Riley es una niña que transcurre su sosegada infancia en Minnesota, donde vive con sus padres. Tiene muchos amigos, sus costumbres, sus aficiones y, como todo niño, se encuentra en la fase en que su personalidad se está tallando. A sus 11 años, sin embargo, sucede algo imprevisto en la vida de Riley que amenaza con acabar con su felicidad: debido al trabajo de su padre, de hecho, toda la familia ha de mudarse a San Francisco. Riley debe cambiar de casa y escuela, dejar amigos y lugares con los que tenía un vínculo muy fuerte, debe adaptarse a un nuevo entorno, lo cual tiene fuertes repercusiones en su equilibrio.

De ahí que, dentro de la protagonista, empieza una «lucha» entre sus distintas emociones. Es éste el comienzo de Inside Out, película de animación de Walt Disney Pixar de 2015, dirigido por Pete Docter, el mismo director de otros éxitos de Pixar, como Up. El filme, que está teniendo un éxito enorme a nivel mundial, es fruto de la fantasía de sus autores, pero también de estudios esmerados sobre la naturaleza de las emociones y su forma de actuar en el comportamiento humano. De hecho, son ellas las protagonistas de la historia: Alegría, Tristeza, Temor, Desagrado y Furia (Alegría, Tristeza, Miedo, Asco e Ira en la versión española).

No ha de extrañar el gran interés que la película ha despertado y sigue despertando. El ámbito de las pasiones y de las emociones desde siempre cautiva, nos llama la atención y, a menudo, nos asombra, ya que a veces nos sentimos impotentes cuando lidiamos con fuerzas que parecen estar fuera de nuestro control.

A lo largo de los siglos, el misterioso mundo de las pasiones ha llamado la atención de filósofos, poetas y científicos. Ya en la Grecia Antigua grandes pensadores como Aristóteles o escritores de teatro como Esquilo, Sófocles y Eurípides meditaban sobre ellas y sus consecuencias.

Inside Out, por tanto, aborda un tema muy complejo y «antiguo», tal y como lo es el mismo ser humano. Y sin embargo, lo hace de forma original y arrebatadora: las emociones se presentan en forma de personajes animados, cada una con su importancia y desempeñando su propia función. Y a lo largo de la película es interesante ver cómo dialogan y discuten, se pelean y acaban prevaleciendo las unas sobre las otras.

Los principales contrastes se dan entre Alegría y Tristeza. Aquélla, de hecho, quiere esconder los sufrimientos de Riley, impedir que la niña y los que están a su alrededor se percaten de sus penas. Con la intención de proteger a Riley, Alegría querría apartar forzosamente la tristeza de su vida. Pero en el intento de «expulsar» a la tristeza, también Alegría se encuentra arrebatada junto con ella, significando así que ninguna de las dos puede subsistir sin la sombra de la otra.

La niña entonces, desprovista tanto de la alegría como de la tristeza, queda bajo el control de la ira, del miedo y del disgusto, lo cual conlleva consecuencias desastrosas que no son muy difíciles de imaginar.

Entre tanto, asistimos al «vuelta atrás» desesperada de Alegría y Tristeza, un camino atormentado, a la vez divertido e impactante, pero en todo caso necesario para que la niña pueda volver a estar bien.

La película parece sugerirnos que el crecimiento, la madurez y el equilibrio de una persona en cierta medida dependen también de la capacidad de elaborar el dolor en vez de removerlo: si la ira, el disgusto y el miedo llevan a Riley a la reivindicación y la fuga, en cambio, el hecho de asumir su propio dolor la llevará a recomenzar, a hacerse pequeña, volver atrás, pedirle consuelo y ayuda a sus padres y recuperar su alegría.

Al respecto, es muy linda la representación de la familia que nos da la película. Una familia que, a pesar de sus indefectibles fragilidades, sus problemas y momentos de descarrío, sabe encontrar ocasiones de condivisión y diálogo, sabe construir y valorar la relacionalidad, sabe comprometerse para encarar las dificultades. Es una familia que sabe reír y llorar, pero siempre permaneciendo unida; puede perderse, sí, pero asimismo sabe reencontrarse justo en aquellos momentos de soledad y desconsuelo.

La película representa la futilidad del ensimismamiento obstinado y promueve los valores de solidaridad y consuelo. Un filme muy original, adecuado para niños y mayores, Inside Out nos divierte a la vez que nos hace reflexionar sobre una sociedad que cada vez más nos demanda que afrontemos nuestras vidas contando sólo con nuestras fuerzas y ocultando ese sufrimiento cuyo valor ya no sabemos reconocer.

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