Maternidad subrogada: ¿opción lícita para formar una familia o mercado de niños?
Recientemente, Stephanie Levich, fundadora de Family Match Consulting, reiteró su pleno apoyo a la práctica de la “Gestación por otros”, conocida como vientre de alquiler, ya que permitiría a muchas personas “realizar su sueño de ser padres”.
En particular, Levich comentó en la revista People algunas declaraciones del Papa Francisco sobre la maternidad subrogada, ya que el pontífice la ha definido en muchas ocasiones como “una forma de explotación”, una “práctica deplorable” que comercializa el embarazo.
Según Levich, “esta es una cuestión de autonomía personal y de elección de mujeres que tienen la capacidad de tomar decisiones por sí mismas y por sus familias”.
Y así, mientras en muchos lugares se aboga por “una prohibición global de la maternidad subrogada”, para Levich “una decisión de este tipo podría ser peligrosa”, ya que muchos buscarían recurrir a ella de manera ilegal y, por tanto, menos segura. Impedir la maternidad subrogada ética aumentaría el riesgo de abusos y explotación, sin contar que “eliminar cosas como la maternidad subrogada tendría un impacto en una gran parte de la población”.
Apoyando sus palabras, Brooke Kimbrough, CEO de Roots Surrogacy, afirma: “Para algunos, es la única opción disponible para formar una familia”.
Ambas creen que las preocupaciones de quienes se oponen al vientre de alquiler son exageradas, ya que, en su opinión, en la gran mayoría de los casos de maternidad subrogada se traducen en relaciones increíbles y hermosas.
Sin embargo, hay muchas objeciones posibles a esta visión optimista. Numerosos puntos críticos merecen ser destacados.
Maternidad subrogada: ¿es un derecho tener hijos?
La práctica de la maternidad subrogada ha crecido proporcionalmente con la desestructuración de la idea de familia basada en el matrimonio entre hombre y mujer. Es importante especificar, como se nota en un artículo publicado en Mercatornet, que en muchos casos quienes buscan una madre subrogada no son parejas que viven la dolorosa experiencia de la infertilidad, como a menudo se hace creer. En realidad, la demanda de vientre de alquiler está aumentando exponencialmente entre parejas del mismo sexo, especialmente en aquellos países donde se ha legalizado el matrimonio gay. Esto ha alimentado cada vez más la convicción de “tener derecho a un niño”. Una prohibición del vientre de alquiler sería entonces una forma escandalosa de discriminación.
Sin embargo, esta visión es antropológicamente y jurídicamente distorsionada, por no decir perversa: no debería existir “un derecho a tener hijos”. El vientre de alquiler es actualmente ilegal en muchas partes del mundo porque son los menores los que tienen derecho a una familia, no al contrario.
Cuando la maternidad está a la venta, la vida deja de ser un misterio de amor
Es cierto que hay situaciones en las que, como explica el filósofo científico Simone Tropea, los niños pierden a sus padres naturales por varias causas (abandono, muerte por enfermedad o accidente, homicidio, suicidio) y son confiados a personas que pueden tomar el lugar de los padres biológicos, pero en este caso son los derechos de los menores los que se priorizan. Se busca solución a su necesidad de acogida y cuidado, pero no se crean deliberadamente condiciones que no pueden considerarse ideales.
La ciencia ha demostrado que la condición ideal para un hijo es nacer y crecer en el amor de quienes lo han engendrado. Hay textos, como Maternal Care and Mental Health, de J. Bowlby (médico que elaboró un documento sobre la maternidad para la OMS), que ofrecen indicaciones claras sobre el tema y hablan del apego del recién nacido a la madre.
“Con Bowlby”, explica Tropea en su libro “Generado no creado: Mística y filosofía del nacimiento: la maternidad subrogada y el futuro de la humanidad“, “a través de un enfoque científico integrado, la ciencia contemporánea afirma definitivamente que la experiencia psíquica fundamental para cada individuo humano es la relación con la madre. Una relación pre-cultural, que puede resultar herida o comprometida negativamente cuando se altera por un contexto histórico y social, o por un evento biográfico, que produce una ruptura violenta e innatural entre la genetrix y el generatus, convirtiéndose así en el origen inconsciente de muchas patologías psíquicas y físicas”.
A nivel evolutivo, como se observa en el artículo On the issue of surrogacy, it’s the Pope’s critics who are archaic and uninformed, los niños están destinados a ser criados por sus madres y padres biológicos. Alejarse de este modelo corre el riesgo de convertirse en una forma de abuso, no porque quien “compra la gestación” y cuide al niño necesariamente sea un mal tutor, sino porque no se tiene en cuenta el primer derecho de un recién nacido: ser acogido por quienes lo engendraron, con amor y no convertirse en “mercancía” valorada por su utilidad.
La maternidad deja de estar envuelta en misterio y se convierte en una actividad con fines de lucro, con la diferencia de que los niños no se pueden fabricar como relojes o automóviles.
Cuando el niño es una mercancía dañada
Otro punto crítico son los numerosos niños nacidos mediante maternidad subrogada comercial que han sido abandonados por padres extranjeros, probablemente debido a defectos de nacimiento.
En 2014 en el Reino Unido, la prensa describió un caso sobre dos gemelos: Amy, que tenía una rara condición hereditaria que hace que los niños sean “flácidos” y retrasados en el desarrollo, y un hermano sano. Cuando la comitente supo de la discapacidad de Amy, se negó a tomarla. Le dijo a Jenny por teléfono algo como: “¡Sería una carga! ¿Quién querría adoptarla? Nadie querría adoptar a un niño discapacitado”. Solo tomó al niño sano. Si se cree que estos son casos aislados, sería bueno informarse: lamentablemente, la solicitud de aborto es casi automática ante la malformación de un niño nacido mediante maternidad subrogada.
De hecho, ¿cómo podría no ser así? Con la maternidad subrogada, el niño se convierte en un producto. Se pone en venta. Y si el producto no es como se desea, se cambia, como se hace con un par de zapatos.
Levich no ve problemas en todo esto y llama “miopes” a quienes obstaculizan esta práctica. Sin embargo, la miopía, se sabe, es una enfermedad muy, muy común donde circulan enormes cantidades de dinero.
Y el negocio de los niños nacidos mediante maternidad subrogada tiene cifras realmente impresionantes.