios; después, a escondidas, busca aquel canal de televisión, evitando que su compañero le vea: Dios va entrando en su vida hasta que decide entrar en una Iglesia y confesarse.

Dan cuenta de su enfado con Dios por todo lo que sentía interiormente y de su angustia cada vez que contemplaba las cúpulas de una Iglesia junto a la cual pasaba frecuentemente en coche. Inicia una relación con Jason hasta que, sorprendido, se siente atraído por una compañera de trabajo. Jason le anima a que siga sus sueños y Dan le hace caso: empieza a salir con Kelly hasta que descubre que ella no quiere tener hijos ni fundar una familia. Lo dejan por un año y cuando él decide volver a buscarla se da cuenta de que ya tiene a otro hombre. Queda devastado pero, tras un largo proceso, se acerca de nuevo a Dios. Ahora siente su protección precisamente cada vez que ve aquellas cúpulas desde el coche…

Rilene habla de sus 25 años junto a Margo y de su frustración por el hecho de que ningún chico le pidió salir ni durante el colegio ni durante la universidad. Inicialmente la vida les sonreía económica y laboralmente, pudiéndose permitir el hecho de vivir en muy diversas ciudades. La relación iba bien entre ellas. De todas formas, Rilene sentía que algo no iba y pensaba que era el ritmo de su trabajo, que le hacía viajar. Lloraba a veces y sentía soledad cuando regresaba en avión a Atlanta, donde vivían. Inesperadamente, todo empezó a malograrse y a entrar en crisis: inversiones económicas, problemas laborales, tensiones… En 2008 Margo le dice que se está hablando del matrimonio gay en California y que quizá no se vuelva a presentar una oportunidad así… Rilene decide dejarlo porque le parece una salida desesperada. La soledad le persigue y se da cuenta de que, en realidad, siempre le había perseguido… Su terapista le habla de la relación con Dios. Termina por hablar con Father Bob y por volver a la práctica religiosa. Tiempo después a Margo le descubren un cáncer y Rilene la atiende con cariño los últimos meses de su vida: quiere hacerle sentir el afecto, un afecto distinto al que habían compartido anteriormente, un afecto más profundo. Quiere hacerle saber que aunque no hubiera aceptado seguir con el estilo de vida que llevaban, ella no la había rechazado, la quería todavía, ahora de un modo diverso.

Orientar la existencia y la esfera afectiva

¿Cómo sintetizar el valor de estos dos documentales? Se trata de experiencias vitales que se comparten con simplicidad, sin imposiciones, contadas con una amabilidad entrañable a pesar de tocar durísimas situaciones existenciales. Cada historia tiene un protagonista de carne y hueso, real, y toda una serie de sentimientos encontrados que salen a la superficie como a borbotones. No se dan recetas ni soluciones fáciles… Reímos, lloramos, sufrimos y nos emocionamos. Vemos la mirada amable sobre esos compañeros de camino que en algunos casos fueron la vía para el regreso a la fe. Al final queda la emoción de encontrar, por fin, a un Dios personal a través de la confesión y precisamente a través de… personas. Las historias transmiten la emoción y la paz de haber llegado a casa, de haber recibido una esperanza que es necesario entregar a otros, de haber encontrado un sentido a los afectos y pulsiones que inicialmente alejaron a los protagonistas de los demás. Conocer todo ese mundo interior nos ayuda a escuchar, a entender mejor, a aceptar las personas como son, ayudándoles a descubrir el camino de la castidad a través de la fe.

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