Entre los padres, los catequistas, los sacerdotes y todos aquellos que desean transmitir la fe cristiana a los más pequeños surge, de forma recurrente, una pregunta: “¿cómo se puede hacer entender a los niños el misterio de la Eucaristía, misterio por excelencia?

¿Cómo explicar a los niños que en un pequeño trozo de pan se esconde verdaderamente Jesús?” No han faltado en la historia ejemplos de creyentes que han dudado de la presencia real de Cristo en la Eucaristía; pero no han faltado tampoco milagros y prodigios, a través de los cuales Dios nos ha asegurado la veracidad de la fe católica y ha animado a venerarlo en la Hostia Consagrada.

La historia del arte en Occidente está llena del reflejo de esas intervenciones, que han dado vida a obras preciosas (catedrales, cuadros…) sin los cuales la Historia del Arte sería mucho más pobre.

También el mundo de la literatura, en estos dos mil años, ha ayudado a la devoción a la Eucaristía, viendo florecer cantos, poesías, historias que han aumentado el patrimonio religioso y cultural de muchos países.

Una semilla especial, libro infantil escrito por Agnieszka Zawisza, entra en esa línea.

La autora, a través de un lenguaje sencillo y con ilustraciones de vivos y armónicos colores, cuenta dos eventos milagrosos cruciales en la historia de la Iglesia católica, que han favorecido el crecimiento de la devoción a la Eucaristía: las visiones de una monja belga, Juliana, que llevaron a la institución de la fiesta del Corpus Christi, en 1274; y el milagro eucarístico de Bolsena, sucedido en ese mismo periodo ante los ojos de un joven sacerdote, Pedro.

Este libro, publicado en 2014 y editado por Alessandro Lardani con la editorial Iubilarti, se presenta como un instrumento válido para
presentar el misterio de Dios físicamente presente en el pan y en el vino.

El texto,aunque está dirigido de forma particular a los niños, puede tocar también el corazón de los adultos.

La autora presenta una duda que puede asaltar a cualquier creyente: “¿Está realmente Jesús en el Pan?” Y, más que ofrecer una respuesta de carácter lógico-racional, el libro ayuda a poner en discusión la propia actitud: “¿Cómo hablo con Dios? ¿Soy escéptico y presuntuoso o soy humilde? ¿Soy capaz de hablar con Jesús toda la noche, como hace el protagonista del libro, para pedir a Dios mismo si está realmente Él en la Hostia?”

El libro es interesante porque cuenta una historia que muestra cómo la respuesta de Dios llega si nos dirigimos a Él con pureza y sinceridad de corazón. Por eso las historias de Juliana y de Pedro narradas en el libro no tienen que ver solo con los más pequeños, sino también con los que quieren hablar con Dios como saben hacer los niños. Por otra parte, todos estamos invitados a mirar el mundo y dirigirnos a Dios con ojos de niño: dejando espacio al asombro y abriéndonos verdaderamente al otro y al misterio sin prejuicios.

Como dice la escritora Susanna Tamaro en el prefacio de este libro, “es necesario volver a ser niños, imaginar, dejarse llevar, para que el estupor vuelva de nuevo a llenar nuestros corazones de alegría. Porque todo lo que podía no ser, sin embargo es”.

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