“Todos nacemos originales, pero muchos mueren como fotocopias”. Así el
joven Carlo Acutis, muerto de leucemia en 2006 y proclamado siervo de Dios
en 2016, explica cómo muchos jóvenes, en vez de hacer fructificar sus
propios dones, poniéndolos al servicio de los otros, se abandonan a una
mentalidad narcisista que termina por consumirlos y anestesiarlos.


La belleza de descubrir los propios dones y hacerlos fructificar

Francesco tiene 20 años, estudia ingeniería, es muy despierto e
inteligente, pero superficial y poco interesado en cultivar relaciones
auténticas: no cuida a sus familiares y amigos, y queda con chicas sin
comprometerse.

No siente la necesidad de dar una dirección a su existencia (también porque
cree que no existe una dirección) y pasa los días preocupándose solo de lo
que le gratifica en el inmediato.

En el desmadre, el tabaco y el alcohol ve todo lo que un joven a su edad
pueda desear para estar bien. La única y verdadera pasión de Francesco es
el fútbol y será precisamente el amor por este deporte lo que le conduzca,
a través de distintas vías, a poner en discusión su forma de vivir.

De forma aparentemente casual, de hecho, precisamente después de un partido
“especial”, conoce la historia de Carlo Acutis. Gracias a él, el
protagonista empezará a plantearse preguntas de sentido que hasta ese
momento había evitado con cuidado, preguntas que le llevarán a afrontar un
complejo, y doloroso viaje interior…lleno de sorpresas

Esta es la trama de la novela Has nacido original, no vivas como fotocopia
(Editorial Mimep Docete, 10 €,

ya disponible online y pronto en librerías

).

El libro, escrito por Cecilia Galatolo, autora también de


No lo sabía, pero te estaba esperando


, propone un viaje para descubrir un alma adormecida, pero que, como tantas
otras, es todavía sensible al deseo de una felicidad auténtica.

¿Ser felices? Algo imposible

“Y yo, ¿soy feliz?”, se pregunta, de hecho, Francisco, movido por el
ejemplo de Carlo.

La respuesta negativa a esta pregunta será la premisa de la transformación
del jovencísimo protagonista.

La luminosa vida de Carlo llevará de hecho en un primer momento a Francisco
a enfadarse con él, porque lo ve como un espejo en el cual se refleja toda
su infelicidad; sucesivamente, sin embargo, decidirá seguir sus huellas.

La historia, escrita con la intención de hacer conocer a los jóvenes la
profunda vida de fe del joven Siervo de Dios, que está en proceso de
beatificación, muestra cómo la santidad no es solo deseable, sino también
posible, en la vida cotidiana y sobre todo que es el camino para encontrar
una alegría verdadera.

Como enseña Carlo, para ser felices basta cambiar la mirada de sí mismo
hacia Dios, del bajo hacia lo alto. Puede parecer complicado, y sin embargo
–dice- “basta un simple movimiento de los ojos”.

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