Del 22 al 23 de abril, tuvo lugar en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma) un congreso titulado “La figura del padre en la serialidad televisiva”.Las series de televisión se han convertido en los últimos años en un producto de punta de la industria del entretenimiento, tanto por la capacidad de producir un contenido de buena calidad con costos relativamente bajos y tiempos limitados, como porque el mecanismo de la serialidad televisiva consigue crear una estrecha relación y una gran afinidad afectiva con el espectador.

Se trata, por tanto, de un mercado con un crecimiento siempre mayor, que consigue implicar profundamente a toda la familia en cuanto modelo de consumo directo y target privilegiado de este formato.

La finalidad de estas dos intensas jornadas de estudio fueron el estudio del personaje del padre en la ficción tanto en clave narrativa como social y antropológica, para reflexionar sobre cómo la familia y la persona se representan actualmente en la pequeña pantalla. Los participantes invitados han sido numerosos y variados, al igual que sus conferencias y aportaciones.

El profesor Alberto Nahum García, de la Universidad de Navarra, ofreció un análisis desde el marketing en su conferencia titulada El fenómeno de la serialidad televisiva en la edad de oro de la televisión. Las series de ficción, afirmó, son un producto ya experimentado en el mercado televisivo. Consiguen un gran éxito gracias a la capacidad de los productores para satisfacer los gustos de la audiencia con costos reducidos y gracias a la maestría de los guionistas para crear un constante y bien estudiado “continuará”, es decir, un efecto de permanente expectación por los personajes del relato.

Fuera de los moldes formales podríamos situar la intervención de la periodista de la RAI Costanza Miriano, que con su presentación Es el padre quien indica el camino, subrayó cómo actualmente las relaciones entre padre e hijo, tanto en la realidad como en la ficción, se han convertido en paritarias, equiparables entre sí. Miriano explicó que en los últimos años se ha pasado sustancialmente de un modelo de familia fuertemente patriarcal y jerárquico, a un modelo “líquido”, como diría Zygmunt Bauman, donde los hijos se sitúan al mismo nivel que sus propios padres en una óptica de continua negociación sobre los propios deseos y necesidades, que ciertamente daña el sistema educativo. En este contexto, muy a menudo la tecnología sustituye a los padres ausentes e irresponsables, que no son conscientes de las consecuencias últimas de los propios deberes educativos.

La conferencia de Alberto Fijo, director de la revista Fila Siete, se titulaba Tradición y modernidad. Modelos parentales en tres obras de ficción británicas: Downton Abbey, Luther y The Hour. En ella subrayó que, más allá de la primera impresión, en realidad la figura paterna es uno de los pilares en torno al cual se estructuran desde siempre las miniseries televisivas, sobre todo las que se sitúan en contextos históricos de épocas emblemáticas. En su estructura el padre es muy a menudo una figura de referencia compartida y de equilibrio para las distintas generaciones (hijos, nietos…), casi como un garante de las tradiciones y virtudes de la familia.

Una aportación rica para la reflexión fue la de Paolo Braga, de la Universidad Católica del Sacro Cuore (Milán), a través de su intervención Las culpas de los padres. La crisis de la figura paterna en las series estadounidenses de televisión por cable: Mad Men, Breaking Bad, In Treatment, Shameless e Dexter.

De acuerdo con su análisis, el padre en la ficción no es un ejemplo, una guía, sino un antihéroe. Viene visto en su dimensión más humana, con todos sus defectos y debilidades, y no tanto en su dimensión educativa y familiar. Se trata de una figura del padre compleja, con más sombras que luces, un representación que, sin embargo, hará el padre más real, verdadero, en algunos momentos digno de la compasión del telespectador. Estas series problemáticas reflejan más el mundo atormentado de sus creadores y el de sus experimentos artísticos, que un verdadero gusto popular. De hecho, se retransmiten en circuitos televisivos de nicho y no llegan al gran público.

El profesor Juan José García-Noblejas, de la Pontificias Universidad de la Santa Cruz, con su relación sobre La crisis del bienestar y las nostalgias del Noir nórdico escandinavo, describió, sin embargo, una visión decididamente más romántica e idealizada de la figura paterna, sin golpes de sorpresa ni efectos especiales, prisionera de una penetrante nostalgia existencial. En este caso la introspección del personaje se encuentra en el centro de los mecanismos del relato, haciéndolo más auto-reflexivo.

Por último, una aportación sin duda vivaz y llena de contenido, fue la del profesor Armando Fumagalli, profesor de la Universidad Católica del Sacro Cuore, con la relación titulada Una visión positiva de la paternidad en sintonía con el conflicto dramático de las historias: algunas experiencias.

En la exposición de Fumgalli la figura del padre se movía dentro de los experimentados ritmos y las reconfortantes formulas típicas de la comedia italiana: entre los ejemplos citados se encontraban las series de televisión Don Mateo y He esposado un esbirro, así como la película agridulce Blanca como la leche y roja como la sangre. La tesis de fondo era que la historia de una familia unida y radiante es más difícil de contar en la ficción porque no hay tensión narrativa, suspense y todo es más previsible y tremendamente aburrido para el espectador. Para superar las dificultades, los guionistas tienen que crear una tensión continua entre los personajes y, por tanto, en nuestro caso, entre padres e hijos. Para ser fascinante la estructura narrativa tiene que basarse en el conflicto dramático, y concluirse después con una reconciliación final entre las partes, típica de la comedia. En general, contra lo que pueda pensarse en un primer momento, lo que emerge es la centralidad e importancia de la figura paterna en la estructura narrativa de la ficción. Ya se trate de pequeñas miniseries de dos episodios, o de formatos de varias temporadas televisivas, de cualquier modo el personaje del padre permanece con una dinámica propia y con un importante valor dentro del guión de la serie. En algunas ocasiones se ofrece una visión pedagógica, en otras más de denuncia o de condena y, mucho más a menudo, una visión tradicional, alentadora. Esta última, sabiamente gestionada con un poco de picardía a través de los trucos del guión, viene resaltada con perfección dentro del modelo de la ficción, tradicionalmente destinado a un target amplio y generalista como el de las familias. Y entonces, no nos queda más que desear “’¡buena ficción a todos!”

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