A finales de los años ochenta, para mostrar su intención de terminar una relación, Sally – en la famosa película de Rob Reiner – sigue sin responder a las reiteradas y persistentes llamadas de Harry, aunque luego cambia de opinión. Una historia de “boomer”, por así decirlo, cuando desaparecer de la vida de una persona y cortar toda comunicación significaba ‘solamente’ negarse a contestar el teléfono o a abrir la puerta.

Hoy en día, las cosas han cambiado un poco, y en la era de la hipervisibilidad y las hiperconexiones, desaparecer de la vida de alguien, por paradójico que parezca, se está convirtiendo en una práctica cada vez más común, no solo para poner fin a relaciones sentimentales, sino también en amistades y contextos laborales. Este fenómeno tiene dos nombres: “ghosting” y “orbiting”.

Qué es el ghosting y por qué duele

El fenómeno del “ghosting” ocurre cuando una persona desaparece sin dar ninguna explicación a la otra. Hacer ghosting significa literalmente “desaparecer como un fantasma”: eliminar, bloquear, dejar de interactuar; proviene de la palabra inglesa ghost, que reproduce justamente la sensación de percibir una presencia en la vida de alguien que ya no existe. Se trata de una decisión unilateral, repentina, que deja desconcertada a la persona que lo sufre. Es realmente difícil prever si la persona con la que estamos saliendo hará “ghosting” o no. El ghosting es una conducta repentina que puede afectar cualquier tipo de relación y es llevado a cabo tanto por hombres como por mujeres. Desde mensajes sin respuesta, hasta el corte repentino de contactos e incluso el rechazo de llamadas y el bloqueo en línea. El ghosting, lamentablemente, es un fenómeno cada vez más frecuente en los últimos años.

Orbiting

Un segundo fenómeno cada vez más común es el “orbiting”, o ‘orbitar’ alrededor de la vida de otra persona. Esto ocurre cuando, a pesar de interrumpir todos los contactos con la pareja, en realidad se continúa merodeando su entorno a través de redes sociales, viendo sus mensajes, historias, y quizás dejando algún ‘like’. El “orbiting”, entonces, se sitúa en esa zona gris entre la presencia constante y la ausencia total, generando una sensación de incertidumbre y, a menudo, de frustración. Si el “ghosting” es una especie de práctica de rechazo implícito, el “orbiting” podría entenderse como un intento de mantener un vínculo tenue y ambiguo con la persona abandonada, a menudo como una forma de control y narcisismo. ¿Cómo actuar ante quien nos hace “orbiting”? La solución es sencilla: ignorarlo.

Los daños causados

“Ghosting” y “orbiting” son prácticas de ‘descompromiso moral’ que reflejan precisamente la fluidez que caracteriza ciertas relaciones. Muchas historias comienzan y terminan en línea, y puede ocurrir que los interesados no se encuentren nunca en persona.

Sin embargo, los efectos de estas prácticas pueden ser también muy negativos. Según un estudio sobre las consecuencias emocionales del “ghosting”, tanto en quien lo hace como en quien lo sufre, el 64,5% de los participantes admitió haber hecho “ghosting”, mientras que el 72% declaró haber sido víctima de “ghosting” al menos una vez. Numerosas investigaciones subrayan cómo el dolor experimentado por las víctimas de “ghosting” y “orbiting” es real y puede tener consecuencias muy complejas. Lo que impacta significativamente en la vida de las personas no es solo el rechazo, sino el rechazo repentino e injustificado. El “ghosting” no permite a la persona abandonada entender qué ha sucedido, lo que a menudo desencadena interrogantes que pueden volverse obsesivos; mientras que ‘gravitando’ alrededor de la persona dejada, como ocurre en el “orbiting”, se alimenta una esperanza ilusoria que impide dar vuelta la página. Por estas razones, muchos consideran estos dos fenómenos como verdaderas formas de violencia psicológica, consecuencia extrema de relaciones tóxicas.

Un reto para la Educación Mediática

El hecho de que el “ghosting” y el “orbiting” se estén convirtiendo en una modalidad de romper relaciones cada vez más común, incluyendo amistades y ámbitos profesionales, podría tener como consecuencia social la difusión de un descompromiso moral que se va normalizando poco a poco. El riesgo es que nos acostumbremos a esta forma de actuar, a la indiferencia, a huir de las situaciones, al control sutil, a ignorar los sentimientos ajenos, a no asumir nuestras propias responsabilidades. ¿Cuáles podrían ser las intervenciones educativas posibles en este campo?

Una investigación reciente, después de analizar también todos los aspectos lingüísticos, de representación, producción y audiencia, en particular de las aplicaciones de citas, concluye que es prioritario promover una cultura digital que parta de una reflexión ética sobre la responsabilidad emocional de los usuarios y sobre una información adecuada sobre el fenómeno y sus efectos.
Los objetivos educativos, especialmente en casos como este, abarcan múltiples frentes porque los medios influyen en diversos aspectos de la sociedad. “Un fenómeno complejo como el de las relaciones en línea que puede derivar en “ghosting” requiere de intervenciones educativas – se lee en las conclusiones de la investigación – de igual complejidad, que deben involucrar al individuo, la comunidad de referencia y la industria de las plataformas”. Un asunto, entonces, que nos interpela a todos como educadores y frente al cual no podemos desaparecer.

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