Desde hace más de un año vivimos relaciones sociales «filtradas» por
pantallas (en este caso no «por culpa nuestra»), las herramientas que nos ayudan a comunicarnos
(especialmente en este tiempo, hay que reconocerlo), a veces nos hacen caer
en trampas que impiden la autenticidad de las relaciones.

Ya habíamos señalado

algunas limitaciones de las herramientas diseñadas para ponerse en
contacto

, pero el problema tiene muchas facetas. Veamos algunas.

Hace unos meses, una persona a la que llevaba sin ver mucho tiempo –
también debido a la pandemia – puso fin a nuestra amistad (después de una
discusión un tanto acalorada, sobre la teoría de género, en la que sostuve
la

necesidad de reconocer la diferencia de género

), simplemente bloqueándome en las redes sociales.

Ni una palabra, ni una aclaración.

Un simple «clic» y se acabó. Un asunto triste, del que aprendí mucho…

1.


Las redes sociales no facilitan las discusiones sobre temas
sensibles

Ese día, los tonos se calentaron por culpa de ambos. Porque, lo reconozco,

casi nadie está exento del peligro de «despersonalización» que
favorecen las redes sociales

, ni tampoco de la tentación de un toma y daca que puede
prolongarse indefinidamente.

Entono el mea culpa por haber decidido «destripar” un tema tan serio y
complejo en lugar de “cortar” después de resumir mi opinión, y añadir: » reanudemos la charla cuando nos veamos en persona«.

Si queremos expresar nuestros pensamientos sin ser absorbidos por un
remolino pendenciero, es más eficaz ser breves, esbozar sin demasiada prosopopeya nuestra postura, con la
propuesta de hablar más adelante en un contexto más adecuado.

Y una vez que ha ocurrido la pelea, lo mejor será intentar resolverla en
vivo.


Las redes sociales tienen el extraño poder de mostrarnos al otro como
un auténtico monstruo

.

Los sentimientos quedan anestesiados por el teclado: no ves cara a cara a
la persona con la que estás hablando y es más fácil «disparar» una ofensa
que nunca dirías si le mirases a la cara…

Por lo tanto, me invito a mí y a todos a no estropear las relaciones por la
prisa de ver la propia opinión impresa en un comentario.

2.


Tener el valor de decir las cosas a la cara: una actitud que
estamos perdiendo

Por otro lado, me parece extraño el comportamiento de una persona -adulta
como yo, inteligente, con estudios, estimada en muchos ambientes-, que
piensa que puede acabar una amistad de años a través de una red social.

Tengo que añadir una dato importante, para justificar mi perplejidad: Era
una mujer que me había acompañado en momentos importantes (por ejemplo, el
día de mi boda, el bautismo de mis dos hijos, el funeral de mi madre).
Venía a vernos a menudo, y también hacía de canguro para mis hijos.

Un «clic» y todos hemos desaparecido de su horizonte
.

Invito a cada uno a reflexionar sobre si utiliza las redes sociales para
sacarse las castañas del fuego, o si tiene el valor de hablar cara a cara
con la gente, incluso para comunicar una decepción, o un disgusto o para
corregir a alguien.

Incluso si tienes que terminar una relación.

3.


Una amistad que termina en una red social tenía ya puntos débiles

Por supuesto, no siempre podemos culpar a las redes sociales.

No necesariamente si discutimos en una red social con un amigo, la amistad
se rompe para siempre. De hecho, no suele suceder.

Podemos discrepar, pero si hay estima mutua y afecto profundo, los
malentendidos se resuelven.

Porque el cariño que sentimos importa mucho más que el contraste de
criterios. No se trata de poner el conflicto entre paréntesis, sino de
superarlo juntos, con paciencia, con perdón.

Es probable que las relaciones terminen así cuando hay muchas diferencias
de opinión, cuando se tiene poco en común en las cosas que de verdad
cuentan:

las redes sociales, ante el conflicto, provocan cortar por lo sano, más
que buscar con paciencia un acuerdo

.

Pero, si somos honestos, admitiremos que las redes sociales amplían las
grietas existentes. Este fue nuestro caso.

Invito a reflexionar sobre las bases de nuestras amistades; preguntarnos si
superarían o no una discusión en una red social puede ser un índice para
calibrar su solidez…

Por último, me gustaría recordar, que las redes sociales pueden convertirse
en un puente importante para nuestras relaciones, especialmente en un
momento en que los contactos están limitados por fuerza mayor.

Pero sería bueno que este período de confinamiento estimulara a
preguntarnos cómo afecta la tecnología a nuestras vidas.

¿En qué es un obstáculo? ¿En qué me facilita la vida?

Sería interesante llevar un «diario» en el que anotar con absoluta
sinceridad cuándo las redes sociales nos convierten en esclavos, nos
cierran en nosotros mismos, nos hacen huir de las relaciones, y cuando, en
cambio, nos ayudan a querer, a mostrar afecto y comprensión, si no es
posible hacerlo personalmente.

¡Esperamos sus impresiones y comentarios!

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