¿Se informan nuestros chicos? Lo que nos desvela una investigación
¿Qué importancia tiene para un chico estar al día de lo que pasa en e mundo? Mucha, pues uno de cada dos afirma que tiene gran interés en recibir noticias sobre los temas que le importan. ¿Y qué peso tiene la familia en la experiencia informativa de un adolescente? Grande, pues el 63% afirma que escucha y confía en las conversaciones de los adultos en casa para estar actualizado.
Esto es lo que emerge de la última investigación realizada por el Instituto Common Sense, que ha estudiado la exigencia informativa de los jóvenes estadounidenses, analizando su grado de percepción, uso y selección de la información y de los medios de comunicación.
La conclusión es que estamos muy lejos de la figura estereotipada del joven encerrado en su cuarto hipnotizado delante de la consola con un videojuego, sin ningún interés y ajeno a lo que sucede en el mundo. Ciertamente, es difícil que veamos a un adolescente sintonizando el telediario o comprando un periódico, a menos que no sea un diario deportivo. Pero son datos alentadores, que demuestran los deseos de asomarse al mundo y de tomar conciencia de éste por parte de los chicos.
Los resultados de la investigación
Esto son los principales resultados del estudio:
- A los muchachos les gusta informarse. Aproximadamente el 50% de los encuestados afirma seguir de manera constante las noticias que les interesan, y más de 2/3 sostiene que estar informados les hace sentirse satisfechos y preparados sobre lo que ocurre en el mundo.
- Los muchachos se muestran desconcertados frente a un cierto tipo de información. Determinados contenidos, por ejemplo, guerra, violencia y la información de sucesos, pueden ser causa de disgusto, ansiedad e incluso depresión en los chicos. La negatividad en la información desestabiliza y no gusta;
- A menudo, los jóvenes se dejan engañar por las noticias falsas. Algo menos de la mitad de los encuestados dice que nosabe distinguir entre noticias verdaderas y falsas. La cuestión de las llamadas «fake
news» es muy debatida entre ellos. Careciendo de la experiencia y del sentido crítico y de análisis de los adultos, para ellos es muy difícil reconocer cuando una noticia es un bulo o no lo es, corriendo así el riesgo de contribuir en primera persona, sobre todo en los social media, a difundir noticias falsas. - Los chicos se fían de sus familias para apoyarse en la fiabilidad de las noticias, pero como fuente prefieren los social media. El 66% de los encuestados declara que creen las noticias que escuchan en las conversaciones de los adultos, pero cuando se informan por su cuenta utilizan las redes sociales como fuente principal;
- Los jóvenes ven prejuicios raciales en el panorama informativo general. El 50% piensa que cuando se habla de crímenes, violencia, drogas u otras cuestiones similares, casi siempre se hace referencia a personas de color, afro-americanas y latinas;
- Se sienten dejados de lado y no representados en el flujo de noticias. Casi 3/4 de los encuestados sostienen que los medios raramente hablan de ellos. Los muchachos se sienten relegados por los medios de información y piensan que se debería dar más espacio a las noticias que les afectan.
Metodología de la investigación: luces y sombras
La investigación se realizó con cuestionarios en enero de este año y sobre una muestra de 853 chicos estadounidenses comprendidos entre 10 y 18 años de edad. Sin embargo, hay que subrayar algunos puntos críticos de este estudio, que pueden servir de incentivo a los investigadores para mejorar su trabajo:
- La muestra del estudio: existe una enorme diferencia entre una persona de 10 años, una de 15 y una de 18. El primero es todavía un niño, el segundo un adolescente, el tercero, un joven adulto. Tres franjas de edad completamente diferentes, desde cualquier punto de vista, que no hacen homogéneo el muestreo representativo. En general, no se pueden hacer las mismas preguntas a un niño y a un muchacho, por no hablar de someterle a un cuestionario sobre sus necesidades informativas. Era necesario distinguir al menos entre niños y adolescentes, haciéndoles preguntas diferentes.
- El cuestionario: algunas preguntas del cuestionario tienen poco sentido para un chico y son más adecuadas para un adulto. Por ejemplo, preguntar a un adolescente, o peor aún a un niño, si lee los periódicos o mira los telediarios, es una pregunta demasiado forzada. Lo mismo con las preguntas sobre los social media. Si es cierto que los adolescentes son los principales usuarios, nos resulta difícil creer que un niño de 10 años lleve consigo un móvil con un account personal (está prohibido por la ley), sin ningún control y sin limitaciones por parte de los padres.
A pesar de estos dos defectos, el estudio merece mención y atención, al menos por su originalidad. En el panorama científico actual es raro encontrar investigaciones sobre un tema especialmente importante como el de la exigencia de información de los chicos. El análisis sobre el asunto de las «fake news» entre los adolescentes es la clave de esta investigación, el tema caliente del momento. Es reciente la noticia del lanzamiento de una cruzada por parte de Facebook contra los bulos informativos, verdaderas manzanas podridas que contaminan todos los social media, poniendo en peligro su imagen, reputación y credibilidad. Precisamente sobre este asunto, Mark Zuckerberg y socios se juegan su futuro.