Netflix, entre la cultura cinematográfica y los productos de consumo
En los últimos años, la industria cinematográfica ha visto nacer un nuevo protagonista: Netflix. La plataforma estadounidense, nacida inicialmente como una moderna tienda de alquiler de DVDs, se encuentra, hoy en día, a la vanguardia en la producción de series de TV y películas.
He aquí su breve historia. La empresa fue fundada en 1997 en Los Gatos, California por Reed Hastings, un ingeniero informático graduado en Stanford, como un servicio de alquiler de DVDs, VHS y videojuegos por correo. Su fundador tuvo la brillante idea de dar la posibilidad de elegir los productos de forma telemática y a través de suscripción y así, con esta nueva fórmula, Netflix explotó. En 2005 Netflix enviaba diariamente un millón de DVDs; en 2009 tenía un catálogo de 100.000 títulos sólo en DVD y más de 10 millones de suscriptores.
En febrero de 2007 Netflix decidió hacer una revolución en el alquiler de películas, mediante la creación de una plataforma de streaming de vídeo siguiendo el modelo hasta ahora utilizado. De este modo, se impuso en el mercado internacional y en 2016 incluso duplicó el número de sus abonados.
Netflix impuso una revolución cultural y pasó de ser un mero distribuidor a convertirse también en productor de series de televisión, entre las que destaca en primer lugar House of Cards (2011), la primera producción original de Netflix, vendida en todo el mundo y ganadora de varios Globos de Oro. En sólo tres años, Netflix aterriza en Europa y conquista al público por su simplicidad en el uso y utilización de su plataforma.
Netflix: todos los secretos de su éxito ¿Cuáles son los ingredientes del éxito de Netflix? Las series de televisión producidas a voluntad y con capacidad de crear pura dependencia, episodio a episodio, entre sus suscriptores, incluso a expensas de la calidad de los contenidos ofrecidos. La serie Por trece razones fue un buen ejemplo de ello. Un fenómeno mundial, una historia, si se quiere trivial, ambientada en una universidad americana y que se basa en el malestar de los adolescentes. Los estereotipos y la intimidación se abren paso en la trama, donde existe una alta probabilidad de que se reconozcan en los personajes: adolescentes, como tantos otros, que son víctimas de intimidación todos los días y en cualquier parte.
Una historia que se inspira en una realidad sin mayores sobresaltos y sin demasiada fantasía ni golpes de efecto, aunque la construcción de la trama haga que el espectador sienta la curiosidad suficiente como para llegar a ver toda la serie sin quitarle nunca los ojos de encima.
La disponibilidad del siguiente episodio desencadena un mecanismo similar al de la adicción y el espectador se sumerge en la intimidad de su propia casa, dentro de la historia, aprovechándola al máximo hasta el final. Un «producto» que absorbe toda la atención y se convierte en compañero de noches enteras para completar la historia. El fenómeno del Binge Watching no es más que el consumo espasmódico de los capítulos, sin posibilidad de detener la curiosidad del espectador y, al igual que el lienzo de Penélope, es potencialmente infinito, ya que ese episodio será seguido por otro y luego por otro de nuevo y, si eso no es suficiente, llegará la segunda serie, la tercera y así sucesivamente.
Series de TV y valores
Con el paso de los años, la oferta de Netflix se ha enriquecido con contenidos cada vez más elaborados, diseñados para ser vistos el mayor tiempo posible y para involucrar a un público cada vez más variado y amplio, que incluye a diferentes grupos de edad.
La oferta de Netflix es capaz de conseguir el consentimiento y las requerimientos de sus suscriptores y hacer de ellos lo que más les gusta.
Pero en realidad, ¿cuáles son los mensajes detrás de las famosas series de televisión producidas por Netflix y qué impacto pueden tener en los jóvenes?
Series como la del narcotraficante Pablo Escobar de Narcos, o la mala vida y corrupción relacionados con Roma en la serie Suburra, ¿son más o menos aprovechables para una audiencia menor de edad, como puede ser la de Por trece razones? ¿Qué tipo de control se puede adoptar para «proteger» a los menores de contenidos violentos o inadecuados? ¿Y cómo podemos detener el fenómeno de la emulación que estas series, de alguna manera, ayudan a desencadenar?
La simplicidad de acceso a estos contenidos e historias es difícil de controlar. Son los más jóvenes, por tanto, los que están mayormente expuestos a la visión de contenidos violentos, sin que exista una mediación por parte de los adultos. El verdadero problema es que los adolescentes pueden no captar los matices que hay entre las ficciones de la escena y los hechos reales, corriendo el riesgo de emular lo malo y ridiculizar al personaje/sujeto positivo.
No olvidemos que entre las innovaciones de Netflix está la posibilidad de compartir la suscripción, que no es más que una forma de intercambio de contenidos y de sus historias: una suscripción, de hecho, permite la visualización de hasta cuatro peliculas simultáneamente y no es necesario que el titular de la suscripción sea mayor de edad.
El problema, por tanto, es la comparación en el grupo de pares, en edades críticas como la adolescencia y sin la intermediación de los adultos: una construcción de la realidad que podría ser totalmente falsa.
No obstante, la oferta del catálogo de Netflix es tan amplia que no puede vincularse únicamente a los contenidos negativos y violentos de algunas series respecto a centenares de títulos.
Series como Glow, ambientada en los años 80, describe las vicisitudes de Ruth, una actriz sin futuro, involucrada en la creación de un extraño programa de televisión acompañada de personajes fuera de los esquemas clásicos o Madres forzosas (Fuller House), que cuenta la historia de D.J., una viuda que se encuentra criando a sus tres hijos con la ayuda de su hermana Stefanie y su mejor amiga Kimmy, viviendo todos en la misma casa, y que son portadoras de valores como la determinación, la solidaridad y la familia.
También la cantidad y la calidad de docuseries y películas históricas altamente útiles han determinado el éxito de la plataforma. Netflix realmente logra poner a todos de acuerdo.
Las series de éxito y calidad de Netflix
Si bien es cierto que algunas series transmiten valores cuestionables, también es cierto que la audiencia de Netflix es muy exigente y amplia. Netflix logra realmente poner de acuerdo a todo el mundo, incluso a los cinéfilos y a los fans de la historia, con series como The Crown. Una emocionante serie que cuenta la vida de la reina británica, contando su lado humano y las supuestas traiciones del Príncipe Felipe. Es un relato histórico y fascinante que parte de ese famoso «sí» en el altar de la abadía de Westminster, en 1947 y que llega hasta nuestros días. El éxito se debe a la narración de las intrigas, estrategias y luchas de poder dentro de la monarquía, pero sobre todo a la capacidad de abrir un panorama de vida real.
Pronto llegará también la tercera temporada de La casa de papel. Una serie que cuenta la historia del gran golpe de un grupo de ladrones: el asalto a la sede de la Casa de la Moneda de Madrid para emitir más de dos mil millones de euros en billetes de 50. Una serie que lleva a las pantallas un verdadero levantamiento popular: los protagonistas se apropian, de hecho, de los medios de producción del capitalismo. La serie menciona la revuelta popular en la Puerta del Sol de Madrid, en 2011, cuando nació el movimiento de los Indignados, que puso en tela de juicio la austeridad económica que siguió a la crisis desencadenada por la caída de Lehman Brothers. Lleno de golpes de escena, paradójicos e incluso poco creíbles, logra, a pesar de todo, ser convincente y que sea difícil dejar de verla. Única en su género, es una serie que sorprende por esta misma razón y, aunque se puede comparar con otros géneros o mencionar películas americanas o españolas, tiene todas las cartas sobre la mesa para ser vista.
Y como Netflix es realmente para todo el mundo, ¿cómo podemos dejar de hablar de Stranger Things, uno de los éxitos más recientes? La ciencia ficción y el horror se entrelazan para crear una historia ambientada en los años 80. Todo comienza cuando un niño desaparece en circunstancias misteriosas y, al mismo tiempo, llega una chica extraña con poderes telequinéticos.
Pronto se descubre que ha escapado de un laboratorio secreto, donde su propio padre realizaba experimentos con ella debido a sus habilidades.
Siguen ocurriendo situaciones muy extrañas en la serie, como la aparición de monstruos sin rostro, para culminar con la desaparición de otra chica.
Empiezan a investigar 4 chicos, a los que después se sumarán dos más y el sheriff Jim Hopper. La intriga, los golpes de efecto, la acción y la respiración contenida están asegurados y los amantes de lo sobrenatural no se sentirán decepcionados.
Netflix y la crítica: Trivializa el mal
La crítica más fuerte a Netflix es precisamente la de trivializar el mal, de tratar las cuestiones más delicadas sin el debido respeto y, a menudo, de manera superficial.
La plataforma de streaming ha sido criticada repetidamente y muchos han juzgado algunas de sus series culpables de de difundir mensajes perjudiciales para los adolescentes.
De hecho, se culpó a Insatiable de promover, literalmente, la vergüenza del ser gordo, mientras que a la serie 13 Reasons Why se la culpa de minimizar el acoso y la autolesión. También la serie de televisión italiana Baby se ha encontrado en el ojo del huracán por la misma razón, acusada de alentar y trivializar la prostitución infantil.
La serie, inspirada en unas noticias de crónica de 2013, pone en escena las prostitutas adolescentes del barrio Parioli en Roma.
La serie fue acusada inmediatamente de tratar un tema delicado de manera superficial. Los autores, por su parte, han reiterado, en repetidas ocasiones, que el tema de la serie no es la explotación sexual, sino la difícil adolescencia de los personajes involucrados.
Netflix no se propone como modelo educativo, sino como plataforma que transmite mensajes, a menudo negativos o distorsionados por la realidad, que crean una cultura de masas.
El problema de fondo es que, como ha dicho recientemente el responsable de contenidos, Ted Sarandos: «Observamos cómo y cuánto mira el público un determinado producto. Ya sea que los críticos lo entiendan o no, estamos hablando de un grupo de medios sociales influyente que habla a un pequeño nicho, a una audiencia seleccionada, que tiene poco que ver con la audiencia generalista de todo el mundo.»
Dime lo que quieres y te daré la serie para ti, parece decir. ¿Ahogamiento cultural? ¿Incapacidad para discernir? ¿Aprecio, a pesar de todo?
Este es el gran riesgo. Estamos creciendo una generación entera que no sabe muy bien cómo crear un ideal de vida, porque espera a que alguien la ponga bajo sus ojos.
Es, por tanto, apropiado saber ver la serie de televisión con ojos críticos, sin caer en esa sed de curiosidad y sin caer prisioneros del próximo día, de la expectativa por el episodio del día siguiente. Nuestra relación con las series de televisión debe ser equilibrada y de sentido común, sin adicciones. Sólo así podremos seguir siendo verdaderamente libres, sin estar sometidos a un colonialismo cultural dictado por las agendas de los medios de comunicación.