Es un grito casi desesperado. Un aviso demoledor. Una visión terrible de una realidad a la que muchos son condenados. Este es el objetivo al que mira el documental de investigación Divorce Corp, dirigido por Joseph Sorge.

El negocio del divorcio, o en torno al divorcio, es el tema de esta pieza hiperrealista que compone un retablo de personajes posmodernos, a veces sin sentido y, en casi todos los casos, lastrados por unas circunstancias para las que no estaban preparados. Divorce Corp trata sobre cómo los estadounidenses deben formalizar un proceso de divorcio.

La legislación de los EE.UU tiene instituidas las llamadas family courts – juzgados de familia – que son las instancias competentes en la materia. Nacieron en los felices años cincuenta. Lo hicieron en una época de esplendor económico y bienestar social con el fin de preservar el derecho al divorcio. Hasta esos años la tasa de ruptura de matrimonios era insignificante. Los divorcios eran vistos más como un crimen social que como un proceso legal para ejercer la disolución de un matrimonio.

En esa época fue cuando legisladores, jueces, psicólogos y autoridades religiosas se pusieron de acuerdo para simplificar y dulcificar el procedimiento. Nacieron como sencillos códigos jurídicos que debían servir para resolver de forma amistosa y sincera el deseo de dos esposos de romper su vínculo conyugal.

Entre 1969 y 1980 la tasa de divorcios se triplicó en los EE.UU. El código de familia fue llenándose de preceptos y normativas. Pasó de tener unas cuantas páginas a ser, como sucede en el actualidad, un compendio de más de dos mil folios repletos de articulado. En cada estado se desarrollaron además legislaciones diversas. Como resultado de esta modernización legislativa surgió un incremento exponencial del coste de un proceso de divorcio. Luego las cortes de familia se desplomaron ante la llegada de las tácticas jurídicas agresivas. Los grandes despachos de abogados entraron en el negocio. Fue en ese momento en el que se produjo el nacimiento de una nueva industria. Esta es la raíz del documental y el origen de su llamada de atención.

El documental habla de dinero. De mucho dinero. En los EE.UU se calcula que, cada año, los divorcios mueven cincuenta mil millones de dólares. El divorcio es ya la tercera causa de la quiebra de las familias en el país, en un momento en el que la mitad de los matrimonios acaban en ruptura. Es un gran negocio. En muchas de las principales ciudades las minutas de los casos de divorcio son más elevadas que las del resto de pleitos civiles sumados todos en conjunto. Se da la paradoja de que los procesos de divorcio duran más tiempo que los matrimonios que los originaron. Se han convertido en extenuantes y complejos y en ellos han de intervenir expertos de todo tipo con suculentos honorarios. Exámenes realizados por psicólogos, investigaciones financieras de los cónyuges, plazos interminables, requisitos complejos. Se gastan enormes recursos en exhaustivos informes para determinar cuál de los dos cónyuges es el más idóneo para custodiar a los hijos. Informes que cuestan varios miles de dólares y que será necesario repetir en varias ocasiones. De todo el dinero en juego, por supuesto, los profesionales que intervengan obtendrán un porcentaje de beneficios. Le digo a la gente que se están gastando en abogados el dinero que podrían usar para la educación de sus hijos explica en las imágenes el presidente de la Corte de Familia de New Jersey, Thomas Zampino.

El documental disecciona el funcionamiento en nuestros días de los juzgados de familia. Se expone cómo el noventa y cinco por ciento de las parejas que llegan a las escalinatas de estas instancias judiciales no están en conflicto ni en desacuerdo. El sistema, que se basa en la victoria de uno de los cónyuges, los pondrá a litigar por sus derechos y a luchar por la custodia de los hijos o por la pensión alimenticia. En el mosaico de testimonios aparecerán personas de toda clase social y condición económica. La batalla en una corte de familia es como el Armaggedon –el fin del mundo bíblico -, dirá un veterano juez de familia. Como expone el documental, en los juzgados penales podemos ver a gente mala ofreciendo su mejor comportamiento, mientras que en una corte de familia se observan buenas personas en sus peores momentos.

Por Divorce Corp aparecerán padres que acaban en la cárcel por no poder pagar la pensión a sus ex mujeres, a las que deben mantener en las mismas condiciones económicas que teniam antes de su ruptura. O segundas esposasque deben trabajar para mantener a las primeras esposas. También las imposiciones draconianas de los jueces que decretan la ropa que deben llevar los niños y las vacaciones de las que deben disfrutar aunque los padres divorciados no dispongan del dinero necesario. Se muestra a jueces millonarios, a psicólogos millonarios y a abogados millonarios en sus mansiones de Malibú o Bel Air. A personas ahogadas en sus propias deudas y a jóvenes esposos que no podrán recuperar su sonrisa tras perderlo todo. A gentes de toda edad que vagan buscando una respuesta. Aparecen niños tomados como rehenes por una de las dos partes con el fin de obtener mayores pensiones y detectives privados que trabajan para uno de los dos ex esposos con el objeto de escudriñar el estilo de vida del otro y así conseguir mayores indemnizaciones.

La cinta es, por una parte, un viaje en coche de lujo a mansiones en Los Ángeles o Boston que son propiedad de jueces y abogados. Es un retrato de la corrupción de aquellos que trabajan para una misma empresa: la dilatación de los procesos. Por el contrario es, al mismo tiempo, un itinerario hacia la desesperación de las familias destruidas y de hombres y mujeres demacrados por una realidad que no entienden pero a la que, en todo caso, deben hacer frente con su dinero.

Lo mejor de Divorce Corp es lo que pretende conseguir: ofrece soluciones. Quiere mover el sistema para mejorarlo. Se trataría, en definitiva, de buscar el bien y el sentido común evitando que la custodia de los niños fuera decidida por un juez. Se afirma que se podrían resolver la mayor parte de los casos sin necesidad de esas cortes de familia. Por ello el documental pide poner en marcha una justicia colaborativa, basada en la mediación, como una de las mejores alternativas. Divorce Corp va más allá de un documental. Su director quiere impulsar un movimiento para reformar unas instituciones ineficaces que suministran a la sociedad, según sus palabras, un remedio peor que la enfermedad. Sorge es un empresario del sector de la biotecnología que se vio atrapado en el sistema legal estadounidense. Con él pasamos de ser meros espectadores a convertirnos en personas directamente implicadas en cambiar las cosas.

En realidad, Divorce Corp es un canto a los valores perdidos del matrimonio. Como sucede en la actual narrativa de las más aclamadas series norteamericanas, su iconología es el deseo sincero de volver a la familia perdida. Una familia que ha sido sometida a los intereses de una industria para no sólo destruir sus valores sino también los de los individuos que la integran.

Divorce Corp puede ser visto como una pieza audiovisual de teología negativa. A partir de él afirmamos valores en negativo que resaltan lo bueno, lo bello y lo verdadero de un matrimonio. Es una llamada de atención a quienes se ven en la necesidad de iniciar un divorcio y una señal de alerta para otros países y sociedades que se han incorporado más tarde a la explosión de las rupturas matrimoniales. Nos da pistas de la perversión de un sistema bondadoso pero inhumano pues se funda en la ignorancia de lo que es una familia. Pero es también una visión de cómo los intereses, el dinero y la codicia se afanan por destruir la familia, ese último reducto de la paz y el bien. Porque quien deshace la familia no sabe lo que hace porque no sabe lo que deshace, como siempre defendió el gran escritor británico G.K. Chesterton.

Datos director y ficha de la película

Divorce Corp
Año 2014
Género: Documental
Director: Joseph Sorge
Producción: Joseph Sorge/ Philip Sternberg
Candor Entertainment
www.divorcecorp.com

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