Amor y redes sociales: por qué las parejas felices no necesitan alardear de ello
Las parejas felices comparten pocas fotos en las redes sociales.
La ciencia lo dice. Casi todas las parejas, si están en las redes sociales, comparten algunos momentos de su vida, fotos, dedicatorias, vídeos, sobre todo en ocasiones especiales. Sin embargo, hay parejas que viven su relación exclusivamente en la red.
Según los investigadores del Albright College, este comportamiento está relacionado con lo que se denomina Relationship-Contingent Self Esteem, que traducido significa “autoestima contingente a la relación” (RCSE).
La razón radica en la baja autoestima individual, y puede ser más común en personas que tienen dificultades para expresar sus sentimientos en la vida real, o en personas que tienen una notable ansiedad social en general.
“Los que tienen un alto RCSE sienten la necesidad de demostrar a los demás, a sus parejas y quizás a sí mismos que su relación está ‘bien’ y que, por lo tanto, ellos están bien”, dice Gwendolyn Seidman, profesora de psicología en Albright.
Por el contrario, las parejas felices no tienen ninguna necesidad especial de mostrarse constantemente en sus redes sociales, porque están ocupados disfrutando de la compañía del otro en la vida real, es decir, fuera de la red… Hacer y publicar continuamente fotos, o escribir algo sobre el estado les distraería de disfrutar del momento presente.
Historias de amor en las redes sociales: ¿amor real?
Tras entrevistar a más de 100 parejas, investigadores de la Universidad de Northwestern descubrieron que quienes publican con frecuencia su historia de amor en las redes sociales están en realidad profundamente inseguros en su relación. Su tesis es que, si una pareja publica constantemente contenidos sobre su historia de amor, es probable que se trate de una estratagema para convencer a los demás de que tienen una relación feliz y sana.
Cuando el novio o la novia se convierte en un trofeo del que presumir
Luego hay otro fenómeno: el de mostrar a la novia o al novio como trofeos de los que presumir.
En este caso, alardear de la belleza del otro nos permite sentirnos importantes, ser envidiados.
Hay jóvenes que necesitan sentirse admirados. Necesitan saber que los demás les aprecian. Tener una pareja de la que presumir, que sea guapa, tenga gusto en el vestir y un trato encantador, aumenta su autoestima.
Se corre así el riesgo de reducir al novio o la novia a un accesorio. Un testimonio de ello es la historia real de una chica “mostrada en las redes sociales” por su novio para ser envidiada por sus amigos, relatada en el artículo: Una novia no es un trofeo.
Las redes sociales, en estos dos casos, no ayudan a ver y valorar la belleza de la persona; al contrario, empujan hacia la mercantilización de los afectos y sentimientos, así como del cuerpo.
Si se experimenta una de estas dinámicas, es importante, en primer lugar, entender por qué se llega a ver en las redes sociales una especie de redención de la vida real, por qué se lucha por relacionarse fuera de la red, qué vacíos se están llenando.
Y hablando de los que tienen una función educativa, es bueno promover una verdadera educación afectiva, también a partir de estos comportamientos encontrados en el mundo digital.
Es importante despertar la conciencia del pudor y la modestia, y ayudar a los jóvenes a ver que detrás de cada cara fotografiada hay una persona de carne y hueso, que merece ser descubierta y amada.
El riesgo, por lo demás, es que los niños acaben creyendo que vivir significa publicar historias dignas de ser vistas.